sábado, 25 de octubre de 2014

POR LA MAÑANA EN EL CAMPO






 POR LA MAÑANA EN EL CAMPO


Muy alegre está el campo, parece sonreír;
lo ha despertado el sol, de su sueño nocturno.
El rocío ha regado, con sus gotas gozosas,
las flores y sembrados, y los ha refrescado.

La mañana comienza con el canto de gallos…,
turnándose entre ellos, nos muestran su saber.
Los gorriones pían, también las golondrinas
que levantan el vuelo, para ya no volver.

Una rosa silvestre me da los buenos días,
sus pétalos rosados, el rocío empapó.
Y el arroyo que pasa, con su andar cantarino,
 va dejando el perfume, que del monte bajó.

La mañana está clara. Se escuchan ruiseñores,
y a las vacas pastando, yo las oigo mugir…
Un perro ladra al lado ¡Hay “vidilla” en el campo!
Y un lagarto dormido, da un brinco saltarín.

Vuelan las mariposas y también las abejas;
Temprano, esta mañana, han elegido flor.
Haciendo su trabajo, pasan la vida entera,
no se quejan a nadie por hacer su labor.

Yo que observo mi entorno, repito una y mil veces:
¡Qué bonito es el campo!
¡Cuánta paz que nos da!.
Y paseo, paseo… y lo miro y remiro.
Perdida entre sus flores, tal vez me voy a quedar.




Santurde de Rioja 11/09/2014

Mª Jesús Ortega Torres

domingo, 5 de octubre de 2014

FAMILIA






FAMILIA


(Hojas de ensayo)

Y mis padres por fin se dan cuenta
de que he sido secuestrado y se
ponen en acción inmediatamente:
alquilan mi habitación.
     WOODY ALLEN


         Empiezo, quizá, de un modo jocoso, un tema muy serio y apasionante como es el de la familia.
En todas las familias pasan cosas… Muchas cosas, que constituyen la “vidilla” de cada familia y que las hace diferentes, de acuerdo con las características de cada uno de sus integrantes, teniendo en consideración de que cada uno de sus miembros, no es igual al otro y aún los hijos del mismo padre y la misma madre, tienen tan acusadas diferencias, que no parecen hermanos.
         En las familias se dan la ira-odio y también el amor. A veces se dan conjuntamente, otras alternativamente y la mayoría de las veces, estos sentimientos, están fluctuantes, y se manifiestan, en ocasiones por un simple gesto, por una opinión que no creemos merecer o que merecemos y no reconocemos. El amor se da, sobre todo y además del afecto natural, por la comprensión y perdón de nuestros defectos, errores y faltas, por los demás hacia nosotros.
         Hay quien calla siempre, pero se las ingenia, para siempre salirse con “la suya”, dejando a quien protesta y cree tener la razón, totalmente frustrado, desarmado y fuera de lugar, con un sentimiento difícil de explicar, pero muy cercano a creerse anulado y siempre sorprendido de la jugada del otro que “callando, callando”, dobla el criterio de la autoridad a su favor. En la familia los padres, generalmente, unen, pero a veces, separan.
         En encontrar ese “quid”, han basado muchos su razón de ser, y así, aumentando su ego, se han hecho poderosos en sus familias y, algunos, en la  sociedad de su entorno. Quién no ha buscado su “quid”, y como nunca encajaban sus propuestas, ha tenido que buscar, fuera de la familia, amistades, con la comprensión y cariño que en su propia familia no han sabido darle y que de algún modo le han negado,  constituyendo, a veces, esos amigos, una familia elegida.
         Entre los miembros de algunas familias, se puede dar el fraude. Hasta que no nos conocemos, no sabemos quiénes somos o no estamos en condiciones para definirnos, vivimos como en una nube, algo ausentes y a veces nos sorprendemos cuando creemos conocer a los demás miembros de nuestra familia y resulta que no son quienes pensábamos que eran, a pesar de compartir el mismo techo y la misma mesa; el concepto que teníamos de ellos, cambia por algo inesperado, con lo que nos sentimos sorprendidos y engañados.
         Si los demás tergiversan nuestro yo, nuestra verdad…, surge también un conflicto, y surge para ambas partes, habiendo malentendidos que duran toda una vida.
         A veces caemos de la nube, ante la certeza de que a nuestro lado, se mueven estrategias, que nos perjudican con respecto a los demás componentes de nuestra familia. El mover los hilos, para hacernos culpables, de algo de lo que no somos responsables, puede ser una constante, si no nos plantamos y reafirmamos nuestra opción, criterio, circunstancias, o nos hacemos de valer un poco más.   Pasa mucho, también, en nuestra sociedad, cuando se cargan unas responsabilidades a quienes no les pertenece tal compromiso. En muchas ocasiones, es el hermano mayor el que carga con la culpa de casi todo. También se le suele “cargar” al más débil y es bastante  injusto e indignante. En la sociedad son los sectores menos  formados y con menor posibilidad de defensa, quienes reciben frecuentes vapuleos, en los que también vemos la injusticia y el enojo que se suele hacer general.
         Cuando las preferencias de los padres o de uno de los padres, deriva en uno de los hijos, puede surgir un conflicto en los demás, o en el que no se perciba tan bien asistido o aceptado como su hermano o hermana… Te ves avocado a un segundo término que no crees merecer, y tu “yo”, te está demandando que no tiene por qué, ser, alguno de tus hermanos, más apreciado que tú, aunque tú seas algo más rebelde y no sigas los criterios generales, que en algunas ocasiones, consideras que no son los más acertados.
         En muchas familias, ha existido y aún, en muchos casos, sigue existiendo, una educación machista. Los hermanos varones estuvieron mejor considerados que las mujeres. No creo que fuesen razones de coeficiente mental, aunque a las mujeres, nos dejaron reafirmar nuestras capacidades intelectuales no hace mucho y siempre se tuvo que “demostrar”, lo que en el hombre se tenía como natural.
          Los padres son quienes dirigen “su obra”, que es su familia, hasta donde les llegan sus conocimientos. A veces llegan a tiempo de evitar o paliar un altercado. Hay veces que en el altercado está la solución, porque poner las cosas en su sitio, las pone claras.

         Si escuchamos a Confucio (551-479 a. C.), nos dice:

“Una casa será fuerte e indestructible cuando esté sostenida
por estas cuatro columnas: Padre valiente, madre prudente,
hijo obediente y hermano complaciente”.

         Los padres, sí, creo que tienen que ser valientes y responsables del deber de llevar al hogar, lo necesario para cubrir previstos e imprevistos, pero en el pasado y aún hoy, quedan padres que se exceden demasiado en su trabajo y con la excusa de que son en él “imprescindibles”, pasan demasiado tiempo fuera de la familia, que llamamos hogar, y que necesita de los dos: padre y madre, para la educación y guía de los hijos y, principalmente para darles su cariño. A veces un excesivo celo con los hijos, no es bueno, pero un abandono, aunque sea parcial, pero muy frecuente, tampoco lo es.

         Oscar Wilde (1854-1900), afirma que:

“Los niños empiezan por amar a sus padres. Cuando ya han crecido los juzgan,
y, algunas veces, hasta los perdonan”.

         Muchos padres tardan en reconocer, que no somos ramas de sus árboles y que tenemos también, nuestra autonomía. Nos niegan nuestra identidad, porque todo ha de hacerse a  su manera, y, aunque al final de esos entresijos, quede igual hecho de un modo que de otro, ellos ¡claro! prefieren su modo. A lo novedoso se atreve solo quien tiene espíritu creador, descubridor en ciernes de lo que se trate o vaya a tratar…
         A veces, la falta de tiempo o de la seguridad en ellos mismos, les hace anular, en sus hijos, una decisión que les distingue de su entorno más mediato y les lleva de una rutina o monotonía a algo diferente.
         El afecto que necesitan los hijos, de los padres, no tiene igual apremio e intensidad en unos hermanos que en otros. Hay quien necesita mayor afecto, atención…, o contemplación, aunque todos necesiten cariño, que llevará a una estabilidad emocional presente y futura, si ese afecto ejerce de alimento y cala en cada cuál. Un buen trabajo de los padres, sería tratar de forjar mejor el carácter de ese hijo más necesitado, aplaudiendo más sus éxitos y ayudándole en sus fracasos, y procurar así que sea autónomo y no dependiente ni de ellos ni de los demás, aunque hay otros muchos matices, intrínsecos o adquiridos, que nos hacen ser muy diferentes a unos de otros.
         Cuando hay poca diferencia en la edad entre los hermanos, puede surgir una cierta camaradería, excepto en aquél, que queriendo ser “él” o “ella”, solo se ve a sí mismo, ignorando a los otros y pasando de los demás…, y “caiga quien caiga”, se las apaña para llamar la atención, o, con su dedo acusador, señalar “quién rompió el plato”. El afán de protagonismo, lleva a ésto y a más…, por lo que la familia, puede ser a veces, paz o infierno. El término medio o pasar de la paz al infierno o del infierno a la paz, pueden darse, bien sea porque ceden unos a favor de otros, o porque haya algún hecho, trascendente, que confiera o conforme un nuevo ambiente.
         En la familia se inicia el poliedro, que vamos, todos, a construir a lo largo de nuestra vida. La formación y cariño que recibimos en nuestras respectivas familias, la escuela, nuestro entorno, las experiencias asimiladas en nuestra vida académica, en nuestros posteriores trabajos, los afectos que hayamos sabido o podido guardar en nuestro corazón…, constituirán, de por vida, nuestra mayor riqueza en esta tierra, porque son y serán “nuestro Universo”.
         Para finalizar, he elegido un pensamiento de Sir John Bowring (Oct. 1792-Nov. 1872), político inglés, escritor, políglota, hispanista y cuarto gobernador de Hong-Kong…:

“Una familia feliz no es sino un paraíso anticipado”


Documentación:

Pensamientos del “Diccionario de citas” de Luis Señor
Wikipedia
Experiencias personales y profesionales

Alicante 3/10/2014
Mª Jesús Ortega Torres