miércoles, 16 de diciembre de 2015

DEL AMOR Y DE LA POLÍTICA (Aproximación a un relato)





DEL AMOR Y DE LA POLÍTICA
(Aproximación a un relato)

(Hojas de ensayo)

        Leo, estás consternada hoy. ¿Qué te pasa…? ¿Te ha vuelto a ocurrir lo de siempre…?
        Sí, gritas para tus adentros (si es que para los adentros de una se puede gritar): “Se ha vuelto a enamorar de mí un imposible, uno de ‘derechas’, y yo soy de la  izquierda más radical...”    Otra vez vuelven a ti, los quebraderos de cabeza, los problemas de conciencia. A Ignacio se le ve tan vehemente, tan enamorado… El corte de pelo te favorece bastante y lo has flechado, es todo tuyo ¡A por él!
        Pero no, ahora, toda tú eres sinónima de la palabra “temor”, además en plural. “temores…”, y como siempre, te sientes inoculada por un veneno que no te permite dar un paso, te paraliza…, pero tu conciencia empieza a hacer historia y a considerar que por una cosa u otra, siempre te pasa lo mismo.
        En ti se da una parecida sensación, a la que te ocurrió cuando te enamoraste de Felipe. Él era de izquierdas como tú, pero su fama de don Juan, te echaba siempre para atrás. No era solo fama,  porque siempre que os veíais lo saludaba con efusión alguna chica distinta y tú, inconscientemente, sabías que te estaban inoculando algún narcótico venenoso, que despertaba tu conciencia de víctima e impedía tus movimientos para ir, libremente hacia él, y precisamente, por el efecto de ese narcótico, no sabías como tirar la piedra y dar la cara. El “quid” de la cuestión, no se podía resolver, porque él, Felipe, también parecía inoculado por  algún tipo de narcótico que le impedía lanzarse a ti. Tú percibías su especial interés en todo lo tuyo, habías notado alguna mirada extraviada y llena de: ¿deseo, ternura, admiración…? No te daba tiempo a definir esas miradas, eran rápidas y enseguida, él, con otra actitud, parecía borrarlas. Tú también borrabas las tuyas. Esto a ti te dejaba sumida en mil dudas. Mil quebrantos y, siempre, con la almohada mojada.
        Tenías poca experiencia, muchos complejos y traumas. Demasiadas depresiones, unas exógenas, otras endógenas y ellas te minaban el tiempo, tu vida, tus amistades, tus amores… De éstos últimos, ninguno llegó nunca a feliz término. No siempre había sido culpa tuya, aunque, en tu fuero interno, reconoces que ponías mucho de tu parte para que así fuese. Te gustaba demasiado estar sola, más que sola  libre, sin ataduras, sin nadie que te mandara. Ha habido y hay en ti tantos condicionantes…
       
Pensabas:
        “No sé lo que hubiera pasado, si mis padres hubiesen sido otros. No los que son, no los que han sido. Habría tenido otros genes, otra cara, otro cuerpo otra manera de pensar. Bueno, la verdad es que sería otra…, pero ahora ¡soy como soy! También además de ellos, entramos nosotros en la formación de nuestra escultura viviente, con un temperamento que tratamos, todos, de modelarnos aunque la influencia de nuestra familia y ámbito social, sea influyente e importante. Nos hacemos responsables de  lo que nos legaron, pero sobre todo de cómo lo hemos procesado y asumido…”
        Después de esta reflexión, que, ¡qué casualidad!, siempre te la haces ante algún problema, sigues pensando  que en tu educación, faltaron las “artes marciales de la conducta”. Sí, piensas que el ir sin rodeos, directa al grano del problema  o cuestión, sin inhibiciones, ni pegas, excusas y otras gaitas… entre las que se debían mencionar tus muchos miedos e inseguridades, sería la línea a seguir para que se acabaran tus cuitas y problemas.
        Ahora Ignacio viene pidiendo guerra. Le ves algo lanzado porque le has gustado y debe de estar algo cansado de estar solo; tanto tiempo separado, la vida en solitario de un hombre, no es igual a la de una mujer, se les llama, a casi todos “adanes” porque no saben hacer nada; bueno, eso, los de tu promoción, porque las mujeres de ahora se han espabilado y les  suelen poner, a sus hombres, el delantal con un besito cariñoso, y, vaya lo bien que les sienta…
        Pero volviendo a lo nuestro, ¡a ver Leonor!, ¿te vas a llevar a la cama a ese Ignacio o no? Me dices que tú tienes conciencia política… ¿Y qué?, ¿no le encontraste un aire a Felipe? ¿te gusta y no lo quieres reconocer? ¿no me vengas conque no te gustan los clones…?
        ¿Se parece demasiado a tu padre que también era de derechas?, pero tu padre, por desgracia, hace mucho tiempo que no está, ¿no te acuerdas de que tenía muchas cualidades y que solo te faltaba, a ti, algo de paciencia para comprender un poco sus “rarezas”? ¿Cómo, cómo? ¿…qué me dices?, ¿que sus cualidades eran incompatibles con las tuyas?, pero eso no puede ser, las cualidades siempre son compatibles. A no ser que pienses que las cualidades de los otros, nos pueden parecer, a muchos, defectos insalvables. Sí, sí, piensas que he adivinado tu sentir y que pasa igual que en política, que las proposiciones, a veces buenas, de unos, sientan mal a los otros. Pero…, ¿sabes por qué?, porque el que propone quita protagonismo al que hace el papel en ese momento de “escuchante”, de “educando” y de algún modo, éste, se siente herido en lo que el creé lo más sublime de su “ego”, su autoestima, pero que es su vanidad, no su autoestima. Ha pasado y pasa siempre en las células familiares, en los debates entre contrincantes televisivos, en el Congreso. También veo que en el  amor que empieza o puede empezar, se dan estas cosas, de no escuchar al otro, desprovistas de los ropajes que nos sobran y la vanidad, que es uno de ellos, mata amores… También el temor es el principio del fin.
        Venga Leo, ¿qué tienes que alegar…? Ahora me contestas que yo lo que quiero es que padezcas el “síndrome de Estocolmo”…, Pero si la cualidad del “otro yo”, libre, sin prejuicios, es ayudar, ¿por qué eres tan obstinada? No hagas como en las familias y el congreso…Escucha, escucha…, y actúa,  o, ¿es que quieres pasarte la vida viendo las películas repetidas de Paul Newman…?


Fotografía de Platón (Internet)

Alicante Noviembre de 2015
Mª Jesús Ortega Torres



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