SENTIMOS, PENSAMOS, DUDAMOS…
SEGUIMOS
(Hojas de Ensayo)
Al
cabo de las veinticuatro horas que nos
depara el día, nos movemos y hacemos muchas cosas: Leemos, trabajamos, pensamos
continuamente, observamos y notamos, a
veces, que lo que nos interesa o
incumbe, está rodeado por un halo de incertidumbre, un halo de duda, porque no
todo es como creemos, no todo es como habíamos pensado que era.
Nosotros
y lo que sentimos o pensamos, depende, a
veces de agentes externos, una segunda persona, una tercera, o del mundo
entero.
Solemos
idealizar con mucha ilusión y con demasiada frecuencia, todo lo que tocamos o
nos rodea, y, tanto en el plano del amor, de la amistad, de la salud, en lo social
o laboral, generalmente, vemos las cosas de modo optimista. No tenemos motivo
para otra cosa, pero éstos, los motivos, no se suelen hacer esperar, y vemos
que lo que hemos percibido en un principio, se convierte, de la noche a la mañana, en algo muy distinto.
El
amor que sentías por una persona, puede
variar por una sola palabra del amado o por
un solo gesto, que nos resulta extraño, no de él. No de cómo le creíamos,
y aunque reflexionemos y nos parezca mentira, esa desilusión, da comienzo a
otra etapa en esa relación.
Pasa
con la amistad, que si es duradera, logra ser un tesoro, pero se puede torcer
también por un mal entendido de tu parte o del otro, y convertirse como ocurre con el
amor, en algo pasado si dudamos de nuestro amigo o él duda de ti.
La
incertidumbre llega, ante la decepción
por algo que no esperabas. No sabes si
es una mala interpretación tuya, de
un hecho, o es la realidad. Llega y te
sorprende, aunque haya ocurrido más
veces con la misma persona… Entonces se piensa: ¿Soy de piedra…?
Si
somos capaces de perdonar a las mismas personas que nos han defraudado varias
veces, con intervalos más o menos largos, estamos en el trance de digerir,
siempre, todos los obstáculos que nos
pongan por delante porque creo que, el mundo de los sentimientos, es tan
importante, que todo lo demás, está por debajo.
Sensaciones,
incertidumbres, dudas…, las toleramos,
no las rechazamos, porque estamos hechos de ellas. Son fisiológicas como lo son
el pensamiento y otras capacidades inherentes a
todos.
Ya
Aristóteles decía que:
“La duda es el principio de la sabiduría” y que:
“Los grandes conocimientos engendran grandes
dudas”,
por lo que nuestras incertidumbres deben tener
fundamento, y tomadas como cualidades del ser, asimiladas como camino para
encontrar la verdad, aunque a veces se caiga en
otra cosa, como son los juicios temerarios (la mayoría de las veces "en comandita”),
que tanto daño hacen en los
destinatarios…, mucho más, que lo que quién los remite, puede llegar a pensar.
Voltaire
dice que:
“Dudar vale más que estar seguro” y también nos dice
que:
“La vacilación es el más vehemente indicio de la
debilidad de carácter”.
Sentimos,
pensamos, dudamos, y aunque nos hayan tirado piedras por algún equívoco, aunque
digas: “me confunden”, yo no soy la “susodicha” o el “susodicho”…, soy
simplemente yo, no la otra o el otro que han creado con no muy buena intención, seguimos, porque al final, únicamente nos ha de interesar el criterio que
tengamos de nosotros mismos, no el que inventen los demás, si su criterio no es
el nuestro, aunque a veces, la opinión de los demás hace responder con unos
reflejos condicionados, que, como en las novelas de crímenes y misterio de
Agatha Christie, conciben al inocente como culpable.
Bibliografía:
Pensamientos de Aristóteles y
Voltaire del “Diccionario de Citas” de
Luis Señor.
Experiencia profesional y personal
Alicante 25 de Enero de 2015
Mª Jesús Ortega Torres