miércoles, 20 de mayo de 2015

CREATIVIDAD Tomar y dar (Leer y escribir)





CREATIVIDAD
Tomar y Dar
(Leer y Escribir)


         Me gusta leer. Me gusta escribir.
Escribir es un arte, leer también, porque cuando lees, traduces pensamientos y sensaciones de otras personas y, empatizando, los injertas en los tuyos y los aceptas y compartes… Si no sucede así “les das de lado”, los rechazas y creas tus propios pensamientos.
         ¿No existe el pensamiento? ¿Solo existe el miedo?

Somos todo: pensamiento y miedo.
        
         Si se va el pensamiento se va el ser…

Quedan los dientes que ya no muerden
Quedan las uñas que ya no arañan
Queda un corazón ¿que ya no late…?

         Si el pensamiento “ha volado”, el ser no es.
Dientes. Uñas. Corazón: no sirven para nada.
        
         El miedo es una consecuencia del pensamiento.
¿Es el más valiente, el que más miedo  tiene?
Se puede tener miedo a conocerse, a encontrarse y no gustarse. Miedo a tu propio “YO”.
        
         Por el miedo, el “homo sapiens” pensó en el fuego. Luego, después, se pudo relajar.
Las bestias del bosque ya no lo atacaban. Estaba más seguro.

         A Borges le gustaba mucho leer. Se imaginaba el cielo como una gran biblioteca. En el suelo y “boca abajo”, pasaba horas y horas leyendo. Se encuentra, escondido, en cada uno de sus cuentos.
Se le siente “VIVO”.
        
         Cervantes nos enseñó la dualidad de lo sutil y lo ordinario. De la locura y la cordura…
Sus metáforas que, antaño, nos hicieron reír -¡pobres jóvenes inconscientes!-,  ahora, a veces, nos hacen llorar. ¿Será porque se repite, en nuestras propias personas, alguna de sus historias?
         Quijano ayuda a todos: “desfaciendo entuertos”. Sancho ayuda a Quijano, que no se deja ayudar, se resiste. Quiere ser “ÉL” y no es consciente de que alguna de sus neuronas, le patinan. No admite intermediarios.
Se sabe lleno de enemigos, pero tiene su fuerza:
         “Ladran Sancho, luego cabalgamos…”

Con, de, desde, bajo, sobre, contra…
         A pesar de los otros (entre  los que se encuentran nuestros miedos), tenemos que cabalgar, podemos cabalgar. Debemos cabalgar.
Nosotros somos “los otros” para los demás.
         Miedo, pensamiento, acción… ¿Herir sensibilidades?
Que te hieran a ti ¿te gusta?
“Pies de plomo, pies de plomo” se inventaron  los pies de plomo que quiere decir: despaaaacio, despaaaaacio, más despaaaaaaaacio…
  
    Tenemos a Juan Ramón Jiménez que nos  dice en unos versos de sus “ETERNIDADES”:

XXXVI
¡No corras, ve despacio,
que adonde tienes que ir, es a ti solo!

¡Ve despacio, no corras,
que el niño de tu yo, recién nacido,
eterno,
no te puede seguir!

         Esta filosofía poética y bella, ojalá fuese presente. Pero no: a los poetas-filósofos, filósofos-poetas, se les archiva y todavía no se ha puesto en práctica la filosofía de Aristóteles (384-322 a. C.), cuando nos recomienda desarrollar las virtudes que se derivan de la Ética…

En nuestra celeste Biblioteca, no nos puede faltar “GABO”. Gabriel García Márquez: un hombre bueno, sencillo. Ve, transmite. Nos sorprende.
         La soledad, “los olvidados”. Los olvidados a los que miramos “de reojo”.
Los olvidados que no queremos ver —no nos interesan--. Los olvidados que son mayoría —“YO”, no quiero estar entre ellos--.
Los olvidados que lograron un  “Premio Nobel”, ahí siguen: ¡OLVIDADOS!
         “Porque las estirpes condenadas a cien años de soledad, no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”.

         ¿Por qué escribo? ¿Por qué me gusta escribir?
Porque  empecé a  ir al “cole” a los dos años, y creo que puedo atreverme a decir alguna cosa, como por ejemplo que:
          Pablito, un niño de seis años, se encontraba muy feliz, con su “Diplodocus”, que encontró en la cocina, comiéndose una hoja de lechuga que su madre quería lavar…
         La madre de Pablo, llegó del mercado y empezó a colocar la fruta en su sitio, llenó  un recipiente de agua para lavar y refrescar media  lechuga para la ensalada. Él, Pablito, estaba a su lado y vio como cuatro cuernecillos sobresalían por debajo de una hoja de la lechuga. Le dio la vuelta y era un pintoresco caracol, al que pudo llamar “garbancito” porque era muy pequeñito, pero  para que su “mami” riera, le gritó: ¡Diplodocus, Diplodocus...!
         Pablito admiraba a los dinosaurios, pero consideró que el pequeño caracol, era más asequible… Dejó que se deslizara entre sus dedos, vertiendo en ellos su baba…:
 -- Diplodocus, ¿qué estás haciendo…? ¡Me estás poniendo perdido!
         Siguió su interrogatorio: --Diplodocus, ¿Por qué me miras tanto?
¿Te parezco simpático acaso?, ¿te gusto? ¿Quieres jugar conmigo?
         Y… entonces ¡oh, milagro! El caracolillo, sacó y metió repetidas veces sus cuernecillos, como en señal de aprobación y Pablo se sintió muy feliz de gustarle al amigo que le había llegado como una sorpresa…

         Esta historia le ha podido pasar a Pablito de seis años, y a una persona adulta -a todas las personas a las que nos queda algo de ternura-.
Se puede cerrar con un final feliz, abierto, o triste.
         Me gusta escribir, porque puedo decidir…: A veces me dejo influir por mi estado anímico, por  los acontecimientos del momento y porque algo que he leído me ha motivado a hacerlo, para aprobarlo, reprobarlo o acoplar mis propias  conclusiones. En frío: repaso y rectifico
         De cualquier modo, considero más importante leer que escribir. Son necesidades complementarias y ambas nos enriquecen, porque con la primera conocemos a los demás y a veces nos vemos reflejados. Con escribir, nos vamos conociendo más a nosotros mismos y hacemos que nos conozcan los demás y también se hallen.

Alicante 27/11/2014
Mª Jesús Ortega Torres
(Este tema lo presenté como primer trabajo en el taller de escritura  creativa, que imparte en la Universidad de Alicante, el admirable y cercano profesor argentino, Mariano Catoni).






        



martes, 12 de mayo de 2015

CAMBIANDO




CAMBIANDO


Barco en el desierto, olas sin agua.
Viento que no sopla, en la mañana.
¿Dónde estás amor?, no te he encontrado;
me despierta una voz. No he acertado.

Sigue, sigue la flecha, ¡ya estás llegando!;
el camino mejor tu vas hallando…
La corriente se para. Ya vendrá el viento,
que con el pensamiento se está juntando.

El desierto está solo. Solo dos palabras
 lo están cambiando: ¡Muévete arena…!
 Las dunas del desierto tienen su espacio,
su viento tienen. Tienen su tiempo, tienen su pena.

Barco en el mar. Arenas y olas. Viento que sopla…
 ¡Muévete ola! Las aguas de los mares que arenga el viento,
hacen que nazcas y hacen que mueras, sin un lamento.
¿Dónde estás amor?

Olas y arena. Arena y olas.
Amores vivos. Amores muertos
Tienen su espacio, tienen su tiempo.



ALICANTE 18/03/2015

Mª Jesús  Ortega Torres