EL PECADO ORIGINAL
(Hojas de ensayo)
“VAS
A MORIR CULPABLE, COMO TODOS”
“VAS
A MORIR, CULPABLE COMO TODOS”
“VAS A
MORIR CULPABLE COMO
TODOS”
“VAS A
MORIR, CULPABLE, COMO TODOS”
Esta frase, de encabezamiento,
puede tener un sentido u otro porque según estén colocadas sus comas, se deduce
algo diferente. El actor que la pronunció en la película francesa (La bûche), que
vi estos días de fiesta, lo hizo como está escrita en la primera posición. Enseguida
apunté la frase, porque cuando la escuché, me transportó a Adán y Eva y a su
“pecado original”. Me transportó al huerto del Paraíso.
Hicieran lo que hicieran…, Adán y Eva murieron culpables. Sin
importar la posición de esas comas, y, dicha la frase en el momento de la
expulsión del Paraíso, en cualquiera de sus formas podría haber servido a
nuestros primeros padres, Adán y Eva, según la fe cristiana.
La historia de la humanidad, relatada por las diversas
religiones que conocemos, es totalmente distinta a la historia de la humanidad que
se suscribe con el conocimiento científico - que no ha terminado de afianzarse-,
y que, avalada por los juicios de hombres de ciencia, es capaz de profundizar
en los enigmas que el Universo nos ha planteado. Se van descubriendo nuevos
hechos, viejos enigmas, a veces por casualidad (aunque hay que saber descifrar
esa casualidad), y a veces por datos, en base a lo conocido o cambiándolo todo o
parte de lo investigado, por una nueva inspiración o descubrimiento, que hace
que lo resuelto, hasta entonces, quede arrinconado y se respete el nuevo
descubrimiento o la nueva teoría.
Ciencia y religión… Religión y ciencia, no se ponen de
acuerdo en el origen del hombre. No lo hacen porque la ciencia trata de
descubrir quién es el ser humano, y
trata de investigar las respuestas a todas las
preguntas: las que sugieren tiempos pasados y las
que se plantean ahora.
Las religiones al tratar del origen del hombre, le da a
éste, un inicio divino, condicionándole al
“misterio”, a lo que “solo puede hacer
Dios” o se puede hacer “por mediación de Dios”. Lo condiciona a unos dogmas y a
unos comportamientos, que, predeterminados, y según el tiempo en que ocurra y según
la religión enunciadora, van a establecer
una conducta u otra.
En el Antiguo Testamento
y en su primer libro, “El Génesis”, encontramos,
en sus dos primeros capítulos, la primera contradicción.
En el primer capítulo (Génesis 1: 25-26), se dice que Dios creó primero a los animales y
después al hombre y a la mujer.
En el segundo capítulo (Génesis 2: 4), a Dios se le llama
Jehová, crea primero al hombre, colocándole en el “huerto del Edén”, después a
los animales, y por último, y de una costilla de Adán, crea a Eva, la primera
mujer.
Estas dos versiones, al parecer, distantes en el tiempo, y
según algunos estudiosos de las Sagradas Escrituras, tienen ambas su verdad, y
solo es la distinta interpretación de las mismas, lo que las hace diferentes.
En el planteamiento sobre el advenimiento y la evolución del
hombre en la tierra hay distintas
resoluciones, ya que los científicos, filósofos y los padres de la Iglesia, muy
pocas veces han coincidido en sus afirmaciones y conclusiones, antes al
contrario, siempre hemos conocido una
lucha tenaz - la historia nos lo cuenta -, entre los pensadores, que oponían su
criterio y cuyas desavenencias no han terminado.
Hay además, una intención en lo dicho y otra en lo que
después se transmite, ya que nuestra libertad, nos hace cambiar lo que otros
dijeron y lo acomodamos a nuestro particular criterio y, con nuestro
pensamiento, deformamos y cambiamos totalmente el sentido de lo que se quiso
decir por el autor, omitiendo y añadiendo, a voluntad, palabras que cambian textos e ideas. Lo hemos
comprobado al leer algunos de los textos de las Sagradas Escrituras y también
en diversas obras literarias y en sus
diversas traducciones. La interpretación dada a esas enseñanzas y escritos, es
distinta y evidente, cambiando, totalmente, el sentido, si se sacan frases de
contexto o se omiten o añaden palabras o ideas propias del traductor.
Esta frase de la película “La bûche”, sugerirá en quien la lea con
distinta puntuación, distintas sensaciones. A mí me ha producido algunas de las
que puede generar…
“VAS A MORIR CULPABLE, COMO TODOS”:
Un hijo nacido de una relación, fuera del matrimonio, le
dice a su padre biológico que se excuse o no se excuse, se arrepienta o no se
arrepienta, va a morir culpable. Lo hecho, no tiene remedio (es él), no tiene
perdón (le ha hecho vivir siempre avergonzado -o no-, y como un bastardo). El
hijo entra en ese “todos”, como su padre.
“La bûche”, es una película francesa (1999), y aunque las películas sean ficción, la
realidad las suele superar. Ahora lo sabemos porque estamos continuamente
leyendo noticias, crónicas, etc., es decir, estamos bastante más documentados
que antaño y la T.V. y nuestros ordenadores, también nos ayudan bastante en
toda clase de información de la realidad cotidiana. No podemos cambiar nada
después de ya hecho. Todo sucede y ahí queda…, para la posteridad, para la
historia. La conciencia de culpabilidad, nos ha sido impuesta aunque no es igual en todos.
“VAS A MORIR, CULPABLE COMO TODOS”:
Es una afirmación que se sabe
por el día a día… No pasa uno siquiera, sin que muera alguien, y además: “culpable
como todos”, porque: “quien
esté libre de pecado, que tire la primera piedra”, y éstas son
palabras de Jesucristo en defensa de la mujer adúltera, que nos transmite el
Evangelio de San Juan (6:14). Aunque la
humanidad investigada de modo
científico, se considere de distinta forma que la recreada por las diversas
religiones, en este caso, la ciencia, también sabe de la tendencia del ser
humano, a salirse de lo establecido como “legal”… La vanidad humana y el poder,
ayudan mucho a no cumplir como personas y pasar del “otro” o acusarle desde una
altura que se presupone honesta, pero que también, aunque lo fuese, es
susceptible de culpa.
“VAS A MORIR CULPABLE COMO TODOS”:
No se da respiro. Es
evidente y sin escapatoria posible. El veredicto parece estar prescrito desde
antes del nacimiento. Quien te manda nacer, ya sabe a qué te manda: a morir y a
ser culpable.
¿A quién estoy inculpando yo…?
¿Cómo me atrevo…?
Con los conocimientos adquiridos, somos más independientes
en nuestros criterios, y, obedeciendo a nuestra evolución personal, llegamos a
conclusiones sobre nuestra propia conciencia, sabiendo que ésta nos dicta una
buena o mala conducta, y que de nosotros, personalmente, depende el obrar de un
modo u otro.
La vida es conformismo ya que, pocas veces o nunca suceden
las cosas como tú quisieras. A menudo, orientas tu vida en una dirección, de la
que luego te arrepientes, porque no te ha llevado a una felicidad mediata.
Puede suceder también que te das cuenta que dicha felicidad, te ha pasado
rozando, pero se ha ido de tu lado, sin aparente remordimiento.
“VAS A MORIR, CULPABLE,
COMO TODOS”:
Te han enjuiciado, te han condenado
y te han creído culpable, como a todos los que te precedieron, o van detrás de
ti y han cometido o cometerán, iguales o
parecidas faltas, susceptibles de idéntico castigo. Esta frase ya lleva
implícito el castigo, porque se le está hablando a alguien, en segunda persona:
“tú vas a morir” (de inmediato) y no le da opción… Quien así piense, es posible
que se crea con derecho a juzgar a todos menos a él mismo y esto es un peligro. Esa coma después de morir, me hace pensar en
un anfiteatro romano, y a cualquiera de sus violentos emperadores, con el dedo pulgar de su mano
derecha hacia abajo (Nerón, Calígula - por ser tan peculiares -, por ejemplo),
para ejecutar a un ferviente cristiano sin demora. Entonces, todos los
cristianos eran culpables. Costó mucho tiempo, varios siglos, que se creyera lo
contrario, repitiéndose la historia, pero al revés.
Yo no creo que seamos culpables. No somos culpables, al menos,
de haber nacido. Es gratificante pensar, que estamos en la Tierra por una
necesidad de amor y de amar, pues el amor es una necesidad inherente en
nosotros, que va unido al instinto, reflejo, que compartimos con los animales.
La tierra ha evolucionado y hemos evolucionado los seres humanos,
con ella en ese tiempo, que por otra parte, es mucho tiempo… tanto tiempo, que
parece una eternidad y muy difícil de imaginar.
Según la ciencia, fue gracias a que los seres unicelulares
(en un principio bacterias y virus microscópicos, solamente), que se formaron
en un ámbito húmedo en nuestro planeta,
evolucionaron y se, transformaron.
Cuatro mil cuatrocientos setenta millones de años, se sabe que es el tiempo de
vida de la tierra y dos millones y medio de años cuenta la existencia humana
sobre la tierra.
Los geofísicos,
paleontólogos, arqueólogos, astrólogos y muchos otros expertos científicos, nos
lo cuentan actualmente, según van haciendo sus descubrimientos, por todo el
planeta y nos lo transmiten por diversos medios (publicaciones científicas,
prensa, T.V., radio, etc.) Hace muy pocos días se nos mostraba un pez primario,
cuyo origen data, de más de trescientos millones de años, llamado COELATÁN, en
un documental de T.V. con la gran alegría- euforia pura-, del científico que
dio fe de su existencia, mostrándonoslo recién capturado.
TEIA era un planeta
más grande que Marte que chocó contra la Tierra, siendo a consecuencia de ese
golpe y de la velocidad en que se produjo, como se desprendió de nuestro
planeta un trozo, originando nuestro
satélite: La Luna.
Actualmente, conocemos casi al momento, el nacimiento de una
nueva estrella. También su muerte después de millones de años de existencia, a
la que llaman “SUPER NOVA”, que luce al final, paradójicamente, con un potente
estallido de luz, con el que preconiza su fin.
La ciencia es buena cuando trata de despejar incógnitas que
han estado ocultas tanto tiempo, y lo hace con una finalidad de progreso y para
que no nos veamos abocados a caer siempre en iguales errores. De momento, no
establece dogmas. Hay unas reglas que vienen dadas por el avance del
conocimiento. También investiga sobre enfermedades y trata de paliarlas y si
puede curarlas, lo hace. Como la ciencia no es exacta, tras ensayos y
experimentos…, a una teoría, sucede en periodos más o menos largos, otra
teoría, que anula, o modifica la anterior, pero no hay muertes entre los
científicos. No se mata ni se generan guerras, porque otro sabio, otro hombre
de ciencia, con mejor y mayor juicio, haya enfocado un tema de otro modo, que
en su tiempo había sido aceptado como verdadero. La nueva teoría, y las nuevas
investigaciones son quienes tienen que arrinconar lo antes hecho.
No pasa igual, con
las creencias religiosas y siempre, y en los confines del tiempo, ha habido y
parece que seguirá habiendo, guerras,
crímenes y otras injusticias del hombre para con el hombre, por sus fanatismos religiosos, que por la
presunta, salvación de su alma, provoca daños a la libertad de quien no piensa
igual, que sus estrictos dogmatismos, que según la época, se interpretan de un modo u otro. Ha habido y
sigue habiendo, guerras, muerte, injusticias, sin considerar que estamos aquí,
para vivir y no para eliminar a todo aquél, que no sea del mismo criterio o la
misma religión, pasa también, con demasiada frecuencia, en política, y mucho en
políticas orientadas y dependientes de fanatismos religiosos.
Buscar la perfección es natural, pero nuestra civilización
está muy fragmentada y es muy desigual su evolución, por lo que todavía queda un
largo recorrido.
Documentación:
Prensa, Radio, Libros, TV,
Cine, Google…
Tertulias
Deducciones personales
Alicante 31/12/2013
Mª Jesús Ortega Torres
No hay comentarios:
Publicar un comentario