jueves, 21 de febrero de 2019

SECUENCIAS (Cristalización)




SECUENCIAS
(Cristalización)
¿Preguntas qué es una cristalización?
Según la R.A.E. es: “La acción de cristalizar”.
¿Existe en el SER, además de su parte física y química algo más? ¿Algo que no podríamos ni imaginar que quedase para siempre, como eterno y como cimiento sin ser material?
Cristalizar: “Tomar forma clara y precisa las ideas, sentimientos y deseos”.
           

BARCELONA
Verano de 1955
JOAN
            Esperábamos a JOAN, con alegría y paciencia o con paciencia y alegría, es igual porque el orden no alteraba la inquietud de si bajaría o no a jugar a las cuatro esquinas, al escondite, coroneja, cromos o a lo que se terciara. La verdad es que era el último en llegar, esperábamos y solo entonces empezaba el juego, aunque algunas tardes saltábamos mejor en la “Plaza del Sol” o en la de “Rius y Taulet”, muy cercanas a nuestra intersección de las calles “Maspons” y “Sant Joaquim”.Todos vecinos, aunque yo era la “forastera” y me había integrado con mis amigos, estando de vacaciones en casa de la “abuelita”, en casa de “els tiets”, y viviendo en la misma manzana. Algunos de nosotros, en el mismo edificio.
            Joan era el más alto de los niños, y muy delgado, casi esquelético... Rubio, blanco de tez y con unos ojos muy claros. Me intimidaba un poco porque era una mezcla de seguridad absoluta y once años vacilantes… Yo le veía dudar cuando se dirigía a mí, pues se esforzaba en hablar castellano, teniendo que repetir alguna palabra que, al traducir, le había salido mal. Me di cuenta de que balbuceaba muchas veces cuando me nombraba y mi nombre era fácil: “Teresita”, y yo pensaba que no era normal que no lo dijera de un tirón.  A veces, alguna tarde, yo me atrevía y pronunciaba algún vocablo en catalán, pero enseguida me tapaba la cara con mis dos manos, y reíamos porque lo hacía francamente mal. Me sorprendí a mi misma cuando hablando en castellano, yo también balbuceaba cuando me dirigía a él.
            Una tarde Joan no bajó. Al día siguiente tampoco, al otro tampoco y esperamos más tiempo del que solíamos, por él. Al disponernos ya a marchar a la “Plaza del Sol”, porque no bajaba, se abrieron de par en par las puertas de su edificio y pudimos ver como cuatro personas, seguidas de otras cuatro o cinco más, colocaban a Joan y su féretro en el coche funerario que paró en su puerta, rigurosamente y a tiempo, en ese crucial momento. Quedamos, todos, muy descorazonados. Lloramos y nos abrazamos en grupo y sin decir palabra, nos retiramos a nuestras casas. Hablamos sobre Joan mucho en los siguientes días. Su enfermedad cardíaca, le había hecho naufragar definitivamente y ya no le íbamos a ver más, ni íbamos a escuchar su cadenciosa voz, contándonos sus aventuras en los exámenes del “VERDAGUER”.
            Otra tarde, después de haberle “soplado” dos cromos seguidos a Roser, me dijo bajando la voz: “A ti te gustaba el Joan, ¿verdad dona?”

(Ilustración tomada de INTERNET)
ISLETA 14 de Febrero de 2019
Mª Jesús Ortega Torres



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