martes, 31 de diciembre de 2013

EL PECADO ORIGINAL

                           





 EL PECADO ORIGINAL


(Hojas de ensayo)

“VAS  A  MORIR CULPABLE,  COMO TODOS”
“VAS  A  MORIR, CULPABLE  COMO TODOS”
  “VAS  A  MORIR  CULPABLE   COMO  TODOS”
   “VAS  A  MORIR, CULPABLE,  COMO  TODOS”


            Esta frase, de encabezamiento, puede tener un sentido u otro porque según estén colocadas sus comas, se deduce algo diferente. El actor que la pronunció en la película francesa (La bûche), que vi estos días de fiesta, lo hizo como está escrita en la primera posición. Enseguida apunté la frase, porque cuando la escuché, me transportó a Adán y Eva y a su “pecado original”. Me transportó al huerto del Paraíso.
         Hicieran lo que hicieran…, Adán y Eva murieron culpables. Sin importar la posición de esas comas, y, dicha la frase en el momento de la expulsión del Paraíso, en cualquiera de sus formas podría haber servido a nuestros primeros padres, Adán y Eva, según la fe cristiana.
         La historia de la humanidad, relatada por las diversas religiones que conocemos, es totalmente distinta a la historia de la humanidad que se suscribe con el conocimiento científico - que no ha terminado de afianzarse-, y que, avalada por los juicios de hombres de ciencia, es capaz de profundizar en los enigmas que el Universo nos ha planteado. Se van descubriendo nuevos hechos, viejos enigmas, a veces por casualidad (aunque hay que saber descifrar esa casualidad), y a veces por datos, en base a lo conocido o cambiándolo todo o parte de lo investigado, por una nueva inspiración o descubrimiento, que hace que lo resuelto, hasta entonces, quede arrinconado y se respete el nuevo descubrimiento o la nueva teoría.
         Ciencia y religión… Religión y ciencia, no se ponen de acuerdo en el origen del hombre. No lo hacen porque la ciencia trata de descubrir quién es  el ser humano, y trata de investigar las respuestas a todas las  preguntas: las que sugieren tiempos pasados  y  las que se plantean ahora.
         Las religiones al tratar del origen del hombre, le da a éste,  un inicio divino, condicionándole al “misterio”,  a lo que “solo puede hacer Dios” o se puede hacer “por mediación de Dios”. Lo condiciona a unos dogmas y a unos comportamientos, que, predeterminados, y según el tiempo en que ocurra y según la religión enunciadora, van a establecer  una conducta u otra.
          En el Antiguo Testamento y en su primer libro, “El Génesis”,  encontramos, en sus dos primeros capítulos, la primera contradicción.
         En el primer capítulo (Génesis 1: 25-26),  se dice que Dios creó primero a los animales y después al hombre y a la mujer.
         En el segundo capítulo (Génesis 2: 4), a Dios se le llama Jehová, crea primero al hombre, colocándole en el “huerto del Edén”, después a los animales, y por último, y de una costilla de Adán, crea a Eva, la primera mujer.
         Estas dos versiones, al parecer, distantes en el tiempo, y según algunos estudiosos de las Sagradas Escrituras, tienen ambas su verdad, y solo es la distinta interpretación de las mismas, lo que las hace diferentes.
         En el planteamiento sobre el advenimiento y la evolución del hombre en la tierra hay  distintas resoluciones, ya que los científicos, filósofos y los padres de la Iglesia, muy pocas veces han coincidido en sus afirmaciones y conclusiones, antes al contrario, siempre hemos conocido  una lucha tenaz - la historia nos lo cuenta -, entre los pensadores, que oponían su criterio y cuyas desavenencias no han terminado.
         Hay además, una intención en lo dicho y otra en lo que después se transmite, ya que nuestra libertad, nos hace cambiar lo que otros dijeron y lo acomodamos a nuestro particular criterio y, con nuestro pensamiento, deformamos y cambiamos totalmente el sentido de lo que se quiso decir por el autor, omitiendo y añadiendo, a voluntad,  palabras que cambian textos e ideas. Lo hemos comprobado al leer algunos de los textos de las Sagradas Escrituras y también en diversas  obras literarias y en sus diversas traducciones. La interpretación dada a esas enseñanzas y escritos, es distinta y evidente, cambiando, totalmente, el sentido, si se sacan frases de contexto o se omiten o añaden palabras o ideas propias del traductor.

         Esta frase de la película  “La bûche”, sugerirá en quien la lea con distinta puntuación, distintas sensaciones. A mí me ha producido algunas de las que puede generar…

“VAS A MORIR CULPABLE, COMO TODOS”:
 Un hijo nacido  de una relación, fuera del matrimonio, le dice a su padre biológico que se excuse o no se excuse, se arrepienta o no se arrepienta, va a morir culpable. Lo hecho, no tiene remedio (es él), no tiene perdón (le ha hecho vivir siempre avergonzado -o no-, y como un bastardo). El hijo entra en ese “todos”, como su padre.
         “La bûche”, es una película francesa (1999), y  aunque las películas sean ficción, la realidad las suele superar. Ahora lo sabemos porque estamos continuamente leyendo noticias, crónicas, etc., es decir, estamos bastante más documentados que antaño y la T.V. y nuestros ordenadores, también nos ayudan bastante en toda clase de información de la realidad cotidiana. No podemos cambiar nada después de ya hecho. Todo sucede y ahí queda…, para la posteridad, para la historia. La conciencia de culpabilidad, nos ha sido  impuesta aunque no es igual en todos.
“VAS A MORIR, CULPABLE COMO TODOS”:
             Es una afirmación que se sabe por el día a día… No pasa uno siquiera, sin que muera alguien, y además: “culpable como todos”, porque: “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”, y éstas son palabras de Jesucristo en defensa de la mujer adúltera, que nos transmite el Evangelio de San Juan (6:14). Aunque la  humanidad investigada  de modo científico, se considere de distinta forma que la recreada por las diversas religiones, en este caso, la ciencia, también sabe de la tendencia del ser humano, a salirse de lo establecido como “legal”… La vanidad humana y el poder, ayudan mucho a no cumplir como personas y pasar del “otro” o acusarle desde una altura que se presupone honesta, pero que también, aunque lo fuese, es susceptible de culpa.
“VAS A MORIR CULPABLE COMO TODOS”:
            No se da respiro. Es evidente y sin escapatoria posible. El veredicto parece estar prescrito desde antes del nacimiento. Quien te manda nacer, ya sabe a qué te manda: a morir y a ser culpable.
         ¿A quién estoy inculpando yo…?
¿Cómo me atrevo…?
         Con los conocimientos adquiridos, somos más independientes en nuestros criterios, y, obedeciendo a nuestra evolución personal, llegamos a conclusiones sobre nuestra propia conciencia, sabiendo que ésta nos dicta una buena o mala conducta, y que de nosotros, personalmente, depende el obrar de un modo u otro.
         La vida es conformismo ya que, pocas veces o nunca suceden las cosas como tú quisieras. A menudo, orientas tu vida en una dirección, de la que luego te arrepientes, porque no te ha llevado a una felicidad mediata. Puede suceder también que te das cuenta que dicha felicidad, te ha pasado rozando, pero se ha ido de tu lado, sin aparente remordimiento.
“VAS A MORIR, CULPABLE, COMO TODOS”:
          Te han enjuiciado, te han condenado y te han creído culpable, como a todos los que te precedieron, o van detrás de ti y han cometido o cometerán, iguales  o parecidas faltas, susceptibles de idéntico castigo. Esta frase ya lleva implícito el castigo, porque se le está hablando a alguien, en segunda persona: “tú vas a morir” (de inmediato) y no le da opción… Quien así piense, es posible que se crea con derecho a juzgar a todos menos a él mismo y esto es un peligro.  Esa coma después de morir, me hace pensar en un anfiteatro romano, y a cualquiera de sus violentos  emperadores, con el dedo pulgar de su mano derecha hacia abajo (Nerón, Calígula - por ser tan peculiares -, por ejemplo), para ejecutar a un ferviente cristiano sin demora. Entonces, todos los cristianos eran culpables. Costó mucho tiempo, varios siglos, que se creyera lo contrario, repitiéndose la historia, pero al revés.
        
         Yo no creo que seamos culpables. No somos culpables, al menos, de haber nacido. Es gratificante pensar, que estamos en la Tierra por una necesidad de amor y de amar, pues el amor es una necesidad inherente en nosotros, que va unido al instinto, reflejo, que compartimos con los animales.
         La tierra ha evolucionado y hemos evolucionado los seres humanos, con ella en ese tiempo, que por otra parte, es mucho tiempo… tanto tiempo, que parece una eternidad y muy difícil de imaginar.
         Según la ciencia, fue gracias a que los seres unicelulares (en un principio bacterias y virus microscópicos, solamente), que se formaron en  un ámbito húmedo en nuestro planeta, evolucionaron y se, transformaron.
         Cuatro mil cuatrocientos setenta  millones de años, se sabe que es el tiempo de vida de la tierra y dos millones y medio de años cuenta la existencia humana sobre la tierra.
          Los geofísicos, paleontólogos, arqueólogos, astrólogos y muchos otros expertos científicos, nos lo cuentan actualmente, según van haciendo sus descubrimientos, por todo el planeta y nos lo transmiten por diversos medios (publicaciones científicas, prensa, T.V., radio, etc.) Hace muy pocos días se nos mostraba un pez primario, cuyo origen data, de más de trescientos millones de años, llamado COELATÁN, en un documental de T.V. con la gran alegría- euforia pura-, del científico que dio fe de su existencia, mostrándonoslo recién capturado.
          TEIA era un planeta más grande que Marte que chocó contra la Tierra, siendo a consecuencia de ese golpe y de la velocidad en que se produjo, como se desprendió de nuestro planeta un trozo, originando  nuestro satélite: La Luna.
         Actualmente, conocemos casi al momento, el nacimiento de una nueva estrella. También su muerte después de millones de años de existencia, a la que llaman “SUPER NOVA”, que luce al final, paradójicamente, con un potente estallido de luz, con el que preconiza su fin.
         La ciencia es buena cuando trata de despejar incógnitas que han estado ocultas tanto tiempo, y lo hace con una finalidad de progreso y para que no nos veamos abocados a caer siempre en iguales errores. De momento, no establece dogmas. Hay unas reglas que vienen dadas por el avance del conocimiento. También investiga sobre enfermedades y trata de paliarlas y si puede curarlas, lo hace. Como la ciencia no es exacta, tras ensayos y experimentos…, a una teoría, sucede en periodos más o menos largos, otra teoría, que anula, o modifica la anterior, pero no hay muertes entre los científicos. No se mata ni se generan guerras, porque otro sabio, otro hombre de ciencia, con mejor y mayor juicio, haya enfocado un tema de otro modo, que en su tiempo había sido aceptado como verdadero. La nueva teoría, y las nuevas investigaciones son quienes tienen que arrinconar lo antes hecho.
          No pasa igual, con las creencias religiosas y siempre, y en los confines del tiempo, ha habido y parece que seguirá habiendo,  guerras, crímenes y otras injusticias del hombre para con el hombre,  por sus fanatismos religiosos, que por la presunta, salvación de su alma, provoca daños a la libertad de quien no piensa igual, que sus estrictos dogmatismos, que según la época, se  interpretan de un modo u otro. Ha habido y sigue habiendo, guerras, muerte, injusticias, sin considerar que estamos aquí, para vivir y no para eliminar a todo aquél, que no sea del mismo criterio o la misma religión, pasa también, con demasiada frecuencia, en política, y mucho en políticas orientadas y dependientes de fanatismos religiosos.
         Buscar la perfección es natural, pero nuestra civilización está muy  fragmentada y es muy desigual  su evolución, por lo que todavía queda un largo recorrido.

Documentación:
Prensa, Radio, Libros, TV, Cine, Google…
Tertulias
Deducciones personales

Alicante 31/12/2013
Mª Jesús Ortega Torres
        
        


viernes, 6 de diciembre de 2013


Se han cumplido, el pasado día dos de este mes de diciembre, los dos años de la muerte de nuestro gran poeta y amigo Emilio Victoria Muñoz.
Con este poema le recordamos con cariño.


“DESAMOR”
 Cuando ayer me ofreciste tu cariño
me hiciste el más feliz de los mortales,
y puse en él todas mis facultades,
y gocé de tu amor igual que un niño
con un juguete nuevo, te lo juro.
Y hasta traté de ser feliz contigo.
                              No sabía que un día mi castigo
habría de ser aquel amor seguro.

Pero ¡qué lejos está aquel ayer!
No puedo reprocharte tu desvío
pues que tu corazón, igual que el mío,
son mudables  en cosas del querer.

Sin duda me dirás que hemos vivido
instantes de placer incontrolado.
Será verdad, más mira que ha quedado
de la hoguera que entonces encendimos.
De aquello quedan los rescoldos fríos
apenas solamente  un buen recuerdo.
Pero… ¿Aquello fue Amor? Si no me acuerdo
siquiera que dio paso a tus desvíos.
Ahora, al reflexionar, lo veo claro:
Lo nuestro no fue amor, no fue cariño;
fue pasión desbordada, solo un guiño
al placer y a la vida, y sin reparo.
Pero ¿Es así  el Amor voluble, y caro?
Yo tengo la esperanza de que un día
Llegue Amor verdadero, por la vía
Del Cielo y de la Mar, hasta mi faro.

Emilio Victoria Muñoz