FAMILIA
(Hojas de ensayo)
Y mis padres por fin se dan cuenta
de que he sido secuestrado y se
ponen en acción inmediatamente:
alquilan mi habitación.
WOODY
ALLEN
Empiezo,
quizá, de un modo jocoso, un tema muy serio y apasionante como es el de la
familia.
En todas las familias pasan cosas… Muchas cosas,
que constituyen la “vidilla” de cada familia y que las hace diferentes, de
acuerdo con las características de cada uno de sus integrantes, teniendo en
consideración de que cada uno de sus miembros, no es igual al otro y aún los
hijos del mismo padre y la misma madre, tienen tan acusadas diferencias, que no
parecen hermanos.
En
las familias se dan la ira-odio y también el amor. A veces se dan conjuntamente,
otras alternativamente y la mayoría de las veces, estos sentimientos, están
fluctuantes, y se manifiestan, en ocasiones por un simple gesto, por una
opinión que no creemos merecer o que merecemos y no reconocemos. El amor se da,
sobre todo y además del afecto natural, por la comprensión y perdón de nuestros
defectos, errores y faltas, por los demás hacia nosotros.
Hay
quien calla siempre, pero se las ingenia, para siempre salirse con “la
suya”, dejando a quien protesta y cree tener la razón, totalmente frustrado,
desarmado y fuera de lugar, con un sentimiento difícil de explicar, pero muy
cercano a creerse anulado y siempre sorprendido de la jugada del otro que
“callando, callando”, dobla el criterio de la autoridad a su favor. En la
familia los padres, generalmente, unen, pero a veces, separan.
En
encontrar ese “quid”, han basado muchos su razón de ser, y así, aumentando su
ego, se han hecho poderosos en sus familias y, algunos, en la sociedad de su entorno. Quién no ha buscado
su “quid”, y como nunca encajaban sus propuestas, ha tenido que buscar, fuera
de la familia, amistades, con la comprensión y cariño que en su propia familia
no han sabido darle y que de algún modo le han negado, constituyendo, a veces, esos amigos, una
familia elegida.
Entre
los miembros de algunas familias, se puede dar el fraude. Hasta que no nos
conocemos, no sabemos quiénes somos o no estamos en condiciones para
definirnos, vivimos como en una nube, algo ausentes y a veces nos sorprendemos
cuando creemos conocer a los demás miembros de nuestra familia y resulta que no
son quienes pensábamos que eran, a pesar de compartir el mismo techo y la misma
mesa; el concepto que teníamos de ellos, cambia por algo inesperado, con lo que
nos sentimos sorprendidos y engañados.
Si
los demás tergiversan nuestro yo, nuestra verdad…, surge también un conflicto,
y surge para ambas partes, habiendo malentendidos que duran toda una vida.
A
veces caemos de la nube, ante la certeza de que a nuestro lado, se mueven estrategias,
que nos perjudican con respecto a los demás componentes de nuestra familia. El
mover los hilos, para hacernos culpables, de algo de lo que no somos
responsables, puede ser una constante, si no nos plantamos y reafirmamos
nuestra opción, criterio, circunstancias, o nos hacemos de valer un poco más. Pasa mucho, también, en nuestra sociedad,
cuando se cargan unas responsabilidades a quienes no les pertenece tal
compromiso. En muchas ocasiones, es el hermano mayor el que carga con la culpa
de casi todo. También se le suele “cargar” al más débil y es bastante injusto e indignante. En la sociedad son los
sectores menos formados y con menor
posibilidad de defensa, quienes reciben frecuentes vapuleos, en los que también
vemos la injusticia y el enojo que se suele hacer general.
Cuando
las preferencias de los padres o de uno de los padres, deriva en uno de los
hijos, puede surgir un conflicto en los demás, o en el que no se perciba tan
bien asistido o aceptado como su hermano o hermana… Te ves avocado a un segundo
término que no crees merecer, y tu “yo”, te está demandando que no tiene por qué,
ser, alguno de tus hermanos, más apreciado que tú, aunque tú seas algo más
rebelde y no sigas los criterios generales, que en algunas ocasiones,
consideras que no son los más acertados.
En
muchas familias, ha existido y aún, en muchos casos, sigue existiendo, una
educación machista. Los hermanos varones estuvieron mejor considerados que las
mujeres. No creo que fuesen razones de coeficiente mental, aunque a las
mujeres, nos dejaron reafirmar nuestras capacidades intelectuales no hace mucho
y siempre se tuvo que “demostrar”, lo que en el hombre se tenía como natural.
Los padres son quienes dirigen “su obra”, que
es su familia, hasta donde les llegan sus conocimientos. A veces llegan a
tiempo de evitar o paliar un altercado. Hay veces que en el altercado está la
solución, porque poner las cosas en su sitio, las pone claras.
Si
escuchamos a Confucio (551-479 a. C.), nos dice:
“Una casa será fuerte e
indestructible cuando esté sostenida
por estas cuatro columnas:
Padre valiente, madre prudente,
hijo obediente y hermano
complaciente”.
Los
padres, sí, creo que tienen que ser valientes y responsables del deber de
llevar al hogar, lo necesario para cubrir previstos e imprevistos, pero en el
pasado y aún hoy, quedan padres que se exceden demasiado en su trabajo y con la
excusa de que son en él “imprescindibles”, pasan demasiado tiempo fuera de la
familia, que llamamos hogar, y que necesita de los dos: padre y madre, para la
educación y guía de los hijos y, principalmente para darles su cariño. A veces
un excesivo celo con los hijos, no es bueno, pero un abandono, aunque sea
parcial, pero muy frecuente, tampoco lo es.
Oscar
Wilde (1854-1900), afirma que:
“Los niños empiezan por amar
a sus padres. Cuando ya han crecido los juzgan,
y, algunas veces, hasta
los perdonan”.
Muchos
padres tardan en reconocer, que no somos ramas de sus árboles y que tenemos
también, nuestra autonomía. Nos niegan nuestra identidad, porque todo ha de hacerse
a su manera, y, aunque al final de esos
entresijos, quede igual hecho de un modo que de otro, ellos ¡claro! prefieren
su modo. A lo novedoso se atreve solo quien tiene espíritu creador, descubridor
en ciernes de lo que se trate o vaya a tratar…
A veces,
la falta de tiempo o de la seguridad en ellos mismos, les hace anular, en sus
hijos, una decisión que les distingue de su entorno más mediato y les lleva de
una rutina o monotonía a algo diferente.
El
afecto que necesitan los hijos, de los padres, no tiene igual apremio e
intensidad en unos hermanos que en otros. Hay quien necesita mayor afecto,
atención…, o contemplación, aunque todos necesiten cariño, que llevará a una
estabilidad emocional presente y futura, si ese afecto ejerce de alimento y
cala en cada cuál. Un buen trabajo de los padres, sería tratar de forjar mejor
el carácter de ese hijo más necesitado, aplaudiendo más sus éxitos y ayudándole
en sus fracasos, y procurar así que sea autónomo y no dependiente ni de ellos
ni de los demás, aunque hay otros muchos matices, intrínsecos o adquiridos, que
nos hacen ser muy diferentes a unos de otros.
Cuando
hay poca diferencia en la edad entre los hermanos, puede surgir una cierta
camaradería, excepto en aquél, que queriendo ser “él” o “ella”, solo se ve a sí
mismo, ignorando a los otros y pasando de los demás…, y “caiga quien caiga”, se
las apaña para llamar la atención, o, con su dedo acusador, señalar “quién rompió
el plato”. El afán de protagonismo, lleva a ésto y a más…, por lo que la
familia, puede ser a veces, paz o infierno. El término medio o pasar de la paz
al infierno o del infierno a la paz, pueden darse, bien sea porque ceden unos a
favor de otros, o porque haya algún hecho, trascendente, que confiera o
conforme un nuevo ambiente.
En
la familia se inicia el poliedro, que vamos, todos, a construir a lo largo de
nuestra vida. La formación y cariño que recibimos en nuestras respectivas
familias, la escuela, nuestro entorno, las experiencias asimiladas en nuestra
vida académica, en nuestros posteriores trabajos, los afectos que hayamos
sabido o podido guardar en nuestro corazón…, constituirán, de por vida, nuestra
mayor riqueza en esta tierra, porque son y serán “nuestro Universo”.
Para
finalizar, he elegido un pensamiento de Sir John Bowring (Oct. 1792-Nov. 1872),
político inglés, escritor, políglota, hispanista y cuarto gobernador de
Hong-Kong…:
“Una familia feliz no es
sino un paraíso anticipado”
Documentación:
Pensamientos del “Diccionario de citas” de Luis
Señor
Wikipedia
Experiencias personales y profesionales
Alicante 3/10/2014
Mª Jesús Ortega Torres
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