DÍA DE
FIESTA EN VITORIA
Hoy Vitoria está en la calle. Es nueve
de Agosto de 2013, y venimos, por vez primera, a esta bella ciudad, elegida el
pasado año 2012, Capital Verde Europea.
Nuestra
visita a la ciudad, breve, pero productiva, nos va a confirmar, la razón de
este honor, y nos va a dejar con la boca abierta. Tanto su cinturón verde con
sus parques, como su gente, alegre y festiva, en el último día de sus anuales
celebraciones, y el CELEDÓN con su paraguas, colgado hasta la una de esta
madrugada en la torre de la Iglesia de San Miguel y que se divisa en la Plaza
de la Virgen Blanca, representan a la cultura alavesa. También son parte de su
cultura sus limpias y espaciadas calles, sus edificaciones, y monumentos,
incluidas iglesias y catedrales, como también el culto a sus escritores, que
percibimos al encontrarnos con la escultura, en el bello parque de la Florida,
de Ignacio Aldecoa, quien nació en Vitoria en 1925. Su muerte prematura a los
44 años no le impidió pertenecer a la
generación de “los cincuenta”, y sus cuentos y relatos han trascendido por ser
un retrato de la sociedad pobre y necesitada de su tiempo, y haberlos sabido
narrar como muy vividos por él. En el nº 9 del Paseo de la Florida, pudimos
admirar la casa de cultura que lleva su nombre y que es además biblioteca
municipal.
Nada más llegar a Vitoria, nos dirigimos
a la Catedral de María Inmaculada, que
me parece de un neo-gótico algo austero, pero de una elegancia muy peculiar, no
solo por la sobriedad de sus altares, también su justo espacio le da un toque
personal. Llama la atención su proyecto, que se nos presenta en una maqueta a
la entrada, y que da idea de una catedral que nada tiene que ver con la que
estamos viendo, pues es, dicha maqueta, como cinco veces mayor. Esta catedral,
se hizo en tres etapas, siendo una de sus riquezas, las esculturas que posee y
entre los retablos, el de San Bartolomé, cuya imagen central le da nombre, es
rico en color y oro. Sus esculturas y las pinturas que lo componen, tienen un
gran realismo.
Formando
parte de la catedral, llamada también “Nueva”, el Museo Diocesano de Arte
Sacro, que situado en la girola, muestra esculturas labradas en piedra de los
siglos V al XIII, pinturas en lienzos del barroco, imaginería y tablas de
madera del gótico, objetos litúrgicos de plata, desde los siglos XIII al XX,
casi todo donado a la catedral por la diputación foral de Álava, alaveses con
cargos políticos, o sencillamente, pudientes. También de otras iglesias y el
obispado.
Tras la visita anterior, recorremos Vitoria
en el pintoresco tren, que se ha habilitado para tal fin, sorprendiéndonos, la
belleza de la ciudad y su cinturón verde, poblado de arces, espinos, enebros,
ciruelos, endrinos, nogales…, que además, han sido adoptados en los espléndidos
caseríos y chalets, que dejamos a nuestro paso, y que, adornados con gran
variedad de flores, llenan de color y agradable aroma nuestro camino.
Se nos pasa la mañana en un suspiro,
sentimos que no podremos ver todo lo
recomendado por amistades y catálogos de turismo, en un solo día, y antes de
sentarnos a comer, recorremos el “Parque de la Florida”, bello, y muy limpio, al
son de la música de su “Glorieta”, que nos regala temas regionales y festivos,
que nos alegran.
Hace
ya un buen rato que nos hemos quitado las chaquetas, Vitoria- Gasteiz, tiene
sol. Fresquito por la mañana pero un luminoso sol de mediodía, nos hace olvidar
su bruma matutina y proseguimos nuestro recorrido por el casco antiguo, de cita
obligada, con su solera y sus numerosos visitantes. Nos dirigimos hacia la
calle Cuchillería, porque querríamos ver “El museo de naipes Fournier”, pero en
este último día de fiesta, han cerrado por la tarde y como prometemos volver,
lo dejamos para nuestro próximo encuentro con Vitoria, que junto con la
Catedral Vieja, llenarán otro día de visita a la ciudad. Nos dedicamos a
recorrer este barrio, entonces, de arriba abajo y nos resulta acogedor por la
simpatía de los comerciantes y personal de restaurantes y bares, que con
grandes carteles anuncian sus productos y los precios en castellano y en
euskera. Hay muchos vitorianos y vitorianas vestidos con sus trajes de rayas o
cuadros grises o negros combinados con
blanco y tocados con sus pañuelos unicolores, generalmente a contraste. De vez
en cuando suena una música que les invita a bailar y aceptan…
El
las calles del barrio antiguo hay vendedores que nos muestran sus objetos de
artesanía, en piel y metales y piedras semipreciosos. Los precios no son
elevados y hay gente comprando y muchos - muchas, somos quienes picamos y nos
ponemos la pulserita “de la suerte”.
Hace tiempo que degustamos como postre
la tarta de “La Virgen Blanca”, y nos dirigimos con un “hasta luego”, de nuevo
al centro de la ciudad y sentándonos en una sombreada terraza, degustamos un
rico granizado de limón, que sabe a nuestra tierra: el Levante. Los gorriones
campan a sus anchas, moviendo el aire y dando una nota simpática al momento,
que con sus evoluciones, entretienen y alargan nuestra conversación.
Vemos el recorrido festivo de los vitorianos
en trajes de campesinos, en pequeñas carrozas, con sus porrones, música,
alegría y barullo. Se vive la fiesta y la cantan, tanto ancianos, como niños…
¡¡Tendremos
que volver!!
Santurde
de Rioja 10/08/2013
Mª
Jesús Ortega Torres
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