ADOLESCENCIA
(Hojas
de Ensayo)
Los años
nos enseñan
Muchas
cosas que los
Días no
saben nunca.
Ralph w. Emerson
Al periodo en el que empezamos a mostrar nuestro “yo”, le llamamos
adolescencia. Lo van a conformar muchas influencias, que unidas a las
primordiales, como son las que van implícitas en los genomas de cada ser, va a
influir, de modo esencial, la “genómica ambiental” como manipuladora principal
de una conducta, que empieza a querer ser independiente.
Su
“EGO” va a seguir creciendo, además de por
la carga personal y ambiental, ahora también, orquestado por la
revolución que le van a provocar los
cambios fisiológicos en su cuerpo y en su mente.
Es
un periodo muy difícil, trascendental y muy decisivo, ya que se va a adquirir,
lo que llamamos “autonomía”, y desechando la opinión de los mayores, sus
consejos y razonamientos, se querrá, no
solo suprimirlos, también hacer los suyos realidad, y, así decir que pueden ser “ellos mismos”.
La
adolescencia, empieza en la pubertad, y es ésta su primera fase, en donde se
llevan a efecto, los procesos físicos y fisiológicos que marcarán el camino, desde
la edad de 10 años hasta los catorce, en las niñas, y desde los once años a los
quince, en los niños. La ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD (O.M.S.), distingue
una adolescencia temprana cuya periodicidad, termino de indicar, y una
adolescencia tardía, que comprende el
periodo que va de los quince años, a los diecinueve o veintiún años.
En
la adolescencia se da el paso a la edad adulta, y se puede llamar a este periodo,
de transición. Los cambios que van a influir en un desarrollo hacia la adultez,
conllevarán un nuevo carácter en el joven, porque se inicia una rebeldía
(mayor o menor), en los jóvenes, que a su vez se quejan de un rechazo por parte
de los ya adultos, sean familiares, profesores, o bien, otras personas de su
entorno. Estos rechazos, que no son otra cosa, que su propia resistencia, unida
a el deseo de los allegados de que no tropiecen en la misma piedra, en que
tropezaron ellos, y, los efectos y alteraciones que les produzcan, a cada
adolescente, sus cambios hormonales, que acarrearán cambios fisiológicos y
físicos, como ya he señalado anteriormente, y que le van a preparar para una
vida sexual activa y apta para reproducirse. También se seguirá tejiendo su
EGO, y este yo, tan especial, va a marcar su personalidad, aunque en esta época
de transición a la adultez, es muy difícil que se dejen orientar cuando su
rebeldía se hace muy notable, ya que busca su identidad. Cuando ésto llama la
atención, porque es demasiado patente, a veces hace falta la ayuda de un
profesional de la psicología, que dará unas pautas para la terapia y que el
joven, generalmente, siempre acoge mejor que las correcciones naturales de padres y maestros,
por las que se revela y dice que las hacen “para fastidiarle”. Los jóvenes se
tratan de desasir de las manos y los brazos de los padres protectores, y cuando
se presencia una escena de rebeldía de hijos adolescentes con sus padres,
parece que se ha pasado del amor al odio…, tal es la fuerza del “querer ser”.
El
joven adolescente, piensa, pero pocos se “paran a pensar”. Piensan de modo
ligero, sin saber bien qué partido tomar, ya que parece, que la mayoría, se
juegue a “cara o cruz”, lo que ha pensado, para tomar una determinación, y
claro, puede haber mucho índice de error. Por costumbre, casi todos los
adolescentes, ponen pegas a lo que se les dice, protestando si no se les hace
caso, y, originando muchos conflictos familiares por no admitir ser dirigido y
sin aceptar algo de orientación,
procura siempre salirse con lo que se
propone.
Erróneamente,
cree que no es querido, y se suele comparar, él mismo, con los insectos
domésticos, que se aplastan, cuando aparecen, y se le ha de convencer para que
retire esos pensamientos.
Los
adolescentes tienen que tropezar muchas veces, para decidirse a rectificar, y ésto
se convierte, casi, en su único cauce de aprendizaje, que por otra parte,
también es y ha sido el principal procedimiento de aprendizaje de quienes nos
llamamos hoy día “adultos”, incluyendo a sus propios padres, que tendrán que
cambiar, sus actitudes y ponerse de acuerdo, antes de recriminar al hijo que se
tambalea inseguro ante las distintas opiniones de sus progenitores, si es que
no se coordinan antes de hablarle.
A
veces, el adolescente no sabe qué resolución tomar y cuál de los dos (padre o
madre), colma sus expectativas para decidirse. Ante ésto, suele elegir al
amigo, o amiga “del alma”, como consejero, porque descubre el lío mental que
tienen sus padres entre ellos, con respecto a él y sus, ahora, “nuevas
circunstancias”. No es fácil convertir, sensaciones, impulsos, emociones…, en
sentimientos, y ésta es una necesidad, que si no se realizara, le seguiría
relegando en el infantilismo.
En tiempos
no muy lejanos, se trataba de orientar con charlas por profesionales de la
enseñanza, religiosos, médicos y cine fórum, con temas al respecto, y libros,
también, de carácter orientativo para jóvenes adolescentes, casi siempre, todo
esto, condicionado a unas normas religiosas, que señalaban un camino para que
los “problemas” tuviesen una solución. Generalmente, estos libros, se referían
de modo selectivo, a el joven y a la joven, pues se les sabía distintos, y sus sensibilidades dispares merecían un trato especial y personalizado.
Se empezó a valorar a la mujer, ensalzando sus cualidades y su rol en la
familia, y potenciando su papel en la sociedad y su responsabilidad como futura
madre y también futura educadora… Entre estos libros recuerdo “El diario de Ana
María”, “El diario de Daniel”, “Triunfo” los tres del autor, Michael Qoist…
Otro libro que fue muy leído, lo escribió Desclée de Brouwer y tiene el
sugerente título de “En la encrucijada de la vida” (Libro para la joven).
En la actualidad, son bastantes los
autores que, desde el conocimiento del ser y que buscando las causas y los
efectos circunstanciales en el comportamiento de cada persona, encuentran
soluciones a problemas derivados a que es, precisamente, en la adolescencia y
cuando seguimos tejiendo un “ego” a
veces mal dirigido, o no dirigido, valoran, lo que queda en nosotros de las
vivencias familiares y sociales y lo que nos ha afectado, que hace anómalas las
conductas mal influenciadas por unos progenitores que no fueron a una “escuela
de padres”, y que por lo tanto, no personalizan una educación, sumidos, por
otra parte, en la obligada tarea, del mantenimiento del hogar y otros problemas.
Siguen
habiendo tertulias, en donde se trata del tema “adolescencia”. La Radio y la
T.V., prensa etc., también forman mucho y los padres deben prestar atención a
una formación personalizada, que requiere minuciosidad, y que de su mejor o
peor transmisión, va a depender una buena transición a la adultez.
En los
textos, en los que se trataban de encauzar, por la fe católica, las conductas
adolescentes, se daba una visión, que aunque orientativa, era algo partidista,
muy paternalista y excesivamente protectora, mermando la libertad, por su
dogmatismo, ante el “peligro” en el joven, de saltarse unas reglas preestablecidas, cuya infracción
era motivo de “pecado mortal”.
Las
orientaciones de los psicólogos, actualmente, tienden al desarrollo del
crecimiento en el joven adolescente y tratar de encontrar las causas, si
existen, del no crecimiento. Me pareció, muy interesante leer el libro de
Antoni Bolinches: “Peter Pan puede crecer”, en donde el autor nos da unas
soluciones para deshacernos de “ese
padre”, y/o, “ese niño”, que no hemos desempolvado de nuestra personalidad y
que la enmohece, la anquilosa y no la deja resurgir.
El
comentario de el profesor de Tuba del Conservatorio Profesional de Música de
Zaragoza, Eduardo Ruano, que manifiesta que “estudiar música, ayuda a
desarrollar, las capacidades, intelectuales, sociales y personales, mientras se
divierten”, reafirma que se debe insistir y orientar, en el estudio de algún
instrumento. Tanto el joven como el ya adulto, deberían ser estudiosos
eternos, o tener algún tipo de actividad,
extra-laboral, que les acompañe. Siguiendo con el profesor Ruano, nos dice las doce ventajas que pueden tener los niños, infantes o adolescentes, que estudian música, y
que pueden encontrarse, en otras artes y/o deportes. Por citar alguna de estas
doce ventajas, citaría la autoestima y el desarrollo en valores.
Conocemos los resultados del desarrollo adolescente,
de muchos de los niños “prodigio” que han poblado y siguen habitando el globo.
Si bien es verdad que no todos lograron ser felices, también lo es, que los
motivos, fueron generalmente, el aislamiento y envidias que produjeron en su entorno…, ya se sabe que a
nadie dejan ser profeta en su tierra, aunque Mozart y Schubert (entre otros
muchos más músicos), lo consiguieron, madurando además, una estética personal,
que creo, perdurará siempre.
La afición a la lectura, como medio importante
de formación, es muy entretenida e interesante. No pasa inadvertida y siempre
se recomienda. Tenemos un ejemplo en el escritor Borges, al que su gran afición
a la lectura desde una temprana edad, le llevó a ser un gran escritor, siendo
sus primeras traducciones y narraciones en unas
edades, infantil y adolescente. Ahora
es considerado uno de los más peculiares escritores de nuestra época. Borges
tuvo estos antecedentes, en sus padres, quienes le inculcaron, el amor a los
libros, en su más tierna infancia.
Además
de a la música, y a la lectura, la dedicación a otras bellas artes, y la
práctica de deportes, elegidos dependiendo del gusto y capacidad de los
jóvenes, hacen que el adolescente, pase mejor el “puente”, sin ver,
continuamente, el abismo.
Los
padres tienen que asumir una responsabilidad de vigilancia y apoyo para con sus
hijos, y la asistencia a los Centros de Salud en donde, las revisiones
periódicas al “Niño sano”, constituyen también un importante apoyo, ya que se
les insta a seguir con una vida, llena de respeto y cariño hacia su familia y
demás allegados, y a saber decir no, con entereza, a amistades que no le
convengan, a todo tipo de drogas y al sexo sin protección, por los peligros, no
solo de enfermedades, sino también, de embarazos no deseados.
No
es fácil pasar de un grado de infancia a un estado de adultez. En la vida nos
toca aprender siempre, lo que ocurre es que cuando nuestros padres nos creen
capaces de andar solos, y nos dejan decidir en algunas cuestiones, nos pensamos
que ya lo sabemos todo… Éste, el periodo de la adolescencia, es el “reto” a superar.
William Shakespeare nos dice:
“penséis lo que penséis, creo que
No están de más las buenas palabras.
Fuentes:
Antoni Bolinches: "Peter Pan puede crecer"
Antoni Bolinches: "Peter Pan puede crecer"
Eduardoruano.com ‘doce
razones por las que un niño debería estudiar música’.
Prensa, Radio, T.V.,
Revistas y Libros pediátricos
Conocimientos adquiridos
por, gran parte, de mi experiencia profesional.
Alicante 24/01/2014
Mª Jesús Ortega Torres
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