ADICCIONES
(Hojas de ensayo)
La palabra “adicción” viene del latín
“additio”, y encuentra definición, según Wikipedia, en la O.M.S., como “una
enfermedad física o psico-emocional”.
Esta enfermedad crea una dependencia,
que no puede evitar quien la padece, necesitando ayuda para lograr escapar y
pasar a lo que llamamos normalidad, su estado anterior a la adicción.
Son muchos los factores que nos pueden
llevar a una adicción y en esta sociedad de consumo, el estrés, la inmadurez,
generalmente en la adolescencia, periodo en el que no se suele hacer caso a
nadie y campamos a nuestro estilo sin apenas reflexionar, la incomunicación,
paradójica en la era de una comunicación “diferente”, algunas costumbres de
distintos lugares, la imitación, falta de formación y también los genes, entre
otras muchas causas, ayudan bastante al nacimiento y desarrollo de una adicción
en nosotros.
“Una de las grandes enfermedades es no
ser nadie para nadie”
Nos dice Teresa de Calcuta y en esta
frase se manifiesta que puede haber una
gran soledad, y falta de calor humano, otros de los factores, creo yo, por los
que se puede iniciar cualquier adicción.
Hay muchas clases de adicción, y a veces
tan extrañas, por lo insólitas, que cuando las conocemos nos inunda la
perplejidad –-como ejemplo significativo y raro, la adicción a comer piedras--,
siendo los gobiernos con sus medios y la sociedad quienes tenemos que sentar
las bases para evitar o detener estas anomalías, logrando así que quienes las padecen,
se puedan librar de ellas.
En ocasiones se toman decisiones para tratar
de paliar los efectos originados por las adicciones y no se pone remedio a las
causas, y cuando nos contaba la prensa, que en un determinado punto de las carreteras,
y en distintos lugares de nuestra piel de toro,
se han talado árboles porque los automovilistas colisionaban contra los
mismos, veíamos ese mirar hacia otro lado de los ayuntamientos, queriendo anteponer
la causa de los accidentes a unos árboles y no en quienes conducen los
vehículos, totalmente ebrios y sin conciencia por el alcohol o por otras
drogas.
La determinación de una vigilancia exhaustiva en horas y días
clave, en la salida de discotecas, fiestas, reuniones y otros eventos, donde el
consumo de alcohol y otras sustancias, se prevé como evidente, y su castigo con
la multa en metálico, pérdida del permiso de conducir o gran rebaja de puntos, ha paliado en parte estas
consecuencias y aunque, por desgracia, se sigue consumiendo en exceso, se sabe,
que, la mayoría de las veces, hay, por parte de quien va a conducir, una
abstención a consumir, alcohol y drogas,
que va a dar seguridad al grupo.
En las adicciones, prevalece el instinto sobre la razón, pero
no el instinto de conservación…, este instinto, está anulado más o menos, según
el grado de adicción. Quien tiene la adicción no puede dominarse, pues hay una
inclinación y deseo tan fuertes e inequívocos, hacia el objeto de su adicción,
ya sean sustancias, juegos, riesgos— por cuya profusa generación de adrenalina,
pasan de “hobby” a adicción--, sexo,
alimentos, dinero, poder, Internet, etc., a los que se han acostumbrado su mente y
cuerpo, que va a necesitar ayuda de distinto calibre, aunque a veces, los
ruegos de familiares o personas queridas por el paciente, surten un efecto
milagroso que unido a su voluntad, logran lo que parecería un imposible:
“desengancharse” y volver a ser persona, no un esclavo a las órdenes de un
“amo”, llamado adicción, que se lleva nuestra razón y no nos permite, por la
dependencia que genera, disfrutar de nuestra libertad, que es uno de nuestros
más preciados patrimonios como personas.
Se ha escrito mucha literatura sobre distintas adicciones,
pero, habiendo leído yo, recientemente “La leyenda del santo bebedor”, __pequeña
narración novelada de Joseph Roth, cuyo prólogo, escrito por Carlos Barral es
excelente, teniendo el epílogo, confiado a Herman Kesten (crítico y novelista),
la misma calificación__, identifican los dos, con gran respeto, a una persona
dada a la bebida, no dejándola de admirar y alabar, haciendo ambos apología de
los efectos maravillosos y milagrosos
que produce el alcohol, cuando es tomado con demasiada frecuencia y
adoración (llámese abuso).
La historia, es una metáfora jocosa, cuyo protagonista,
Andreas Kartak, va desarrollando con una
picardía, que nos hace pensar que está en su sano juicio, el dejar “para
luego”, lo que debía de ser su primera obligación,
confiando en su suerte para poder realizarla más tarde.
Este relato da para mucho, ya que se puede hablar del
alcohol, como droga, de la dependencia hacia él, tanto física como psíquica, de
los efectos en la mayoría de los bebedores, del encubrimiento de la realidad,
de la soledad, frustraciones y fracasos, que las personas podemos tener con
nosotras mismas y que cuando sobrepasan la normalidad, nos crean conflictos…
Andreas, a pesar de su apariencia andrajosa, de la que no
parece darse cuenta, y que se auto-define como: “hombre de honor”, lo hubiera
sido, posiblemente, sin su adicción a ese líquido maravilloso, que hace olvidar
problemas y complejos, pero que va matando poco a poco…
Logroño 14/08/2013
Mª Jesús Ortega Torres
No hay comentarios:
Publicar un comentario