CATALINA
Y PEDRO
(¡Ay qué
cosas!)
He
encontrado a Catalina, llorando; desesperada,
pues su
vecino “de abajo“, amor le juró en su casa.
Llegó por
ver si había hecho, el pastel que le
gustaba:
Fina
almendra, miel de roble y los huevos que aceptara.
Ella ¡Tremenda
sorpresa!, se quedó casi sin habla…
¡Tantos
años de amistad!
¡Tantos
años de confianza!
Declarándole
su amor, la dejó casi pasmada…
Esperando
una respuesta, Pedro le tomó una mano.
Catalina
se echó atrás. ¡Por Dios Pedro!
…Pero, ¿Y
Carmen…? ¿Y tus hijos? Pedro, ¡Por Dios!
¡Qué pasada…! Que te haga ella el pastel…
¡Ay,
Catalina querida!
El pastel
que tú me des, no me lo hará ella en su vida,
Con que
ponte a trabajar, que mientras que tú lo haces,
me
despido de mi gente, y yo aquí me voy a mudar.
Catalina
está contenta, pero teme de algún modo,
esa
afrenta a su vecina, que si se le cruza el cable
se subirá
de inmediato, y con la fuerza que tiene,
le va a
romper la crisma.
Y llora,
llora que llora. No necesita cebolla,
porque su
vecina, Carmen, tiene fuerza matutina,
tiene
fuerza vespertina, y si quiere, con un dedo:
¡Por la
ventana la tira!
¡Ay, que cosas pasan…!
SANTURDE DE RIOJA 15/08/2016
Mª Jesús Ortega Torres