RECUERDO AL POETA JOSÉ ANTONIO SUÁREZ
El ahora
pasado día seis de Febrero, se han cumplido dos años desde que nos dejó el poeta y
amigo JOSÉ ANTONIO SUÁREZ GARCÍA, y como hicimos el pasado año desde este Blog,
queremos manifestar nuestro sentimiento y recuerdo, con uno de sus tiernos
sonetos dedicados a su perro “Chito”, y recordar el bello prologo que le dedicó el también poeta GERARDO DIEGO.
El recuerdo hace inmortal al hombre. El recuerdo
hace inmortal al poeta.
PRÓLOGO, POR GERARDO DIEGO,
AL POEMARIO
“DIOS Y CHITO” DEL POETA ANTONIO VÍCTOR
(JOSÉ ANTONIO SUÁREZ)
Tengo
un amigo poeta. Y mi amigo tiene un perro. Tiene un perro, lo cual equivale a decir, en cierto modo, que mi
amigo es rico. Su posesión es absoluta y en su esclavo amicísimo encuentra
respuesta a sus inquietudes, compañía a sus soledades, obediencia a sus deseos
y consuelo a sus penas. No soy demasiado partidario de los perros, aunque de lo
que acabo de decir, podría deducirse lo contrario. Los admiro y hasta los
quiero, cuando se me hacen confiados, pero jamás he poseído uno. No he sido
nunca “amo”. Y, en cambio, he padecido mucho con sus recelos, sus ladridos
inarmónicos y asustantes y sus rencores injustificados, cuando yo soy para el
perro el desconocido del que por adelantado hay que desconfiar.
Mi
amigo tiene un perro. El perro se llama Chito. No le conozco porque ahora mi
amigo, que había nacido cerca de mi tierra, en Asturias, vive lejos a la orilla
del Mediterráneo. Antonio Víctor, nombre poético y, supongo que en lo esencial,
nombre de pila del poeta, recibió una esmerada educación humanista. Posee el
sentido de la forma, de la belleza retórica y de la concentración en la palabra honda.
Porque
Antonio Víctor vive una doble vocación:
filósofo y poeta. Como en los siglos fundadores del clasicismo griego, cuando
los presocráticos y los poetas didácticos, teogónicos y gnómicos, su
pensamiento puede expresarse, mejor que en prosa, en los cauces paralelos del
verso.
La
filosofía es una filosofía __ así lo ha
bautizado él__ “del anhelo”. Dicho se está su parentesco con la filosofía
existencial, pero con un matiz muy personal y libre de todo morbo posromántico.
Ahora y después de un primer libro, “Mortal eterno”, ya muy interesante, me
sorprende con el regalo de otro.
A mí
los sonetos me han causado una intensa
emoción, hasta el punto de saltárseme las lágrimas con alguno. Si la poesía ha
de ser algo trascendente, su mejor prueba es ésta de la emoción aguda en su
lector partícipe.
La
historia del perro desde su súbita aparición hasta la angustia de la ausencia.
El
paisaje en torno, diurno o nocturno; la compañía de la esposa, los celos,
fantasías y confidencias del can y su dueño, los impenetrables misterios de
unos ojos siderales, de un alma incógnita, los presentimientos de eternidad y
más allá en el espacio y el tiempo, los fundamentos mismos de la hombría, de la
“perrunía” y del ser existencial y esencial van desfilando a lo largo de los
sonetos en conmovedora procesión de estampas, meditaciones y efusiones de amor.
Libro digno de un verdadero poeta que
exige, por tanto, un lector verdadero, que sepa comulgar con la poesía y
abismarse en la cavilación filosófica.
GERARDO
DIEGO
FIDELIDAD
Llena Chito mi vida de
ventura,
su eterno afán de hacerme
compañía,
su tierna adoración con alegría,
que no hay entre él y yo
mayor altura.
No se postra ante mí en su desventura,
ni siente en su interior
la rebeldía
de una vida angustiosa,
triste y fría,
que a mi corazón llena de
amargura.
Yo pienso, al verle
humilde y resignado
guardando mi jardín junto
a la puerta,
en aquél paraíso que he
anhelado,
velando en el dintel de
pie a otro dueño,
con el alma en la angustia
ya despierta,
mientras llamo en la noche de su sueño.
JOSÉ ANTONIO SUÁREZ
Alicante
07/02/015
Mª
Jesús Ortega Torres