jueves, 26 de septiembre de 2013

ADICCIONES








ADICCIONES


(Hojas de ensayo)

        
La palabra “adicción” viene del latín “additio”, y encuentra definición, según Wikipedia, en la O.M.S., como “una enfermedad física o psico-emocional”.
        Esta enfermedad crea una dependencia, que no puede evitar quien la padece, necesitando ayuda para lograr escapar y pasar a lo que llamamos normalidad, su estado anterior a la adicción.
        Son muchos los factores que nos pueden llevar a una adicción y en esta sociedad de consumo, el estrés, la inmadurez, generalmente en la adolescencia, periodo en el que no se suele hacer caso a nadie y campamos a nuestro estilo sin apenas reflexionar, la incomunicación, paradójica en la era de una comunicación “diferente”, algunas costumbres de distintos lugares, la imitación, falta de formación y también los genes, entre otras muchas causas, ayudan bastante al nacimiento y desarrollo de una adicción en nosotros.

        “Una de las grandes enfermedades es no ser nadie para nadie”

        Nos dice Teresa de Calcuta y en esta frase se manifiesta que puede haber  una gran soledad, y falta de calor humano, otros de los factores, creo yo, por los que se puede iniciar cualquier adicción.
        Hay muchas clases de adicción, y a veces tan extrañas, por lo insólitas, que cuando las conocemos nos inunda la perplejidad –-como ejemplo significativo y raro, la adicción a comer piedras--, siendo los gobiernos con sus medios y la sociedad quienes tenemos que sentar las bases para evitar o detener estas anomalías, logrando así que quienes las padecen, se puedan librar de ellas.
        En ocasiones se toman decisiones para tratar de paliar los efectos originados por las adicciones y no se pone remedio a las causas, y cuando nos contaba la prensa, que en un determinado punto de las carreteras, y en distintos lugares de nuestra piel de toro,  se han talado árboles porque los automovilistas colisionaban contra los mismos, veíamos ese mirar hacia otro lado de los ayuntamientos, queriendo anteponer la causa de los accidentes a unos árboles y no en quienes conducen los vehículos, totalmente ebrios y sin conciencia por el alcohol o por otras drogas.
        La determinación de una vigilancia exhaustiva en horas y días clave, en la salida de discotecas, fiestas, reuniones y otros eventos, donde el consumo de alcohol y otras sustancias, se prevé como evidente, y su castigo con la multa en metálico, pérdida del permiso de conducir o gran  rebaja de puntos, ha paliado en parte estas consecuencias y aunque, por desgracia, se sigue consumiendo en exceso, se sabe, que, la mayoría de las veces, hay, por parte de quien va a conducir, una abstención a consumir, alcohol y drogas,  que va a dar seguridad al grupo.
        En las adicciones, prevalece el instinto sobre la razón, pero no el instinto de conservación…, este instinto, está anulado más o menos, según el grado de adicción. Quien tiene la adicción no puede dominarse, pues hay una inclinación y deseo tan fuertes e inequívocos, hacia el objeto de su adicción, ya sean sustancias, juegos, riesgos— por cuya profusa generación de adrenalina,  pasan de “hobby” a adicción--, sexo, alimentos, dinero, poder, Internet, etc., a los que se han acostumbrado su mente y cuerpo, que va a necesitar ayuda de distinto calibre, aunque a veces, los ruegos de familiares o personas queridas por el paciente, surten un efecto milagroso que unido a su voluntad, logran lo que parecería un imposible: “desengancharse” y volver a ser persona, no un esclavo a las órdenes de un “amo”, llamado adicción, que se lleva nuestra razón y no nos permite, por la dependencia que genera, disfrutar de nuestra libertad, que es uno de nuestros más preciados patrimonios como personas.
        Se ha escrito mucha literatura sobre distintas adicciones, pero, habiendo leído yo, recientemente “La leyenda del santo bebedor”, __pequeña narración novelada de Joseph Roth, cuyo prólogo, escrito por Carlos Barral es excelente, teniendo el epílogo, confiado a Herman Kesten (crítico y novelista), la misma calificación__, identifican los dos, con gran respeto, a una persona dada a la bebida, no dejándola de admirar y alabar, haciendo ambos apología de los efectos maravillosos y milagrosos  que produce el alcohol, cuando es tomado con demasiada frecuencia y adoración (llámese abuso).
        La historia, es una metáfora jocosa, cuyo protagonista, Andreas  Kartak, va desarrollando con una picardía, que nos hace pensar que está en su sano juicio, el dejar “para luego”, lo que debía de ser  su primera obligación, confiando en su suerte para poder realizarla más tarde.
        Este relato da para mucho, ya que se puede hablar del alcohol, como droga, de la dependencia hacia él, tanto física como psíquica, de los efectos en la mayoría de los bebedores, del encubrimiento de la realidad, de la soledad, frustraciones y fracasos, que las personas podemos tener con nosotras mismas y que cuando sobrepasan la normalidad, nos crean conflictos…
        Andreas, a pesar de su apariencia andrajosa, de la que no parece darse cuenta, y que se auto-define como: “hombre de honor”, lo hubiera sido, posiblemente, sin su adicción a ese líquido maravilloso, que hace olvidar problemas y complejos, pero que va matando poco a poco…
      Logroño 14/08/2013
      Mª Jesús Ortega Torres




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