viernes, 29 de julio de 2022

CURSO DE DISCAPACIDAD POR INTERNET

          

                                



           CURSO DE DISCAPACIDAD POR INTERNET 

Quiero invitarte a realizar un viaje literario donde podrás conocer a autores que viven, o no, con discapacidad, que se animaron a escribir sobre temas desafiantes.

 Un viaje literario de 12 semanas, del que saldrás con una perspectiva más amplia, más empática de ti mismo y del mundo que te rodea.

 De ese modo, leyendo y escribiendo, inspirado por autores como Irene Villa, Emilio Ortiz, Albert Casals, Truman Capote y otros, reconocerás, como en un espejo, tus miedos, alegrías, avances, pérdidas y reencuentros cotidianos.

 El recorrido comenzará el lunes 1 de agosto, vía e-mail y si querés ser uno de los viajeros, espero tu correo para inscribirte o recibir más información.

Prof. Laura S. de Ferro.

 Profesora especializada en ciegos y disminuidos visuales.

 E-mail:

Laurayroberto2005@funescoop.com.ar 

DESTINADO A: personas mayores de 18 años, con o sin discapacidad, interesadas en conocer literatura relacionada con el tema: estudiantes de periodismo, lengua y literatura, personas amantes de la lectura y la escritura.

 Este curso es una invitación a disfrutar de la lectura, a conocer diferentes textos y autores.

Se trata de proporcionar una imagen realista y positiva de las personas con discapacidad, independientemente del tipo y grado de la discapacidad de que se trate.

A la vez, afianzar en los participantes su valoración crítica de distintos textos, y la capacidad de escritura, realizando prácticas en la confección de textos propios, utilizando diferentes géneros literarios.

 A la vez, afianzar en los participantes su valoración crítica de distintos textos, y la capacidad de escritura, realizando prácticas en la confección de textos propios, utilizando diferentes géneros literarios.

 

 Programa del curso:

 Los niños con discapacidad, sostén afectivo en sus familias, bulling en la escuela, etc.

 Adolescentes con discapacidad, aceptación del cuerpo, pertenencia al grupo de pares, proyectos educativos y laborales.

 Adultos con discapacidad: su construcción como personas productivas, su familia, metas cumplidas o por cumplir.

 Ancianidad y discapacidad: vivencias, pasado y presente.

 

 Metodología de trabajo:

 Los textos se enviarán, vía correo electrónico, para que puedan ser leídos, realizar preguntas, y responder a las actividades propuestas. Los envíos se efectuarán semanalmente.

 La evaluación será permanente, al presentar trabajos escritos, que serán corregidos, y comentados en conjunto.

 

  



TERESITA, TOMÁS Y TOMASITA

(FÁBULA)

 

Habían nacido al unísono, igual que suenan clarinetes y violines cuando se soplan y pulsan en la lectura de una melodía ideada por el compositor para ellos. La primera en salir del cascarón fue Teresita y el segundo fue Tomás. La tercera, Tomasita. Se llamaba así porque su hermano Tomás la ayudó con una certera cabezadita en su cascarón, ya que notaba el suplicio de la bebé al no poder traspasar su cuerpecito por el pequeño agujero que ella había hecho al ir resquebrajándose su huevo. Teresita comenzó a correr. Eran los tres primeros de la puesta que mamá tortuga había escondido en su hoyo y sabían que alcanzar el gran océano era su destino, y antes de que las aves, habitantes de su playa, despertasen de su sueño nocturno tenían que estar nadando para su regocijo. Si no lo hacían así, la aguda y asombrosa vista de sus depredadores, terminaría, en un santiamén, con los sueños bien incubados de los tres hermanos, de pasear por los arrecifes de coral, nadar en carreras sin meta y dejarse llevar por las cálidas corrientes, como en un juego sin adivinar, y, solo presintiendo, en dónde y cuándo terminaría su sensación de traviesa aventura, con unas corrientes, siempre temidas por capitanes de buques y nada peligrosas para ellas. A Tomás, en su primer desafío en la vida, se le ocurrió mirar hacia atrás. Tomasita, detrás, avanzaba con dificultad…      

   ¿Qué le ocurría?

Tomasita renqueaba. No podía seguir el ritmo de los dos hermanos. Tomás la había ayudado a salir del cascarón y no podía dejar de socorrerla.

Tomás,

              ¡VOLVIÓ!

Quickly, quickly, repetía Tomás, que hablaba todos los idiomas habidos y por haber, aprehendidos desde los confines del tiempo, y a través de el instinto y sentidos de sus ancestros…

¡Venga, veeenga! Animaba gritándoles Teresita, que ya casi, había llegado a la orilla y veía la dificultad de su hermano al cargar sobre su concha a Tomasita…  En el azul horizonte celestial, se divisaban tres puntos que se acercaban y que, a la ganadora de la primera carrera, no le parecían tan “celestiales”.      

Vida y muerte, estaban en “pulso rápido”.

         ¡Tomás!

                  Tomasitaaaa, corred, volad antes de que lleguen esos pajarracos caníbales.

Cuánta vehemencia en su súplica.

                    ¡Qué barbaridad!

Teresita no parecía una recién nacida. Tan intensos eran sus gritos suplicando, que la Naturaleza, que no era sorda, descargó una tormenta en un instante, y mojando las alas de estas aves, ávidas comedoras, las hizo bajar antes de poder alcanzar a los dos apurados hermanos.

“Akupara”, la tortuga que separa la tierra y el mar, ya estaba preparada para unir y no separar a estos dos grandes ámbitos, Tierra y Mar, hogar de tanto ser vivo. Ella, al notar en su caparazón la lluvia pertinente, siguió descansando. Sus hermanas, las bebés Tomás y Tomasita, se habían salvado por la lluvia y, esas aves, mojadas, tendrían que esperar otra ocasión más favorable para su estómago, en que no se pudieran escuchar los lamentos tan sentidos de una hermana rogando por sus hermanos.

 

La moraleja se entiende:      

Despacio siempre se irá,

pero si se tiene prisa,

el camino es más corto,

si se avanza un poco más.

El Mar, que es nuestro destino,

a las tres acogerá.

 

ALICANTE 7/7/2022

María Jesús Ortega Torres

 AKUPARA es, según la religión HINDÚ, la tortuga que lleva en su concha a la Tierra para protegerla del Mar. Esta información ha sido tomada de INTERNET.

FOTOGRAFÍAS: "Isla de Pascua" tomada de INTERNET  y "Orilla", de mi archivo personal.

 

 

 

miércoles, 6 de julio de 2022

SUAVE MÚSICA para esperar

 

 



SUAVE MÚSICA para esperar

 

Eran las 22 H. y, en puro invierno, pensó al llegar, que el reclamo estaba bien servido. Las luces, de múltiples colores, iluminaban el chiringuito, destino final de su presente trayecto. Su GPS, no había fallado y como siempre, había cumplido su función. Volvió a mirar de nuevo esa fachada y pensó sin hablar:

   ¡Qué cosas se le ocurren a Poldo! Mejor que “Coordinador”, un trabajo creativo le vendría al dedillo.

Aparcó Susana su coche y se extraño de que hubiese solo, cinco vehículos en el parking. Todos de alta gama, nada que ver con su pequeño “utilitario”, pero quizá esta reunión, resolviera esto, que de todos modos, no la molestaba tanto; se había acostumbrado a vivir siempre por debajo de sus  posibilidades, nunca por encima y estiraba y ensanchaba un salario que no era una maravilla, pero le resultaba suficiente.

Blanco como la nieve  le pareció todo el exterior del lugar, “recién encalado”, pensó, y muy grande. Miró bien y no vio el automóvil de Poldo. Ella había calculado distancia-tiempo, y había sido puntual. Sobre la puntualidad de él, ahora comprobaría en lo personal porque en el trabajo sí lo era…

    Al entrar, una suave música la recibió; reconoció la melodía de “El cóndor pasa” y, a la par, una señorita vestida con un “Tutú” negro y zapatillas de ballet, de igual color, la acompañó hacia una mesa redonda y no demasiado grande, que contrastaba con los dos altos sillones de estilo “rococó”, que tapizados en terciopelo rojo, de grueso brocado, le parecieron extravagantes, pero, como pudo comprobar enseguida, eran muy cómodos. La bailarina antes de dejar a Susana le preguntó por lo que quería tomar y ella postergó la solicitud para más tarde, en que vendría su compañero; la bailarina le hizo una graciosa reverencia y se fue.

“En la ruleta del amor, voy a jugar mi partida,

quiero ganar este albur. Ser el dueño de tu vida…”

    Sonó, dulcemente cantado, este “Bolero-Tango”, e inmediatamente una esbelta y grácil pareja bailó al son de música y letra, emocionados y emocionantes, porque traducían con sentimiento en su baile, los dictados que se estaban escuchando. Antes de finalizar esta introducción, se acercó la bailarina, bandeja en mano… En la bandeja un escarchado coctel, cuya nieve no podía, sin embargo, suavizar el rojo intenso a la granadina que  llevaba en abundancia. Susana, antes de protestar, para sí misma, miró su reloj. Habían pasado 25 minutos desde que llegara y Poldo, sin aparecer. Con una sonrisa y un sonoro “¡Muchas gracias”!, tomó el vaso de forma hexagonal y plateado borde y antes de  probar un poco lo llevó a sus mejillas porque el contraste del frío externo con el calor de adentro, era notorio, y le vino muy bien.

A 30’ de su llegada, sacó su teléfono del bolso, para darle un toque al jefe…

¡No tenía batería!

Tenía el móvil del trabajo en la guantera de su coche, cuando pasaran unos minutos y si no había llegado todavía, saldría un momento a cogerlo y le llamaría. No pudo dejar de pensar, que, cómo citándola en ese lugar, y conociendo él, su tímido carácter, se tomara la licencia de llegar tarde y además, sin dar ninguna explicación.

—Mi jefe, me está fastidiando adrede.

 ¿Qué ha sido lo último que he hecho mal?

    Tuvo, de repente, un impulso muy extraño que la obligó a mirar al centro de la pista y a alzar inmediatamente, sus ojos hasta el techo.

“Contigo aprendí que existen nuevas y mejores emociones. Contigo aprendí…”

Mucha razón tenía la canción que lanzaba de nuevo, a la pista, a la pareja melancólica y sutil, que ella, Susana, apenas pudo apreciar porque al mirar ese techo, muy tenuemente iluminado, al igual que todo el espacio de abajo y entre sus salientes picos y  sus oquedades de inspiración clerical y misteriosa, divisó unas sombras, que tomaban forma, cuando las luces blancas, que, de modo intermitente, las envolvían y, llevaron a Susana a un estado hipnótico aunque, pudo descubrir, qué aves estaban invadiendo el techo, y, sí parecían fantasmas por su leve movimiento, que no incluía el  batir de sus alas, pero…, no lo eran.

    Sus figuras fantasmagóricas representaban a dos cóndores, de mediana envergadura. Lo consideró así, por su cálculo al azar, y porque la distancia desde abajo hasta el techo era grande por ser el edificio antiguo y no tener las medidas de construcción del momento. Pero… ¿Qué hacía la pareja?

¿Jugaban?

¿Peleaban?

Muy amante de la naturaleza, observó cómo se  podían desplazar sin aletear. Pensó que también la corriente de aire caliente y artificial del antro, era posible que les sirviera tanto, como las corrientes térmicas que encuentran en la naturaleza durante su vuelo y que les permite volar sin soportar el cansancio de sus alas al moverlas y aleteando de continuo. Su envergadura, no  podía ser tomada a broma, ni por ellos que la poseían, “dioses inmortales del aire”, según los incas y que la habían asustado a ella en una ocasión, a pesar de su fuerte bastón para el sendero, un “mata culebras”, cuando exploraba un lugar cercano a un cerro y ellos iban planeando para descansar.

    Miraba y miraba, en el techo del local, extasiada sus evoluciones, que le producían una disfunción visual, porque las luces y el movimiento de las mismas con sus figuras silenciosas, pero siempre activas, hicieron lagrimear a Susana y optó por cerrar unos segundos los ojos y al abrirlos, observar, con mejor claridad, lo que estaba ocurriendo.

No jugaban, no. Una de las aves llevaba algo en el pico, que la otra codiciaba, y aunque tenían, aparentemente, igual fuerza, el ave que asía el objeto en su pico, no se dejaba amedrentar y lo defendía, como se decía antaño en el Medievo, y entre personas: “defendiéndolo a capa y espada”. Un movimiento fuerte, del ave portadora, y en su defensa, estuvo muy cerca de hacerla caer. Al iluminarla un haz blanco, Susana pudo ver bien, el contraste de lo níveo en la parte inferior de su cabeza, que como una bufanda, contrastaba con la misma, que era calva, y las plumas negras de atrás que le daban, a su vez, un fuerte contraste. Se estremeció al ver su enorme pico carroñero, rosado y amarillo, sus colores, su fuerza para ejercer su función de desgarrar y, ahora, también veía, cómo atesoraba apretándolo, ese preciado objeto, la razón de su lucha, que podía ser:

¿Por vanidad animal?

¿Necesidad de comer?

¿Por ostentar el poder?

Los dos cóndores, querían a toda prisa, y, haciendo valer su fuerza, pasear con ese objeto, cuya forma de corazón, la impresionó. Quedó muy estremecida, al ver la forma que tenía ese tesoro carmesí. Tan tocada estaba, que un invisible resorte la hizo levantar del sillón. La bailarina del “Tutú”, se estaba acercando a ella para decirle que un familiar de Poldo y, a instancias de él, había llamado porque su amigo había sufrido un problema cardiaco importante. Cuando la joven  la ayudó a ponerse el abrigo, Susana miró por última vez hacia el techo. No estaba la pareja de cóndores, sí el dulce sonido de la flauta que le repetía al despedirla que “El cóndor pasa”. Suave Música para esperar.

 

 

María Jesús Ortega Torres

ALICANTE -Mayo-2022