lunes, 14 de julio de 2014

EMPATÍA




EMPATÍA


(Hojas de ensayo)


        Esta palabra, la empatía, es, como tantas otras, una palabra, derivada del griego y significa “emocionado”, siendo  la capacidad de ponerse en lugar del otro, para poder sentir lo que siente él. Es un modo de conocerle más, saber qué emoción le embarga y también averiguar sus razones para  reaccionar de una manera y no de otra.
        De vez en cuando pensamos: ¿hay mucha empatía?, ¿nos preocupamos de los demás hasta el extremo de ponernos en su lugar para saber sus emociones y sus sentimientos?, ¿nos transformamos en el otro o en la otra, para conocerle por curiosidad, para paliar sus necesidades o solucionar sus problemas? También nos podemos poner en el lugar del otro cuando le entregan un  premio o gana un maratón y no se ve problema aparente.
        Creo que en la vida que llevamos, de prisas y stress, y como nota dominante, el egoísmo natural algo aumentado por la falta de tiempo, son pocas las veces que nos paramos a pensar en el otro, mirando su ombligo, no el nuestro, que aunque termine por aburrirnos, nos lo miramos como si se tratara de un espejo en donde nuestra imagen tratamos  que salga perfecta o al menos favorecida.
        El involucrarnos sin quemarnos, como la mariposa inteligente ante la llama, es muy difícil; a veces, tenemos tanta curiosidad, que no podemos dejar de implicarnos demasiado, aunque lo ideal sería no la curiosidad, sino la decisión de sacar a alguien de su embrollo, siempre que conozcamos el problema, o bien por experiencia o bien por conocimientos adquiridos con estudios, lo cual nos hace válidos no para experimentar como si de un conejillo de indias se tratara, sino para ir directos, aunque sin hacer el problema nuestro, y así alcanzar el objetivo de ayudar, si fuera el caso.
        No es un juego la empatía, ya que tenemos unas circunstancias distintas, todas las personas y distintas son las reacciones, los modos de abordarlas y también, las conclusiones.
        Charles Chaplin, el magnífico actor dijo que: “Todos somos aficionados: en nuestra corta vida no tenemos  tiempo para otra cosa”. Que esto lo  dijera uno de los mejores actores habidos y por haber, nos da idea de su modestia, pero también si nos detenemos a meditar, en lo que su carrera de actor, escritor y músico fue, vemos la entrega de una vida a la sociedad que reía y lloraba con él, por él  y por sus personajes llenos de realidad y en los que brillaba  la empatía.
        Entre otros, son los científicos, médicos, enfermeras, escritores, maestros, periodistas,  actores…, quienes nos sorprenden  todos los días con su empatía hacia los demás y su entorno y que con su saber hacer nos comunican, tocando nuestras fibras y que con su gran poder de comunicación, nos hacen partícipes y pueden sensibilizarnos.
        En la primera célula social, que es la familia, una educación personalizada y empática por parte de los padres hacia los hijos,  y empática de éstos entre sí, mejoraría la convivencia desde la cuna hasta la adultez y también a la sociedad.
        El periodista y también, magnífico escritor Manuel Vicent, ha dicho: “El hombre es una breve aventura química sin sentido”. Me parece muy decepcionante, deprimente y frío este pensamiento de este articulista que leo con frecuencia, así, sacado de la hoja de un almanaque y sin el ropaje de su contexto… El ser humano solo, no puede saber de la bondad del otro, de su inteligencia, de su amor…  La empatía no puede caminar sola. El ser tampoco. Solos no tendríamos la posibilidad de dar, de transmitir todo el caudal de afectos y de conocimientos, que llevamos dentro, tampoco de recibir. También lo referente a nuestra parte negativa…
        De alguna manera lo hemos de volcar  en alguien; si nos lo quedásemos solo para nosotros, nos pesaría, y si se tratara de alguna rencilla, hasta nos ahogaría. Todos necesitamos a los demás, pero pocos tienen la valentía de expresarlo. El hombre “solo”, puede ser una breve aventura química sin sentido, pero en la célula familiar y en la sociedad, puede transmitir y  apoyar al otro…, ahí tendríamos a  la empatía.
        No podemos pasar por la vida sin demostrar que, no solo, somos unos millones de células más o menos coordinadas, que realizan un trabajo llamado función.
        Podemos tener empatía aunque no conozcamos en nuestra propia piel el problema del otro, o de un grupo de la sociedad. En realidad, todos somos iguales y distintos a la vez y esta dualidad que acompaña a todos los seres humanos, constituye la evocación del otro o de nosotros mismos y la empatía nos permite entrar y de algún modo administrar lo que ocurre al otro lado de nosotros, o bien a una persona, o bien a nuestro entorno.
        Antonio Muñoz Molina, en su novela de 1994, “El dueño del secreto”, nos hace partícipes de las desventuras y aventuras de un protagonista, estudiante de dieciocho años, en un Madrid, que, en plena dictadura franquista, lo recibe sin medios económicos, y por lo tanto pasando muchas necesidades. Leyendo  la novela, tenemos el sentimiento de “¡ay…, por nadie que pase”!, un sentimiento empático, porque el señor Muñoz Molina, nos sabe transmitir el clima en Madrid de  los años setenta del franquismo, en donde imperaba la ley del silencio… O andabas  con cuidado o te podía costar la libertad o la vida y esto nos hace pensar que el poder de unos pocos, podía más que el sentir de todos, exceptuando a los advenedizos al régimen. También nos hace pensar en nuestras propias vivencias.
        Yo recuerdo esas tensiones en mi época de estudiante de bachiller, y recuerdo a alguno de mis maestros, de izquierdas, que no se atrevían a contarnos en clase la realidad de la situación y abrirnos un poco los ojos…, se jugaban su plaza, el pan de su familia y  no era común que nos hablaran de política, por miedo a las represalias.
        En nuestro tiempo actual si pensáramos que podríamos ser más felices de lo que somos, siendo algo más empáticos con la situación de crisis y desespero que se vive, actuaríamos de modo menos egoísta…, no necesitaríamos quemarnos en la llama. Acercándonos un poco veríamos su luz, notaríamos su calor, y, sin cegarnos ni quemarnos, tranquilamente, podríamos adentrarnos en lo que nos cuesta admitir en general…, el sentimiento de quienes no pueden salir de su situación y no tienen a nadie para alentarles.
        La empatía es un proceso que comienza cuando nos damos cuenta que nos tenemos que implicar algo por los demás y si pudiera ser, solucionar cuestiones que no son nuestras pero que las “adoptamos” debido a que nos hemos sensibilizado y no hemos olvidado aquel dicho popular que dice: “Hoy por ti, mañana por mí”, en donde la palabra ayuda se sobreentiende.  
Quizás en mi pésimo latín, suenen mejor, pero significa lo mismo:
“Hodie fio tibi, cras mihi”.

Documentación: Definición en Wikipedia
                        Pensamientos de Charles Chaplin y  Manuel Vicent,  leídos en el calendario “Mirga”.
                         Referencias a  la novela “El dueño del secreto” de  Antonio Muñoz Molina.


Torrevieja 13 de Julio de 2014
Mª Jesús Ortega Torres
           
                               
       



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