SOBRE TIEMPOS, SOLEDADES Y
SENTIMIENTOS
(Hojas de ensayo)
ELLEN BURSTYN
(1932)
“¡Qué agradable sorpresa
es descubrir que,
al fin y al cabo, estar
solo no es necesariamente
sentirse solo!”
A veces se tiene la
sensación de llegar tarde a todo: a las personas,
a los sitios, a las cosas. Es una sensación desoladora que no nos gusta que nos
acompañe y no quieres que lo haga, pero te acompaña y no puedes evitar esa
sensación que no es la misma que la de su antagonista: llegar antes a todo, el
hecho en sí o la circunstancia y esperar a que llegue el otro, o se realice lo
programado con anterioridad, cuando así lo hacemos. Sí, es muy distinto llegar
antes o llegar tarde. Llegar tarde es como llegar a la nada. Es encontrarte el
lugar vacío porque no te han esperado: El periódico con noticias que sucedieron
y no tienen vuelta atrás. El vaso hecho “añicos”, que ya no valdrá para
llenarlo de agua y saciar nuestra sed…
Si es
pasado, si has llegado tarde, el hecho, la persona o cosa, ya nos ha asombrado,
ya te ha querido, ya te ha odiado. También existen los estados intermedios o de
camino a los definitivos… En tiempo pasado, cuando se ha llegado tarde, los
hechos ya se han realizado, o no lo han hecho por la no presencia y
sencillamente, si se trata de personas, no nos esperan y se marchan.
Si
están por realizar, si has llegado antes, no porque tú lo intuyas, no porque tú
lo digas serán hechos realizados y firmes… No digas que es un hecho real y
firme… No. No lo es. Toca esperar. Hay que esperar su tiempo, aunque a veces, si
no sucede nada, tan solo se sugiera o se induzca.
A
nadie le suele gustar que le “adivinen” y se anticipen a pensamientos, a
sentimientos…, los tenemos que proteger en el antes, en el ahora y en el
después. Al sentimiento de la soledad no le valen disfraces si la sientes… Si
la quieres, si la buscas, es que crees
estar “pasando de todo”. Un modo, quizá, de ser “libre” y quedarse consigo
mismo. Desechas otras cosas, acciones, vivencias. A otras personas o gentes.
Si
sientes la soledad, esta te oprime, te acongoja, nada te consuela…, te sabes
traicionada. No crees merecerla.
Si la
quieres, si la buscas…, te sientes liberada, te sientes satisfecha: Todo por la
borda, pero te quedas sola: contigo misma.
Ese
yo, te contempla:
¿Qué importa el nombre? ¡Ni siquiera el tuyo!
Tú habitas más profundo, donde no habita nadie.
Te habita y habitas tu “Yo” sosegado…
Donde no existe el miedo. Donde no existen
sombras,
donde no existe el tedio.
Donde siempre amanece. Donde se oye el silencio.
Donde nadie te quiere, donde nadie te odia…
Solo tú, solo tú en la noche callada y al alba con
la aurora.
En tardes reposadas: vaivén de mecedora.
Con tu libro en la mano, al que besas y adoras,
cual si fuera el amado que te toma y te deja,
que te deja y te toma.
¡Galipote marino, que impregnó un día tu alma,
y, huyendo de un destino,
sola, estás
en tu hábitat!
¿Llegué tarde? ¿Me he adelantado un poco?
Cosas,
en el tintero, quedan para otros días…, y se va pasando el tiempo
…Y, vemos que amanece: ¿Tristeza? ¿Desaliento?
Hoy no vendrá la noche,
y yo, no desespero.
La
soledad es un sentimiento a explorar. También lo son los afectos y con este
nombre se pueden englobar amistades, amores, recuerdos de cosas y hechos.
También pasiones y aunque, estas últimas sean, por lo general, poco duraderas,
las hemos querido o las queremos, si tenemos alguna pasión actualmente.
En
general, damos el nombre de afecto a esa sensación que nos acerca a una
persona, por una amistad que ha durado y que venciendo al tiempo, ha enraizado
en nosotros de modo voluntario y sin ninguna imposición. El afecto está muy
lejos de la indiferencia, pues nuestros corazones se alegran o entristecen según vamos apreciando si le
van bien, a esa persona, sus ilusiones, su familia, su trabajo…, o si sucede lo
contrario. El afecto está íntimamente unido a nuestra memoria individual.
Guardamos “como oro en paño”, todo lo
que queremos. Si podemos tratamos de abstraer todo lo querido, bien sea lo
material o nuestros recuerdos imborrables que se nos han grabado y que nuestra
inteligencia emocional y selectiva, va a clasificar y tratando de desechar lo
no conveniente, va a dar paso a lo bueno. Así, todo lo que nos ha marcado
favorablemente, lo vamos a considerar grato, de digno recuerdo para nosotros.
No se desecha el resto, porque pasa a formar parte de nuestra experiencia que
se transmitirá posteriormente a quienes
queramos y nos pregunten o lo escribiremos para que no muera o se transforme como
el aire inspirado.
Sin
embargo, cuando se llega a la edad crítica de la senectud o se está a punto de
atravesar el umbral, se puede comprobar que no siempre algunos afectos nos son
necesarios y que no siempre la soledad es tal. Hay ocasiones en las que
familiares y amistades se apresuran a ofrecerse para compañía y ofrecernos para nuestros ocios, las mejores propuestas,
y así liberarse de alguna “supuesta culpa”. Quieren demostrarnos que, de algún
modo, se nos hace caso. Se sabe por estudios realizados al respecto, que se producen
muchas depresiones por esas imposiciones que generan muchos agobios, y al no
poder seleccionar, para lo que quieras, tu tiempo libre, hasta que te das
cuenta o reaccionas, te sientes mal.
Tanto
si se es joven, como si se es algo mayor, es importante que nadie pueda
disponer de tu tiempo. Si lo quieren hacer, hay que saber poner “sobre el mantel” el propio criterio y decir claramente qué es lo que queremos. Debemos elegir,
quienes parece que “ya” no hacemos nada, qué es lo que nos apetece hacer. No se nos puede imponer lo que
familiares y amigos quieran, aunque sean para nosotros, muy queridos, allegados y cercanos.
El criterio de cada cual, debe prevalecer, y así elegir alguna actividad que no
se pudo realizar en nuestro tiempo de actividad laboral, o seguir con la misma
actividad aunque con otra orientación,
pero desde luego, considerando que nuestro tiempo es nuestro, del mismo
modo que el tiempo de nuestros allegados es solo de ellos.
EDWARD YOUNG
(1683-1765)
“Cada
noche morimos y cada mañana
volvemos
a nacer: cada día es una vida”
Citas del “Diccionario de
citas” de LUIS SEÑOR
Ilustración: "Relojes blandos" de SALVADOR DALÍ
ALICANTE
13/07/16
Mª
Jesús Ortega Torres
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