miércoles, 31 de diciembre de 2014

NUEVO AÑO





NUEVO AÑO


 Al brindar se le cayó la copa. Todos murmuraron: “Mala suerte, mala suerte…”

     Pero instintivamente, al mirar al suelo, vieron las burbujas brincar y parecían reír…




        FELIZ 2015

  FELIZ AÑO NUEVO


lunes, 29 de diciembre de 2014

LAMENTO




Moriré y quedará sola un alma.
Un alma en el vacío, sin hombro, sin mirada…
Sin la llama de noche, sin la llamada al alba.

Sin mi voz, que te nombre, sin mi brazo que abraza.
Sin mi pena que es tuya, sin mi alegría blanca.
Y… tendrás que andar solo
de noche, y en el alba.

Encontrarás amores, si de tu tren te bajas.
Mas, no serán tan ciertos.
Mas no te darán calma…
Querrás que vuelva el día, en el que yo te amaba.


Alicante 21/12/2014

Mª Jesús Ortega Torres

sábado, 20 de diciembre de 2014

EL ENCUENTRO

En este mes de Diciembre, se cumplen tres años de la ausencia de nuestro querido amigo, poeta y presidente del grupo "NUMEN" de Alicante, Emilio Victoria Muñoz. 
Creo que la palabra es inmortal siempre que exista el recuerdo y su palabra, sabia, didáctica y algo irónica a la vez, la recordamos con alegría. Aunque en esta ocasión ha firmado con seudónimo, siempre es un privilegio leer al poeta, cuentista, novelista y amigo Emilio.




“EL ENCUENTRO”

RELATO

      Caminando cansinamente, bajo los arcos poco sombreados de las palmeras de la “Explanada”, llegué hasta la cafetería de su extremo y esperé la apertura del semáforo para cruzar al otro lado de la plaza hasta entrar  en el “Paseo Gómiz”. Buscaba uno de esos merenderos llamado “Chiringuito”, que existen al principio del paseo, frente a la playa, y que en verano están llenos de gente a rebosar,  desde la sombra tranquila de su toldo.
Cuando llegaba junto a la improvisada  terraza, vi una mesita con dos sillas a su alrededor y me apresuré a acercarme para coger una. Era un punto clave para observar el mar. Cuando alargaba la mano para coger una de las sillas, otra mano delgada,  blanca, se me adelantó. Agarró fuertemente el respaldo de la silla y se dirigió a mí casi provocativamente:
--Yo he llegado primero
Prudentemente hice marcha atrás y busqué una silla solitaria que había en un rincón. La mujer que me había cortado la trayectoria, se encaró una vez más conmigo para decirme:
--Perdone, pero esta silla es para un amigo…
Me retiré unos pasos prudentemente. Desde allí observé a la mujer que se me había enfrentado. Era alta delgada, de facciones agradables y cabello casi blanco. No suelo calcular con eficacia la edad de las personas, pero bien podía pasar la edad de la jubilación. Su rostro bien cuidado se endureció levemente al dirigirse a mi otra vez…
--¡ Eh, oiga!, siéntese aquí por favor.
Traté de declinar su invitación, pero como me estaba dando el sol en la cara acepté humildemente. Me acerqué a la mesita y observé que la otra silla seguía desocupada.
--Siéntese por favor. Era para un amigo mío pero veo que se está retrasando.
Me miró fijamente y añadió:
--Como habrá comprendido fue solo una excusa para quedarme con las dos sillas.
Busqué en cierto modo una explicación, para que aquella mujer tratara de quedarse con las dos sillas, me callé y le di las gracias con un gesto.
--Perdone- dijo la mujer precipitada--, pero yo no acostumbro a hablar con extraños.
--Me parece muy bien- dije yo-, si le sirve de algo me llamo Tristán, pero como no tenemos nada que hablar, siga usted con lo que hacía y permítame que pague yo su consumición.
Mientras venía el camarero y nos servía, traté de observarla con disimulo. Sin ser bella, tenía unas facciones agradables…
--Yo, ya soy  un hombre ya mayor y no pretendía molestarla. Actualmente estoy en una pensión pequeña, gozando de esta primavera y esperando reanudar mis actividades normales.
Ella me miraba de reojo mientras sacó de su bolsa una novela algo arrugada que se notaba haber sido muchas veces manoseada, yo entonces para hacerme el interesante, saqué una pequeña libreta de bolsillo y anoté los gastos. Era una costumbre mía anotar todo lo que gastaba.
La mujer mirando de soslayo me preguntó de repente:
--¿Qué es usted, policía o inspector?
--Me permitirá que yo la invite, ya que he venido a trastornar su tranquilidad…
--Alto, alto- dijo ella-, no tiene porque hacerlo, yo soy una persona decente.
--Yo también lo soy,  y como compartimos mesa, me permito invitarla.
--Bueno,  si es una horchata sola…
--Si quiere algo más…,
-- He visto unos bollitos en el mostrador y unos rollitos de anís.
--Lo que usted quiera señora.
Le indiqué al camarero que estaba ya apercibido:
--Sírvale a la señora unos bollitos y unos rollitos de anís.
Displicentemente ella se volvió a su labor y sacando la novela la abrió por una página marcada. Yo trataba de analizar que carácter tenía aquella extraña dama. De repente se volvió para decir: --¿Qué está usted mirando?.
--No miro nada señora.
--Sí, estaba usted mirándome.
--Estaba yo mirándola…, pero ¿qué quiere usted que haga, si está usted delante, para no mirarla tendría que volver la cabeza.
Vaya no se haga usted el gracioso.  De repente deja la novela y me pregunta:--¿Qué hace usted aquí?
--De momento tomarme una horchata con usted- y añadí -, ¿qué está leyendo?, tratando de serenar la situación.
--Una novela de romanos.
--¿Le gusta la historia?
--Ésta sí. Está bastante bien. Hasta sale una princesa ibérica.
--Es celtibérica y se llama “Socedeyaunin”.
--¿ Y usted cómo lo sabe?
--Porque esa novela está escrita por mi.
Su expresión cambió de pronto…, de huraña a amable y se hizo expansivamente sociable.
--¿De verdad que es usted escritor?, me gusta el carácter de “Ygortas”, ¿cómo se le ocurren esas cosas?.
--Porque me gusta la historia y me gusta escribir, ¿quiere que le cuente el final?.
--No por favor, pero podemos hablar de los cántabros, porque  usted debe saber mucho de ellos.
La escena había cambiado. Ella hablaba por los codos y desprendiéndose de aquél aspecto receloso del principio, era una interlocutora muy amable.
…Se nos hizo tarde. Ella seguía interesada en mis palabras y ella estaba disfrutando al ver que estaba hablando con un presunto escritor. Para mí, era también un encuentro especial. Era la primera vez que podía hablar con un lector de mi novela.
Aún se comió cuatro rosquillas más antes de que nos despidiéramos.
Ella con un tono casi temeroso me preguntó:
--¿Va usted a volver mañana?.
--La esperaré a estas horas en esta misma mesa. ¿quiere?
Desde entonces Ana y yo, fuimos grandes amigos.


TRISTÁN OLMEDO


viernes, 19 de diciembre de 2014

SUENAN LAS CAMPANAS




SUENAN LAS CAMPANAS
¡Vamos a Belén!
allá nos esperan,
María y José.

Con el “buey” y la “mula”
se han de preparar,
pues el  veinticinco
un niño vendrá.

Que amará a los hombres…
¡Todos le amarán!
Por ingrato sino
un día cambiará.
Como a hombre ¿farsante?
crucificarán…

Todo se ha resuelto.
El Niño, era Dios,
y en este misterio
el Hombre vivió.

En “Espíritu”, en “Hombre”,
también como Dios.




Alicante  18/12/2014
Mª Jesús Ortega Torres



jueves, 11 de diciembre de 2014

MORBO



MORBO

 (Hojas de Ensayo)

         “Amar a alguien, es verlo
          como Dios lo concibió”
         FEDOR DOSTOIEVSKI

   Comenzar estas “Hojas de ensayo”, con una cita de Dostoievski, y además, con una cita que empieza con la palabra “amar”, creo que es un lujo y, también, lo más que podía soñar, porque creo que en el morbo, lo que no se da, es la palabra amar ni amor, hacia quien nos produce ese morbo.
        En la tercera acepción de morboso-a, leemos que “se aplica a lo que puede provocar emociones o sentimientos malsanos y a las personas proclives a tenerlos” (Diccionario de María Moliner).
        El “morbo”, se define en el mismo diccionario  como “interés o atracción malsanos por lo desagradable, lo prohibido o lo inmoral”.
        Por inmoral se indica “que se falta a la moral”, es decir, a las buenas costumbres en costumbres sexuales y en personas que cometen o pueden cometer acciones contrarias a la moral. En lo “amoral” hay una falta de valoración moral. En lo amoral no hay moral.
                Para que haya morbo, tiene  que haber un objeto, animal, o persona que lo cause o lo inspire, y una o varias personas proclives a sentirlo. A veces el morbo por una persona, se da, simultáneamente, en un grupo, aunque no es amoral, ni pernicioso,
el desarrollo en demasía de la curiosidad por el argumento de una novela de misterio, crímenes o sencillamente de “amor y lujo”.
       
En el Eclesiastés se lee:
         “La lengua de  los sabios está en su corazón; la de los necios en su boca”.

        Es fácil hablar, y más del  otro, nos concierna o no. Le queramos, o no lo conozcamos y como nos dice el Eclesiastés, hacemos difícil hacerlo con el corazón y a veces hablamos, muy precipitadamente, de lo que se ve, no de lo que se siente o se puede sentir.
        La persona o personas que provocan el morbo, no suelen ser conscientes de que lo están provocando…
Para el observador hay una fase de sorpresa, que da paso rápidamente a una mayor atención y posteriormente se puede pasar al olvido o al morbo.
        Da mucho morbo el compañero de trabajo que tiene un mal día y no da “pié con bola” en lo que está haciendo, y es su compañero de toda la vida, quien le denuncia a sus otros colegas, y ríen todo el tiempo, a sus espaldas, en vez de ayudarle.
Si de los tropiezos en el trabajo se pasa a los “tropezones” de la calle, hay situaciones morbosas, en los que las personas que están cayéndose, no terminan de caer, y se forma un grupo rápidamente, que, en vez de ayudarle a que no caiga, parece que aplauden la gracia, lo que causa mucha consternación en la víctima.
        Como sabemos, hay muchas clases de enfermedades mentales y en algunas de ellas, cuando no se está en crisis aguda, el enfermo mental es una persona normal que sigue percibiendo, por parte de algún  observador, una curiosidad por todo lo que le concierne, rayando en lo patológico, y que le sigue marcando, pues no es afecto lo que se le ofrece, sino curiosidad. Una curiosidad en mayor o menor grado y que puede ser morbosa y hacer daño, cuando no se vislumbra ni un ápice de afecto.
        Los accidentes en carretera o urbanos, provocan morbo en muchas personas, que se amontonan a mirar, sin posibilidad de hacer nada para cambiar una fatal situación a mejor, ya que hay que esperar a la ambulancia y en muchos casos, por desgracia, a la funeraria. Pero ahí están…, inmóviles y como viendo  un interesante espectáculo.
        Hay anuncios en periódicos y otros medios de comunicación, en donde se especifican claramente los deseos de quienes los ponen, y que, con un lenguaje claro y desenvuelto, solicitan parejas de matrimonios, para juegos sexuales, teniendo al marido como el que mira…
        En sus preliminares, el cinematógrafo contó con que algunos científicos, filmaban sus pruebas para poderlas ofrecer a un público que quería saber y se interesaba. Thomas Alba Edison, filmó el efecto de  la corriente alterna en un paquidermo (con el resultado de la muerte del elefante), para posteriormente publicarlo y que se tuviera presente su peligro.
        Muchas son las películas cinematográficas que suscitan  el morbo en su argumento, secuencias, actores y actrices… En la película “Psicosis” (Hitchock, 1960), se originó mucho morbo, sin haberla estrenado siquiera, porque en su anuncio publicitario, se puntualizó con cierto énfasis, que no se admitiría la entrada a las personas si estaba, ya, la película empezada, puesto que el argumento debía de ser seguido desde el principio. Se terminaron las entradas, y en todos  los lugares donde se exhibió, hubo “lleno total”. Desde luego, el llamado “padre del suspense” Hitchock, supo tocar la fibra a sus seguidores y Psicosis, fue récord de ventas a empresarios cinematográficos y en ventanilla.
        De la película “El último tango en París” (Bertolucci, 1972), se recuerda la escena de “la mantequilla”, y  también que, ante la imposibilidad de verla en España, hizo pasar la frontera a muchos españoles…
        Actualmente y por otro lado, tenemos a Lars Von Trier, que con varias películas de corte erótico, todas coinciden en que producen  morbo por lo inmoral y amoral de sus imágenes de sexo y textos. Muy lejos de lo  que pensaba el director al hacerla, la última película de Trier: “Nymphomaniac” (25/12/013), que es lo que parece: sexo explícito, ha tenido y tiene dificultades de distribución y divulgación: Las pocas salas que se han atrevido a aceptarla, no se llenan. Daniel Bajo, responsable de Ventas de “Karma” desde “El Confidencial” (7/04/014) y haciendo referencia a “La vida de Adele”, opina que: “el sexo gay es más tabú que el sexo lésbico”. En la citada entrevista, se nos cuenta que pasa también con las películas de sexo gay, que los productores no recuperan lo invertido, porque son consideradas como “muy fuertes” y acude muy poca gente a las escasas salas en donde las han aceptado y se reproducen.
        Las películas sobre “samuráis”, nos cuentan las tradiciones  de estos guerreros japoneses, que cuando perdían  su honor, por un delito de asesinato, robo, corrupción etc., estaban obligados a hacerse el “Harakiri”, que consistía en usar un sable contra ellos mismos y que les provocaba la muerte. Era un rito, en donde el suicida samurái, bebía una copa de “sake” y componía un poema (yuigon) de despedida, en el dorso del abanico de guerra (tessen). Si perdían en la batalla y para no caer en manos enemigas también, opcionalmente, se hacían el harakiri, pues se creían deshonrados y ésta era la única forma de morir con honor.
        En la ópera “Madame Butterfly”, que compuso Puccini, la protagonista, en el último acto (“Con onor muore”), se quita  la vida con un puñal en cuya empuñadura se podía leer: “Con honor muere quien no puede mantener su vida con honor”. Esta ópera ubicada en Japón, está basada en un hecho real que escribió Long, a finales del siglo XIX.
        Podemos entender que lo que es motivo de honor para unas personas, llegue a ser motivo de morbo para otros, que la muerte, el sexo, el misterio, algunos experimentos…,  lleguen a desembocar en él, y que, como todo lo que gusta crea adicción y haya adeptos al morbo. Todo tiene un lado bueno a pesar de parecer malo, y su lado mejor está en la enseñanza que se deriva de una mala experiencia en otras personas y más en nosotros mismos, que si a “algunos”, les causa morbo, nos debe servir a los demás, para aceptar, como una experiencia más en nuestra vida, algo con lo que casualmente nos hemos encontrado, o que, casualmente, hemos provocado de modo inconsciente. Creo que todas las experiencias de los demás y también nuestras experiencias, son buenas si nos sirven para aprender y seguir forjándonos.

Documentación:

                   Wikipedia
                    Diario “El confidencial”
                    “Eclesiastés”
                     Deducciones personales

Alicante 10/12/2014
Mª Jesús Ortega Torres