miércoles, 5 de marzo de 2014

SUCEDIÓ Y SUCEDE


SUCEDIÓ Y SUCEDE


(Hojas de ensayo)


        Estamos en crisis, y aunque esta afirmación, no intenta ser un descubrimiento personal, estoy segura que todos, en nuestro ámbito, hallamos cada día motivos de sorpresa, dados, en principio, por lo irracional de situaciones que se nos presentan ahora y que desempolvamos de una memoria que no habríamos querido ni limpiar ni abrillantar, por  ser vetusta o haber desaparecido.
        Vivimos en un país con una tradición cultural, que vivió periodos de poder y sin fronteras porque en nuestra imperio “no se ponía el sol…”,  cuando se ocultaba por el oeste, salía por el este en el otro hemisferio y es buscando en archivos, ésta, muy conocida frase atribuida por algunos a Felipe II (que fue rey pero no emperador) y por otros a Carlos I de España y V de Alemania, cuando descubro que el escritor Manuel Fernández Álvarez, autor de: “Carlos V, el César y el hombre”, nos dice que el mencionado emperador vio la cita, al entrar a Nápoles. Esa frase la había dicho el poeta Virgilio (70 a C- 19 a.C.) refiriéndose a Octavio Augusto y sus territorios dominados.
        Esa tradición cultural y de riqueza, es un orgullo, pero como siempre es un orgullo para unos pocos, porque los ciudadanos, de entonces, también sufrían crisis, y siempre, muchas carencias, tanto económicas como intelectuales y morales. El poder lo ostentaban unos pocos,  y lo que en la antigua Grecia se llamó “aristocracia” y que a través de los siglos, perdura vestida de “democracia”, pero, no nos engañemos, ni engañemos…, es el gobierno de unos  pocos privilegiados (al menos eso se cree, en general), que legislaban a su medida, más a su favor que en contra y, sí, desde un principio, el hombre tuvo sus líderes, pero hasta ahora, salvo honrosas excepciones, el poder conlleva el olvido y la desprotección al más débil y pobre en medios económicos, culturales y morales.
        No olvidemos a la Iglesia…: “la Iglesia católica abarcadora de todos los bienes llamados ‘limosnas’”. Fueron muchos los credos los que empezaron su riqueza pidiendo. En Roma se cambió el paganismo por el cristianismo con Teodosio (a 378). Tienen poder, y es un poder absolutista, que les llega, aún hoy día, por el temor del poderoso al infierno y el consuelo y esperanza del pobre. Pero el infierno está aquí.
         Religión y espiritualidad, son dos conceptos distintos. Se dice que la religión desarrolla la espiritualidad, pero quien la desarrolla es el ente de modo individual. Las religiones dan unas normas, generalmente las de ayuda a los demás, es decir a nuestro prójimo, dan mucha tranquilidad al espíritu, pero el prójimo se tiene que ayudar solo, pues se da en limosnas y palacios o catedrales para el culto, lo que debía paliar sus necesidades más pertinentes. La seguridad se diluye quedando el pobre sumido en el llanto y en el “no saber qué hacer ni a dónde ir” y el rico que lo ha donado todo de “limosna” a la Iglesia para la salvación de  su alma, queda enterrado en la catedral, en la cripta de un santo, que antaño, puede que también fuera, un hombre muy rico o, tal vez, un solitario ermitaño.
        Paradójicamente, tendríamos seguridad, si no se repitiera siempre la misma historia, pero es muy cierto aquello de que “el hombre es el único animal que tropieza siempre, dos veces, con la misma piedra” y no me explico, si los que están arriba, ven, observan y estudian los procesos precedentes, cómo no se pone remedio antes que nada para paliar tanta desigualdad…, saben ya por la experiencia del anterior gobernante, el descontento de la mayoría, y se sigue sin poner remedio.
        ¡Aquí te querría yo ver!, seguro que respondería quien entrara en mi blog, leyera lo que termino de escribir y ocupara un puesto relevante y de responsabilidad, en política. Sí, ya sé que mover los hilos es difícil, hay muchos “enredos”, maniobras de intereses creados y adquiridos que no dejan trabajar adecuadamente, pero ¿para que estáis sino que para desenredar esos hilos y comenzar a moverlos sin influencias, con firmeza y bien…?
        El trabajo nos honra, nos distrae y nos alimenta… Que no hay trabajo es algo evidente y tener seguridad no lo da buscar comida en un contenedor. Vemos en la calle escenas que ponen el vello como garfios, y se presume, queriendo disculpar el hecho, que lo que vemos, pasa en casi todos los lugares, pero cuando se ve salir a alguien de un contenedor a donde ha llegado buscando comida, o rebuscar en el mismo para ver lo que encuentra, vemos en esas personas, la “carne de cañón” que nos está invadiendo, cada día más y más, sin que se le ponga, de momento un remedio que lo evite. La   expresión carne de cañón que se emplea para definir a un grupo o a una persona que está en peligro, bien a las tropas que por su bajo rango, están en primera línea, más cerca del peligro de morir o resultar heridos, la veo yo también en esos indigentes a los que les falta de todo, cariño, salud, pan.... Es la desesperación hecha realidad, porque no hay otra opción. Solo nos tienen a “nosotros” para remediarlo y nosotros pasamos olímpicamente, porque pensamos que  no  nos  atañe,  que  es cosa de ellos y… ¿ pensamos como Shakespeare en Enrique IV?: 

 “Bah, bastante buenos para ensartarlos en una pica; carne de cañón, carne de cañón.  Llenarán una fosa tan bien como cualquiera. En fin, hombre, mortales, mortales.” William Shakespeare, Enrique IV, Parte I
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        Es obvio, que tenemos que cambiar la sociedad, pero no la podremos cambiar, si no volvemos a valorar, todo lo que antes de estas influencias capitalistas, valorábamos y nos hacía caminar hacia adelante y que entre otras muchas cosas era el deseo profundo e ilusionante, de querer trabajar, no para ser “los más ricos del barrio” sino para cumplir con nosotros mismos, realizarnos como personas y ser así más felices, ¡ah…!, y pensar que esto no son “paparruchas”, era y es la verdad. Adquirir voz, e ir contra las injusticias que nos da la sociedad, será más fácil si tenemos confianza en nosotros mismos, en que lo que hacemos, está bien hecho, y eso lo sabemos sin que nadie nos lo diga, porque tenemos conciencia de que nos vamos superando y ponemos los medios para ello, poniéndonos al día en  nuestras respectivas profesiones y disfrutando cada vez más con lo que hacemos. Hoy, no es fácil trabajar bien, por las restricciones de personal en casi todas las empresas, ya sean públicas  o privadas. Incluso no es fácil trabajar, y sería importante para que ocurriera lo contrario, que dentro de los valores perdidos, se recuperara el valor de la solidaridad, que tan felices nos hace cuando, descargados un poco de nuestro egoísmo, ambición y vanidad, lo ponemos en práctica y pensando que con menos podemos pasar, no se despide a tanta gente… Este sistema no marcha, y habrá que educar a los futuros empresarios, más, en valores, y lo justo en dividendos.
        ¿Quién cambia la sociedad?, posiblemente un impulso efectivo y participativo de quienes puedan y quieran que cambie. Pero…, y ese impulso a quién pertenece, quién lo da… ¿Cómo sabemos quién lo ha dado y que ha sido efectivo? Necesitamos saberlo, y no confiarnos por ello, pero saber que todo va marchando…, ayuda a retomar la ilusión para que todo vaya a mejor…, óptimo…, al menos bueno, porque ahora es malo el panorama.
        Si tomamos como modelo otra cosa ya hecha y la volvemos a hacer, se dirá que estamos copiando, pero la verdad es que, si no tomamos como modelo las buenas ideas de los demás, apeándonos de nuestro “trono particular” y viendo en el ejemplo, el progreso en los países que salen adelante con los mismos medios, lo tenemos difícil. Hay que empezar por unos cimientos sólidos de educación en el auto conocimiento, que nos permitiría conocernos en el sentido físico y anímico o espiritual, por lo que necesitaríamos a la ciencia, a las letras y a las artes y con las demás humanidades, aprenderlas y aprehenderlas porque son necesarias para la vida y el trabajo.
        Estamos viviendo una crisis espeluznante y es como una forma distinta de guerra, que se paliará, según el interés de los gobernantes responsables, que aún sin saber de su éxito o fracaso,  presienten y saben, su paso a la historia.
        Para que exista el señor, tiene que existir el esclavo, según nos demuestra la tradición, pero no tiene que ser necesariamente así, y en nuestro siglo, afortunadamente, no hay en el pueblo la ignorancia de antaño… Se protesta se reivindican, como se puede, los derechos y el poder tiene oponentes que le hacen rectificar o anular decretos que no convendrían a la mayoría… Se critican ciertas actitudes y se hace público el error o errores que en otro tiempo se ocultaban…
El desarrollo y evolución, va muy despacio, quizá el hombre no debía haber subido a la luna sin haber resuelto los problemas de nuestro planeta, aunque el no querer volver a las cavernas y vivir con dignidad es tarea de todos. Estas son nuestras cosas, las de todos y este es nuestro tiempo y si se rompen o se para, como todo, hay que poner solución, arreglarlo y procurar que no se vuelvan a romper y volver a dar cuerda, así de sencillo...
 
 Bibliografía:
Wikipedia

Citas:
Manuel Fernández Álvarez
William Shakespeare (Enrique IV)

Deducciones personales

Alicante 4/03/2014

Mª Jesús Ortega Torres

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