jueves, 31 de diciembre de 2015

FELIZ NOCHEVIEJA ---- FELIZ AÑO NUEVO




“SOY YO.ERES TÚ”


EN MI MAR HAY UNA BARCA
QUE PASEA SOLITARIA.
NO SE MUEVE…, PERO AVANZA.
ES LA BARCA DE MI MENTE.
ES LA BARCA DE MI ALMA

YO NO LA PUEDO MIRAR…
SOY YO. ERES TÚ ESA BARCA
QUE PASEA SOLITARIA SIN MOVERSE.

¡QUÉ MILAGRO!: NO SE MUEVE PERO AVANZA

PORQUE AVANZA,
 CADA DÍA ME SORPRENDE
CON ALGO NUEVO QUE TRAMA
¿QUÉ PENSARÁ PARA HOY?
¿UNA SORPRESA A LA CARTA?

EN MI MAR, HAY MUCHOS PECES
QUE ME DISTRAEN. ME HACEN BAJAR DE ESA  BARCA
TIENEN COLORES BONITOS…
Y SE ESCURREN EN  MIS AGUAS

SON SUEÑOS Y FANTASÍAS,
RESUCITAN MIS NOSTALGIAS,
ALIENTAN MIS ILUSIONES
HACEN FELIZ LAS MAÑANAS, TARDES, NOCHES…
HACEN MÁS FUERTES LAS ALMAS.

EN MI MAR HAY UNA BARCA, QUE, MECIDA POR  LAS OLAS,
NO SE MUEVE, PERO AVANZA.

Feliz noche vieja  -----   Feliz año nuevo
Mª JESÚS ORTEGA TORRES




lunes, 21 de diciembre de 2015

FELICES NAVIDADES




 FELICES NAVIDADES


…Y FELIZ 16
QUE TUS SUEÑOS SE CUMPLAN
SALUD Y AMOR TAMBIÉN

Y LOS MAGOS CARGADOS,
CON ESPERANZA Y PAZ
LA TRANSMITAN AL MUNDO,
Y EL MAL ACABARÁ.


miércoles, 16 de diciembre de 2015

DEL AMOR Y DE LA POLÍTICA (Aproximación a un relato)





DEL AMOR Y DE LA POLÍTICA
(Aproximación a un relato)

(Hojas de ensayo)

        Leo, estás consternada hoy. ¿Qué te pasa…? ¿Te ha vuelto a ocurrir lo de siempre…?
        Sí, gritas para tus adentros (si es que para los adentros de una se puede gritar): “Se ha vuelto a enamorar de mí un imposible, uno de ‘derechas’, y yo soy de la  izquierda más radical...”    Otra vez vuelven a ti, los quebraderos de cabeza, los problemas de conciencia. A Ignacio se le ve tan vehemente, tan enamorado… El corte de pelo te favorece bastante y lo has flechado, es todo tuyo ¡A por él!
        Pero no, ahora, toda tú eres sinónima de la palabra “temor”, además en plural. “temores…”, y como siempre, te sientes inoculada por un veneno que no te permite dar un paso, te paraliza…, pero tu conciencia empieza a hacer historia y a considerar que por una cosa u otra, siempre te pasa lo mismo.
        En ti se da una parecida sensación, a la que te ocurrió cuando te enamoraste de Felipe. Él era de izquierdas como tú, pero su fama de don Juan, te echaba siempre para atrás. No era solo fama,  porque siempre que os veíais lo saludaba con efusión alguna chica distinta y tú, inconscientemente, sabías que te estaban inoculando algún narcótico venenoso, que despertaba tu conciencia de víctima e impedía tus movimientos para ir, libremente hacia él, y precisamente, por el efecto de ese narcótico, no sabías como tirar la piedra y dar la cara. El “quid” de la cuestión, no se podía resolver, porque él, Felipe, también parecía inoculado por  algún tipo de narcótico que le impedía lanzarse a ti. Tú percibías su especial interés en todo lo tuyo, habías notado alguna mirada extraviada y llena de: ¿deseo, ternura, admiración…? No te daba tiempo a definir esas miradas, eran rápidas y enseguida, él, con otra actitud, parecía borrarlas. Tú también borrabas las tuyas. Esto a ti te dejaba sumida en mil dudas. Mil quebrantos y, siempre, con la almohada mojada.
        Tenías poca experiencia, muchos complejos y traumas. Demasiadas depresiones, unas exógenas, otras endógenas y ellas te minaban el tiempo, tu vida, tus amistades, tus amores… De éstos últimos, ninguno llegó nunca a feliz término. No siempre había sido culpa tuya, aunque, en tu fuero interno, reconoces que ponías mucho de tu parte para que así fuese. Te gustaba demasiado estar sola, más que sola  libre, sin ataduras, sin nadie que te mandara. Ha habido y hay en ti tantos condicionantes…
       
Pensabas:
        “No sé lo que hubiera pasado, si mis padres hubiesen sido otros. No los que son, no los que han sido. Habría tenido otros genes, otra cara, otro cuerpo otra manera de pensar. Bueno, la verdad es que sería otra…, pero ahora ¡soy como soy! También además de ellos, entramos nosotros en la formación de nuestra escultura viviente, con un temperamento que tratamos, todos, de modelarnos aunque la influencia de nuestra familia y ámbito social, sea influyente e importante. Nos hacemos responsables de  lo que nos legaron, pero sobre todo de cómo lo hemos procesado y asumido…”
        Después de esta reflexión, que, ¡qué casualidad!, siempre te la haces ante algún problema, sigues pensando  que en tu educación, faltaron las “artes marciales de la conducta”. Sí, piensas que el ir sin rodeos, directa al grano del problema  o cuestión, sin inhibiciones, ni pegas, excusas y otras gaitas… entre las que se debían mencionar tus muchos miedos e inseguridades, sería la línea a seguir para que se acabaran tus cuitas y problemas.
        Ahora Ignacio viene pidiendo guerra. Le ves algo lanzado porque le has gustado y debe de estar algo cansado de estar solo; tanto tiempo separado, la vida en solitario de un hombre, no es igual a la de una mujer, se les llama, a casi todos “adanes” porque no saben hacer nada; bueno, eso, los de tu promoción, porque las mujeres de ahora se han espabilado y les  suelen poner, a sus hombres, el delantal con un besito cariñoso, y, vaya lo bien que les sienta…
        Pero volviendo a lo nuestro, ¡a ver Leonor!, ¿te vas a llevar a la cama a ese Ignacio o no? Me dices que tú tienes conciencia política… ¿Y qué?, ¿no le encontraste un aire a Felipe? ¿te gusta y no lo quieres reconocer? ¿no me vengas conque no te gustan los clones…?
        ¿Se parece demasiado a tu padre que también era de derechas?, pero tu padre, por desgracia, hace mucho tiempo que no está, ¿no te acuerdas de que tenía muchas cualidades y que solo te faltaba, a ti, algo de paciencia para comprender un poco sus “rarezas”? ¿Cómo, cómo? ¿…qué me dices?, ¿que sus cualidades eran incompatibles con las tuyas?, pero eso no puede ser, las cualidades siempre son compatibles. A no ser que pienses que las cualidades de los otros, nos pueden parecer, a muchos, defectos insalvables. Sí, sí, piensas que he adivinado tu sentir y que pasa igual que en política, que las proposiciones, a veces buenas, de unos, sientan mal a los otros. Pero…, ¿sabes por qué?, porque el que propone quita protagonismo al que hace el papel en ese momento de “escuchante”, de “educando” y de algún modo, éste, se siente herido en lo que el creé lo más sublime de su “ego”, su autoestima, pero que es su vanidad, no su autoestima. Ha pasado y pasa siempre en las células familiares, en los debates entre contrincantes televisivos, en el Congreso. También veo que en el  amor que empieza o puede empezar, se dan estas cosas, de no escuchar al otro, desprovistas de los ropajes que nos sobran y la vanidad, que es uno de ellos, mata amores… También el temor es el principio del fin.
        Venga Leo, ¿qué tienes que alegar…? Ahora me contestas que yo lo que quiero es que padezcas el “síndrome de Estocolmo”…, Pero si la cualidad del “otro yo”, libre, sin prejuicios, es ayudar, ¿por qué eres tan obstinada? No hagas como en las familias y el congreso…Escucha, escucha…, y actúa,  o, ¿es que quieres pasarte la vida viendo las películas repetidas de Paul Newman…?


Fotografía de Platón (Internet)

Alicante Noviembre de 2015
Mª Jesús Ortega Torres



uéqu´+q¡q+q









miércoles, 9 de diciembre de 2015

¿QUÉ ES EL AMOR?


¿QUÉ ES EL AMOR? ¡Una mentira…!
Porque dura algún tiempo,
pero, es que luego: ¡ se olvida!

¿QUÉ ES EL AMOR? Solo un sueño,
y solo cuando estás dormida,
pues despierta no lo ves, tan solo te lo imaginas,
y, por vueltas que le des,
¡no es verdad…! ¡Una quimera!
que llena vacíos inexpugnables,
pero…, siempre con su “pero”,
se va por donde ha venido. Por la “NADA”.
El destino marca un tiempo…
Y… ¡se acabó!

¿QUÉ ES EL AMOR? Espejismo
que parece diferente y de pronto es repelente,
sin saber cómo y porqué.
Si dura, yo felicito a seres afortunados,
no piden y dan…

Lo dado a ellos vuelve a tornar.
No hay amor  con egoísmos,
y quien no tiene ese amor,
no aprendió lo que es amar…

Es la cinta en la mirada,
para no querer ver nada que no sea lo bueno en él.
Él es el dulce consuelo que alimenta al corazón;
también al entendimiento… aunque quita la razón.
Si  lo ves: ¡Que no se escape!
pues ese será tu amor.

TORREVIEJA 9/12/015

Mª Jesús Ortega Torres

miércoles, 25 de noviembre de 2015

"CORAZONADAS"






CORAZONADAS

(Sentimientos y pensamientos)


                Me llamo Casandra, tengo veinticinco años y tengo un lío mental apoteósico... Estoy enamorada de Telmo y él quiere a otra, no me quiere a mí. Sin embargo, no amo a Juan y Juan me idolatra.
                En mi curro se murmura que la hija del jefe, va a cumplir la mayoría de edad, y que la última que ha llegado a la empresa, que soy yo, va a salir, volando, cuando esto suceda.
                En casa  pasa que, la empresa donde trabajaba mamá, cerró hace ya un año, y si me despiden a mí, el sueldo de mi padre no va a alcanzar para todo…, gastos cotidianos, estudios de mi hermano Moisés, imprevistos… En fin un conflicto tras otro, porque los ahorros se terminarán pronto.
                Moisés va muy bien y sería una lástima que no pudiera seguir estudiando. Me enseñó su incursión como escritor, cuando uno de sus profesores pidió a todos que definieran que es un poeta y mi hermano  escribió:

ES INVIERNO…
Pero el poeta canta a la primavera.

HACE FRÍO. ESTÁ OSCURO…
Pero el poeta canta al sol y a las estrellas.

HOY NO HAY LUNA. NO VEO FLORES…,  solo vientos y tormentas
El poeta canta, canta siempre:
a las nieves, a las lluvias
… a los rayos, a los truenos

a todo lo que se mueva
o inerte permanezca;
y si tiene frío se abriga

y mira la lluvia y la nieve tras el cristal
 y sale afuera…
Y las toca y se moja
como hace con las ideas.

ES INVIERNO Y EL POETA LO CANTA
igual que al verano al otoño
o a la primavera.


                Pensé que estaba bastante aceptable su idea de lo que es un poeta. A sus quince años lo había dejado claro, y todos sabemos, que,  eso de mojarse, no lo hace todo el mundo; a algunos, como a Miguel Hernández, les puede costar la vida…
                Quisiera ser optimista y pensar, que va a poder perfeccionarse y seguir. Sería una lástima que tuviera que quedarse a medias.
                Siempre me he preguntado por qué las desgracias vienen todas juntas. ¿Se atraen acaso, o somos mi familia y yo los únicos que poseen este imán?
               
                La otra noche Juan me invitó a cenar. Le iba a decir que no, pero cuando recordé que en casa, había menestra para cenar, acepté, además, quería comprobar por dónde pintaba la cabañuela... ¿Es eso venderse?, creo que sí y por no tomar menestra aguanté  un beso robado, que me dio  repelús. Sí, el mismo repelús que aún siento ahora, nada más recordarlo. Si en vez de haberme robado un beso Juan, hubiese sido Telmo, ahora estaría muy feliz, porque desde que le conocí, no me lo puedo quitar de la cabeza…, y, con Telmo me acuesto, con Telmo me levanto, y a todas horas tengo su imagen, sus ojos, su voz…, en mi mente. No se despega de mí y aunque por un lado quisiera no tenerle, porque a mi edad, no querría ni imposibles ni platonismos -las realidades son las que te hacen sentir viva y te hacen acumular experiencias muy útiles para saber tomar decisiones-, por otro lado, cuando cierro los ojos y le veo, cuando los abro y le veo, cuando atiendo a un cliente y creo que es él, soy tan feliz, tan feliz, que no quiero que mi ilusión termine. No quiero que se desvanezca esa imagen querida, porque con esa ilusión también me siento viva. No quiero renunciar a algo, que con solo pensar que me puede salir bien, me libera de todos mis males. Mi ilusión por Telmo, es por ahora semejante a una vacilación, que no alcanzo a reafirmar, pero no dejo de tener el dulce sueño, de que, esa ilusión, se realizará.
               
                Ancho y largo es el mundo, si me despiden y ponen, en mi lugar, a la hija del jefe, me voy a enterar, pero creo que también se van a enterar ellos porque ¡a ver…!, ¿sabe Susanita los trucos de una buena vendedora?, pues no. No señor, no los sabe, y yo no se los voy a enseñar. Cuando vean las pérdidas, lo repito: ¡también se van a enterar ellos! Y yo ¡Ah!, estaré trabajando en otro negocio de ventas y mira…, a lo mejor pido un crédito y hasta se viene mamá a trabajar conmigo: negocio propio... Seguro que nos iría bien. Pero, ¿qué pienso, qué digo…? Todavía no ha llegado la hora. ¡Casandra, Casandra, no  le des más vueltas!
                La verdad, es que cuando mejor me siento, es pensando en mi Telmo, aunque no tengo derecho a decir “mi”. Según papá, en el viaje de novios fue con mi madre a ver el relato adaptado para el teatro “Historia de un caballo”, y le hizo mucha gracia el caballo protagonista, echando en cara a los humanos su continuo y excesivo sentido de la posesión y nos ha comentado siempre, que si hasta un caballo se da cuenta de que nos apropiamos de todo como si nos perteneciera y fuera, por derecho, nuestro, cómo es que no nos damos cuenta los humanos de que todo es prestado y de que no tenemos derecho a apropiarnos de nada. Mi padre dice que este autor ruso, León Tolstoi, tenía razón. Nada nos pertenece. Habitamos  la Tierra y la destrozamos con tanto detritus, con tanto incendio provocado, yendo siempre contra la naturaleza, al parecer, detestándola, en vez de amarla con todo lo que recibimos de ella. También pasa con los animales a los que abandonamos cuando ya no nos interesan y si seguimos con las personas… cuanta falsedad…, “te quiero, te quiero, no puedo vivir sin ti”, pero  al día siguiente, “si te he visto, no me acuerdo…” No es mi caso. Yo sé que mi amor por Telmo es para siempre, y sí: diga lo que diga Tolstoi, es para siempre, y sí: también lo quiero mío, porque lo siento mío y de nadie más.
                 Tanto le gustaron a mi padre las ideas del autor ruso, que se aficionó a sus novelas y tanto repitió lo de que “nada nos pertenecía”, que me motivó a leer esa historia del caballo pío Kolstomier, y, la verdad, me impresionó la definición que Tolstoi pone en boca de ese caballo filósofo y experimentado, cuando le hace decir que “mío” es un instinto bestial al que los hombres dan el nombre de “derecho de propiedad”. Por otro lado, no va muy desorientado Kolstomier en sus observaciones, cuando asegura que “la persona que tiene la posibilidad de aplicar la palabra ‘mío’, a un gran número de objetos, es considerada por las otras, como la más dichosa”, y es que ya, en el siglo XIX, la sociedad estaba imbuida de un materialismo que ha ido evolucionando hasta alcanzar un estatus propio, que parece, por desgracia, no tener límites, porque va a más y más… ¡Nunca se sabe hasta dónde podemos llegar quienes nos hacemos llamar personas!
                Pero yo no necesito nada. Nada material…, yo solo lo necesito a él y es mi cultura, la que me hace quererle solo para mí, y veo natural ponerme enferma cuando pienso que cada día besa a su novia, Isabel, y seguro que más de una vez… Si hubiésemos nacido en un país islámico, es posible que aceptara, que el hombre que amo, pudiera tener otras mujeres, porque se lo permiten su cultura o sus creencias, pero es que he nacido aquí... Hemos nacido aquí. Telmo, nosotros no pertenecemos al Islam.
                Isabel ha llegado antes, pero no va a ser la única. Ha llegado antes, pero no va a ser la última… ¡yo me encargaré…!
                Pensar que Telmo puede romper con su novia, me hace feliz. Ella lo podría dejar por otro — creo que eso sería imposible—, o él la podría dejar por otra (no está mal pensado), y esa “otra”… soy yo.
                ¿Cómo podría llegar a mí? Llegando yo a él, y tengo que encontrar el camino, ese camino que ya debe estar hecho en nuestro destino, pero, pasa, que todavía no hemos llegado. Estoy segura de que ese camino existe, lo presiento, y lo veo, pero es un camino difícil para los dos. Tan difícil que todavía no lo hemos divisado, pero tengo que encontrar la solución porque yo te quiero Telmo y pensar que no estás a mi lado, me desespera, me amarga… ¡Ay si supieras, Telmo, lo feliz que me siento cuando veo tu imagen en mis sueños! A veces pienso que la fuerza de mis sentimientos llega hasta a ti, Telmo, y que al conocerlos lo dejas todo por mí y cambias el nombre de Isabel por el mío… Te oigo gritar: ¡Casandraaa, Casandraaa…! y pienso: sigue, sigue, repítelo, repítelo, que mi nombre es muy bonito. Mi nombre es para ti por derecho propio, te lo doy, te lo regalo.
                ¿No lo repites?, ¿estás tú también hecho un lío Telmo? ¡qué lástima! y con nuestros sueldos no podemos ir al psicólogo, para que nos desembrolle esto y nos coloque en el sitio respectivo a cada uno. Mejor dicho: nos coloque juntos, si quieres tú, porque yo estoy segura… ¿Qué cómo estoy tan segura? Corazonadas, yo soy de corazonadas, y sigo con la misma conmoción afectiva que tuve cuando nos conocimos…, tan formal y alegre a la vez, tan inteligente y distinto a todos los que nos rodeaban y además, organizándolo todo con un simple gesto. Sabías estar.
                Supiste, también, en un momento crítico, lo que se debía hacer en la emergencia que surgió en nuestro grupo de senderismo. Imponiéndote, salvaste la vida, o de una silla de ruedas, a Riki, nuestro amigo común, cuando se cayó por un barranco y desoyendo lo que los demás indicaban, esperaste a la ambulancia, y lo movieron adecuadamente. Me miraste, entonces, con una mirada que quedó grabada en mi alma y que no he podido olvidar. Nadie me había mirado así. Hasta ese momento, yo no supe lo que quería, siempre había sabido lo que no quería, y nunca había atinado.
                Es difícil tocar tierra, cuando se tiene un sueño que te parece único, ideal, irremplazable porque te atas a él como a una tabla de salvación, pero hay que tocar la tierra. No me han enseñado, ni me he enseñado a deambular por las nubes…, quizá si fuese una blanca gaviota, o un gorrioncillo…, tan diminuto él, tan sabio…, quizá me iría mejor, pero siempre estoy  en las nubes y, claro,  me pego cada batacazo, que parece de ficción, aunque lo que me duele no es el batacazo, sino lo que tardo en curar…, y la historia se repite, se repite y esto es incorregible, bueno, la incorregible soy yo, porque confundo fantasía y realidad. La  realidad y los sueños en mi, forman un coctel continuo que alguien agita sin cesar para que se mezclen bien… Siempre igual, siempre igual, me repito más que un cromo.
                               Recuerdo que cuando conocí a Telmo, terminaba una relación, casi funesta, con Alfonso, y es que yo no podía continuar así. Nos estábamos haciendo daño los dos. No había comunicación y él se obstinaba en creer que todo lo arreglaba el matrimonio. Las tardes se hacían muy largas. Los paseos eran de piedra y también lo parecían las palabras, porque no brotaban, y cuando lo hacían, brotaban con mucha dificultad, costaban. Creo que fuimos dos seres tan diferentes, que, cuando nos reencontrábamos, éramos como dos extraños que esperan conocer al otro, pero que nunca le pueden conocer, porque, por algo que no alcanzo a saber, no era posible una comunicación entre los dos. No funcionó nunca. Tampoco lo afectivo existió para mí. En mi caso no había llegado el amor y era solo, lo recuerdo como si fuera ayer, hastío lo que me inspiraba la presencia de Alfonso. El atractivo físico que me había motivado y yo sentí hacia él en un principio, se disipó. No fue fácil la  ruptura porque Alfonso “erre que erre”, muy obstinado él, no quería que lo dejásemos, quería seguir. Seguir para no hablar. Seguir para continuar con tardes de paseos de piedra; seguir para la nada… Me amenazaba. Me enseñaba una horrible cuerda, que sacaba del maletero de su coche, y me decía que se mataría si me negaba a verle. Siempre he pensado que dar la vida por los demás, es un acto heroico y digno de admiración, pero claro, solo si  las circunstancias de salvamento o socorro lo requieren, porque, en mi caso, no me hacía nada de gracia la postura de Alfonso, que me tuvo acobardada y sin capacidad de reacción, durante más tiempo del que hubiese querido y  solo pude respirar tranquila, cuando supe que había conocido a otra joven, que lo aceptó y que le hizo desaparecer, afortunadamente, de mi vida.
                Recuerdo aquél tiempo con verdadera angustia, y también mi estado de tristeza continua, que me quitó el apetito y que no solamente me trastornó a mí, sino que tenía muy preocupada a toda la familia. Mi madre, para distraerme, me contaba las historias de los pájaros que habían acompañado a su  abuela durante toda la vida, ya que era muy amante de los animales y su casa y su tienda de ultramarinos en el pueblo, eran el asombro de todos, por la ambientación colorista y sonora que hacía del lugar donde los ubicaba. Los quería tanto que, por su continua e incansable dedicación, los hacía vivir mucho  tiempo. De los diamantes moteados australianos, con sus cinco crías, me contó, que fueron muriendo paulatinamente, pero que el último, “copito de nieve”, vivió diecisiete años. Otro de sus pájaros al que llamaban “maineta”,  era parecido a un mirlo negro, con un pico recto de color amarillo y tenía un silbido tan agudo que se podía escuchar a varios kilómetros. Lo tenía en una jaula de loro, para que estuviese bien holgado y murió de un atracón de lechuga, y entonces me decía a mí que yo comía menos que un pájaro y que si no  comía más, me iba a morir como la maineta de mi bisabuela, pero al revés: por no comer… En fin, me arropaban como a una niña, y estaban pendientes de que no me afectara tanto lo que me estaba ocurriendo con Alfonso.
               
                Los días pasan, y el tiempo parece arrasar hasta con los sentimientos, si no son correspondidos, porque los momentos de dudas, de tristeza y llanto, dejan al alma derrotada, pero a mí no se me apagó esa pequeña luz, que la fe en mi misma, me regala. Hay que creer y esperar que algo pueda cambiar nuestras vidas, un poco a mejor, para que nuestro camino sea más llevadero. No quiero que me invada el desencanto y que mi optimismo se disipe y si no logro que esta borrasca se evapore para volver a sentir alegría, dejando de lado los lamentos y la amarga tristeza, me va a entrar una depresión que no podrá  curar ni el premio Nobel en Psiquiatría — si es que lo hubiera—.
                Me he de motivar para lograr, inmediatamente, lo contrario: buscar las razones para estar bien,  pues las circunstancias de la vida, a veces no te las dan. Si no se ven, hay que escarbar y tratar de encontrar esas razones.
                Pienso tantas veces, que aún no teniendo lo más importante, como es un gran amor, o, como se suele decir “el amor de mi vida”, tengo tantas cosas…, que aunque parezcan estar cogidas, levemente, con hilos, no me dejan  tener, otros ambiciosos deseos que me podrían dañar. Creo que soy bastante positiva y que me levanto de todas mis caídas, en las que la mayoría de las veces, juegan mucho, quizá demasiado, mis distracciones -fantasía/realidad- pero, juegan más, los empujones y zancadillas que recibo, porque yo procuro pisar firme, pero hay “alrededores” que son algo adversos.
                Grito en muchas ocasiones: ¡soy rica, soy rica! … Puedo razonar, tengo un trabajo, tengo mil sueños y tengo con quien soñar. No es una riqueza de oro, pero es de paz, de alegría, de tranquilidad. Sé que nada es eterno, pero de momento, voy consiguiendo mi propia conformidad.
               
                Tengo en mis manos, por vigésima vez, las anotaciones de mis sentimientos y pensamientos, porque quiero añadir que hoy estoy despidiendo el día, algo más contenta, menos preocupada que en otras ocasiones…
                Susana se va a estudiar a América. Por lo visto las últimas evaluaciones de la hija de mis jefes, han sido brillantes, y ella ha elegido la Universidad de Maryland,  para seguir con su formación. Creo que le hacen un examen de ingreso muy fuerte, pero ella es muy inteligente, y seguro que lo pasa. Por otra parte, mis jefes tienen muchos medios, para mandar a Susanita mañana mismo al estado de Maryland o a China… Donde quiera o necesite, se podría marchar.
                 En la vida, no hay nada mejor que tener buen nombre y también tener muchos medios económicos, para poder sentirte bien. Sin eso, apenas eres nada, apenas te puedes relacionar ni conseguir lo que quieres. Hoy día se necesita dinero hasta para respirar y ha representado un alivio para mí, la brillantez de la niña de mis jefes, porque puede solucionar el que Moisés siga estudiando, ya que si no me despiden, él seguirá, ¡claro que seguirá!
                Mi hermano volverá hoy tarde de su partida de ajedrez. Ha quedado finalista porque es muy templado y domina muy bien la intención del otro. Al parecer,  ayer se sintió inspirado por la visión del mar, pues es muy cerca de él, donde tienen las fases eliminatorias del campeonato y me ha dejado encima de la cama un poema sobre el horizonte…
                Lo leo y me asusto. Sus dos primeros versos, me parecen premonitorios al momento sentimental, de incertidumbre, que estoy viviendo…, aunque el sueño del cuarto verso, lo siento como con afinidad a mis pensamientos sobre Telmo, porque es él, el cielo que yo anhelo.
¡Horizonte, horizonte… que lejos estás!
¡que lejos te veo! ¡No te puedo tocar!
Cuando creo que llego, te alejas, te alejas.
Tu sueño es el cielo y quieres llegar.
                Me veo como ese sueño del horizonte que quiere llegar al cielo… ¡ay, ay! ¿Es ésto un desvarío? Mañana seguiré con alguna más de mis impresiones. Creo que necesito descansar.

                Que bien se despierta una, en un sábado de libranza. Sin escuchar el cotidiano despertador y con algo de tiempo para organizar mi jornada de ocio, el no  ir a trabajar te da un respiro que se necesita, como agua de mayo.
                Me he levantado temprano porque quería hacer un poco de “marcha”. Ésto no lo quiero dejar nunca, porque cuando me descuido, subo de peso que es un gusto. Después de otra estupenda ducha, tras mi hora de marcha, me he arreglado y he ido a reunirme con Riki.
                Yo no le he preguntado nada. Ha sido él, el que ha empezado a hablarme de Telmo espontáneamente…
                Isabel, su novia, va a tener mellizos. Telmo está muy contento por esta razón, y dice Riki, que se le nota la felicidad desde una legua.
                Riki, me ha hablado de Telmo y su actual situación. Lo ha hecho como si hubiera adivinado que le había citado para hablar precisamente de él. De el ser que ocupa mi mente todo el día.
                No sé si me cambió el color, pero yo he notado un vahído y un escalofrío, que no se me han quitado en todo el día, y dolor. Mucho dolor.
                Ya no le podré preguntar a Telmo: ¿… me quieres, o tu mirada también fue un accidente, como la caída de Riki?
Cambiaremos. Tendremos que cambiar… La vida consiste en cambiar.

 Mª Jesús Ortega Torres
Alicante, Diciembre de 2013



martes, 10 de noviembre de 2015

"UNA CIERTA EXPERIENCIA"



UNA CIERTA EXPERIENCIA

El ser humano se transforma, día a día.
Sin remedio.  Para bien o para mal…,
yo no juzgo, solo pienso.
De niños, qué lindos somos:
Los mofletes, la sonrisa, una mirada de cielo.
Cuando dejamos la cuna, queremos correr:
¡¡¡¡¡¡¡¡Correeeeemos!!!!!!!
Y así vamos percibiendo, hechos y cosas que pasan.
Muy grabadas quedan dentro:
En nuestra mente, en el alma…
¡Han entrado!
¡Han formado sentimientos!
Y… Crecemos en centímetros, en Kilos y…,
por palabras, por las leyes que hay en el Universo.
Por los desvelos de los otros y algunos desvelos nuestros,
aprendemos y queremos.
Necesitamos a todos, en continuo crecimiento:
Al sabio, sí…, lo admiramos.
Al necio para no serlo.
Y nos mueve la belleza, la ternura y el ingenio,
la elegancia, la cultura de todo lo que queremos,
y si en tu vida lograste, amigos casi perfectos,
te acompañarán en todo:
en lo bueno, en lo mejor. También en lo menos bueno.
Nos hemos transformado todos:
 Niños de sonrisa sincera, de mirada candorosa,
niños de mofletes tiernos,
somos ahora personas…, con una cierta experiencia
y seguirlo siendo, queremos.
Alicante 30/10/2015 
Mª Jesús Ortega Torres

(Fotografía de Aristóteles  tomada de Internet)

miércoles, 28 de octubre de 2015

¡TODOS ESOS COCINEROS!




 ¡TODOS ESOS COCINEROS!
(MONÓLOGO)

                He salido a pasear. He dejado la casa porque me apetecía tomar el aire, y que cesara ese sudor calentito por toda la geografía de mi piel.
        Voy despacio, pero mi sentido de la orientación me hace caminar en línea recta: así es seguro que tengo pocas posibilidades de perderme, porque estos bosques y tanto matorral, aunque no seas del todo tonto o tonta, a veces, nos suelen despistar.
        Mis ojos se han elevado al cielo y, ¡oh dolor!, he descubierto a una abeja que viene hacía mí… ¡Qué alivió!, se ha entretenido con una flor intermedia y puedo seguir disfrutando de mi paseo, aunque, en momentos como este, uno añora su casa. El fresquito que me llega me ha hecho olvidar a la abeja, como también lo ha hecho, ahora, el hecho de no sudar  la “gota gorda”.
        En el camino me encuentro con alguna piedrecilla que salvo como puedo: o bien pasando por encima con cuidadito o bordeándola, si presiento que debajo no se esconde ningún peligro.
        Somos tan frágiles. Cada ser vivo, tiene en otra especie su depredador y algunos son depredadores de su propia especie… ¡Qué miedo!
        El campo nos presenta  sus arroyos, sus árboles y arbustos, como si no tuviesen importancia. También, si hablamos de aromas, además del de las mil flores que se encuentran en él, tenemos los leñosos tomillos, romero, la hierba buena y, vaya, voy a pasar por una plantación de orégano.
                               ¡No quiero atravesar esa parcelaaaaaa!
        ¡Me vuelvo a mi casa! No sé si les he dicho que soy un caracol y que con orégano, todos esos cocineros, dicen…, por ahí, que estoy muy bueno.

Santa Pola 4/05/2015
Mª Jesús Ortega Torres



viernes, 16 de octubre de 2015

CHINITAS



Los caminos de Santurde
están llenos de “chinitas”,
las hay pequeñas, otras grandes…
Las plantas del pié lastiman.

“Chinitas”, “piedras”, “pedruscos”
encontramos en la vida.
Cuando el camino es muy largo,
la experiencia las evita.

Le quita importancia a hechos
que otrora  soliviantaron.
Da por “nada” las palabras,
que contra ti pronunciaron…

Y es la experiencia, día a día,
quien te procura cambiar,
y llevar, indiferente,
el “dime” y el “qué dirán”.

SANTURDE DE RIOJA 19/08/015
Mª Jesús Ortega Torres


miércoles, 9 de septiembre de 2015

NUESTRO OMBLIGO (Hojas de ensayo)




 NUESTRO  OMBLIGO

 (Hojas de ensayo)

“Toda la desdicha de los  hombres proviene
de que no viven en el mundo, sino en su mundo”
                         HERÁCLITO

       Creo que esta frase que precede a mi reflexión y que he encontrado en un libro de cuentos “ZEN”, pequeño en extensión pero grande en enseñanzas, se puede desarrollar y puede dar para mucho, y ahondando en el pensamiento de quienes nos han antecedido y con las actuales circunstancias, también puede ayudarnos.
         “No vivir en el mundo”, es sacudir de nosotros las responsabilidades a las que, desde que empezamos a caminar solos en él, estamos obligados desde nuestro respeto a nosotros mismos y hacia el que debemos a los demás.
         Si viviéramos en el mundo en formación continuada, estaríamos cumpliendo con  el respeto a nosotros mismos, y si ese conocimiento somos capaces de transmitirlo, tendríamos el respeto a los demás, aunque “respeto” con esta acepción, no se haya abierto a lo que estamos acostumbrados.
         Ya sé que respetarse a sí mismos, consiste en ser, o al menos tratar de ser, consecuente con lo que se piensa. Aplicado desde nuestros sentimientos y hechos hacia los demás, el respeto nos haría aceptarles, tanto si los otros valoran nuestros criterios y los aplauden  o si hacen lo contrario. A nosotros nos cabría el deber de aceptar ideas contrarias a las nuestras, aunque aceptar no es sinónimo de compartir.
         ¿Para qué sirve aceptar y no compartir?: Para respetar. Significaría que aceptamos que nuestra pluralidad, no nos impida ver al otro que tenemos enfrente, escucharle mostrándonos sus ideas y que al intercambiarlas con las nuestras, se forme un diálogo, que una vez establecido, puede tener trascendencia o no, pero  siempre debe ayudar a cada parte a reafirmarnos y así poder superarnos. A veces se llegan a fundir criterios distintos después de las conclusiones.
         No estamos acostumbrados a dialogar. Esa falta de costumbre nos hace peores en todos los sentidos: No podremos crecer adecuadamente, si no nos conocemos y no nos proyectamos, por tanto, la falta de diálogo nos hace peores en el sentido individual y en el colectivo. Nuestra riqueza, para nosotros solos, no es riqueza, se convierte en egoísmo. Nos tenemos que enseñar a dar y también a recibir… Dar es muy importante, porque dando se reciben a veces, las influencias que pueden ejercer  nuestros pensamientos en los demás y nos hacen cambiar para un bien común. Eso es muy bueno. Las aportaciones de los otros, nos deben abrir a nuevos criterios que nos llevarán a  compartirlos o a reafirmar los nuestros.
         Creo que en cualquier parte de nuestro mundo, hay personas que se sienten culpables por no haber dado lo suficiente, y esa culpabilidad, consciente o inconscientemente, puede generar enfermedades psicosomáticas: Nuestro yo puede dar o rechazar dar, pero todo queda en nuestro disco duro. Más tarde o más temprano, una pulsión más fuerte que otra, lo hará salir y se manifestará.
         Hay etapas en la vida, en que creo que el egocentrismo es mayor. Etapas extremas y debidas a una necesidad impuesta, las tenemos en la infancia y en la senectud, ya que en ambas etapas hay una necesidad mayor de los demás, en la especie humana. En ambos periodos esta necesidad, se vuelve egoísta y tanto el niño como el anciano, suelen llamar más de lo que necesitan. En la etapa intermedia o de madurez, también se da, pero el adulto que ha crecido sano y mentalmente capacitado, con su base de conocimientos y su empatía, se puede librar de mirarse continuamente, cual “Narciso” su rostro y percatarse de lo bello que es compartir, con todo lo que tiene que dar, enseñando, y todo lo que le queda por recibir, aprendiendo.
         Durante nuestra infancia, algo o bastante desvalidos, necesitamos y buscamos a los adultos para que nos enseñen, orienten y apoyen o corrijan. Es nuestro aprendizaje. En  la adolescencia nos queremos desprender de golpe del cordón umbilical y se emprende la lucha por ser “nosotros mismos”. Protestamos por todo, nos revelamos. Ninguna orientación nos viene bien y tropezamos muchas veces. Es en la adolescencia  cuando nuestros progenitores y educadores han de tener más “mano izquierda” e insinuar y sugerir, sin órdenes imperiosas.
         El escritor y premio Nobel alemán Heinrich Böll (1917-1985), en su novela “Opiniones de un payaso”,  dice por boca del protagonista que: “entre padres e hijos la perplejidad, parece ser la única posibilidad de comprensión”. Creo que es verdad y se hace sentencia este pensamiento, ya que la poca experiencia del joven adolescente, no da para comprender las razones de sus padres y por otro lado, los padres, parecen haber olvidado sus “pinitos” en la vida adulta, sus deseos de ser escuchados y respetados y sus necesidades, distintas, en todos los sentidos, a su etapa como infantes.
         A los padres les toca moderar sin estridencias, a pesar de esa rebeldía impuesta por un cambio con desconcierto psicológico, cambio físico, hormonal, de ambiente y de tantos y tantos “nuevos descubrimientos”. Es verdad que no hay escuela de padres. La mejor escuela es nuestro propio hogar. Las enseñanzas que recibieron nuestros padres, son su experiencia y que con ella nos tuvieron que educar y nos educaron. Muchos padres supieron obviar, de la educación de sus hijos, lo que a ellos  les molestó y con lo que tuvieron que transigir porque sufrieron una educación dogmática e igual para todos los vástagos. Esa experiencia les sirvió para educarles mejor y así, de modo individual, hacer resaltar los valores personales de cada uno de sus hijos y hacerlos más seguros, desarrollándose mejor su crecimiento, con una educación más flexible. Cada uno de los hijos, somos un mundo distinto, tan importante y único como las rayas de la mano. No se puede medir a todos con la misma vara, se tiene que cuidar cada personalidad, peculiar y única de cada uno y llevarles a un desarrollo que les permita ser ellos mismos sin olvidar que están en una sociedad y que los “otros”, son parte importante de ella también. .
         Nuestros padres tienen mucha parte en nuestra formación como ciudadanos del mundo y en el respeto a los demás. En estas premisas encontraremos nuestra independencia y nuestro posterior compromiso, además de nuestra fuerza interior y razón de ser.
         Nuestros ancianos, también tienen, por sus necesidades forzosas y particulares, que mirar su propio ombligo. A veces, desde nuestra perspectiva particular y desde fuera, lo solemos apreciar como un “gran egoísmo”, pero no lo es, aunque nos lo parezca. Pasa que el anciano se defiende, quiere “seguir siendo” y ya ha percibido que ha dejado de ser útil a sus más allegados y no quiere ser catalogado como un trasto viejo que no sirve para nada y al que se arrumba en un rincón; si puede ser, en el más oscuro de la casa para que no se vea.
         En el camino hacia la ancianidad, se van perdiendo facultades, tanto intelectuales como motoras. Los sentidos no son tan agudos: se suele perder vista, oído sobre todo y el bloqueo o deterioro en el terreno cognitivo y de relación se produce e incrementa con demasiada frecuencia y rapidez. Por regla general, queda el sentimiento, y a pesar de que se hace evidente cada día, el deterioro en ellos, tanto físico como mental, notan si el cariño que ellos transmiten es recíproco
hacia ellos. Hay en muchas familias un respeto hacia sus mayores digno de alabanza y a estos se les contempla con verdadera adoración y  orgullo, transmitiendo esta veneración de padres a hijos. Todo  lo copiamos…, y según  lo hayamos recibido, así, también se transmiten los malos tratos o el desdén con el que se trata a veces a los ancianos. Desdén que es traducido, enseguida por ellos, como desprecio, siendo algo que les duele profundamente.
         A veces, no se sabe qué es peor si el anciano que tiene familia y es despreciado o ignorado por ella o quién se queda totalmente solo porque han muerto sus  allegados y no teniendo a nadie, tiene que recurrir a acompañantes a domicilio, en donde se cronometran las horas de servicio y se pagan tajantemente. Ellos comprenden que debe ser algo aburrido, contemplar siempre el mismo paisaje de anciano o anciana evocadora constante de su juventud, su familia ya desaparecida o de sus amigos de travesuras, pero en estos casos están muy necesitados de empatía y sobre todo de una muestra de cariño de vez en cuando,
          Cuando se acercan amigos a visitarlos, se les nota su alegría al recibirles, su deseo de que no se vayan se percibe, sobre todo, cuando llega el momento de la marcha. Su vida es evocadora hacia las personas que conocieron y quisieron y ya no están y quieren seguir contando sus vivencias felices, evadiéndose, por un tiempo, de esa soledad capaz de atormentar a cualquiera. Se les advierte, ese “puntito” egoísta, de quien te atrapa para no soltarte, contándote sus añoranzas.
         Si van a residencias estatales  para ancianos, en donde se guarda un orden de preferencia para entrar y son atendidos por funcionarios y personal especializado, o en el caso de residencias particulares, en que son atendidos por personal especializado, con bastante diferencia en la atención, pues está, dicha atención, pagada con creces, tampoco suelen encontrar la felicidad o un descanso que merecen y les convenza. Las residencias para ancianos, están masificadas, y habiendo poco personal para atenderlos, lo suelen hacer con algo de retraso en todos  los requerimientos.
         En cualquiera de estos casos, el anciano que busca algo de compañía, cariño y dedicación, raramente  los encuentra en lo que yo llamo “el cementerio de los elefantes”. Se da la circunstancia, de que puede congeniar con algún compañero de residencia afín, pero cuando no es así, lo pasa muy mal, coge depresiones que son tratadas con pastillas  que le tienen todo el día  durmiendo o sedado, y se siente vegetar. Los ancianos comparten el mismo ámbito, sea cual sea la índole de su dolencia, y los hay  que gritan continuamente, otros hay que duermen en sus sillas o sillones atados para que no caigan, y también encontramos a quienes forman grupos para jugar a  las cartas que parecen más contentos y resignados. La pequeña biblioteca de las residencias de ancianos, se suele visitar muy poco. En estas condiciones si se les notan unos ruegos más vehementes, simplemente están queriendo  llamar  la atención y luchando por unos derechos que se han visto mermados al adquirir su nueva condición de ancianos. Ese “mirarse el  ombligo” en su estatus, es una defensa hacia una desdicha que les va a acompañar, ya que el cariño de los suyos, o lo han perdido, o está dosificado en un horario de visita que a veces alegra, pero otras permanece en la espera y en el vacío.
         La ancianidad, etapa de la vida, a la que todos esperamos arribar, con nuestras facultades plenas y sin mermar, tiene como denominador común con la infancia-adolescencia y la edad adulta, la necesidad de apoyo y ya que es la célula principal de  la sociedad, la familia, de esta va a depender su mejor o peor evolución. De su uniformidad y seguridad dependerá su continuidad.
         El conocernos mejor nos ayuda en el plano personal y social. El cambiar patrones que nos perjudicaron o no nos convencieron a nosotros, puede cambiar la familia, la sociedad y hasta el mundo. Es un modo de transmitir que daría sus frutos, tan solo nos haría falta ajustar y poner en práctica lo que, es seguro, nos vendría bien a todos.

Documentación basada en experiencias profesionales y personales

SANTURDE DE RIOJA 9/09/015
Mª Jesús Ortega Torres