jueves, 11 de diciembre de 2014

MORBO



MORBO

 (Hojas de Ensayo)

         “Amar a alguien, es verlo
          como Dios lo concibió”
         FEDOR DOSTOIEVSKI

   Comenzar estas “Hojas de ensayo”, con una cita de Dostoievski, y además, con una cita que empieza con la palabra “amar”, creo que es un lujo y, también, lo más que podía soñar, porque creo que en el morbo, lo que no se da, es la palabra amar ni amor, hacia quien nos produce ese morbo.
        En la tercera acepción de morboso-a, leemos que “se aplica a lo que puede provocar emociones o sentimientos malsanos y a las personas proclives a tenerlos” (Diccionario de María Moliner).
        El “morbo”, se define en el mismo diccionario  como “interés o atracción malsanos por lo desagradable, lo prohibido o lo inmoral”.
        Por inmoral se indica “que se falta a la moral”, es decir, a las buenas costumbres en costumbres sexuales y en personas que cometen o pueden cometer acciones contrarias a la moral. En lo “amoral” hay una falta de valoración moral. En lo amoral no hay moral.
                Para que haya morbo, tiene  que haber un objeto, animal, o persona que lo cause o lo inspire, y una o varias personas proclives a sentirlo. A veces el morbo por una persona, se da, simultáneamente, en un grupo, aunque no es amoral, ni pernicioso,
el desarrollo en demasía de la curiosidad por el argumento de una novela de misterio, crímenes o sencillamente de “amor y lujo”.
       
En el Eclesiastés se lee:
         “La lengua de  los sabios está en su corazón; la de los necios en su boca”.

        Es fácil hablar, y más del  otro, nos concierna o no. Le queramos, o no lo conozcamos y como nos dice el Eclesiastés, hacemos difícil hacerlo con el corazón y a veces hablamos, muy precipitadamente, de lo que se ve, no de lo que se siente o se puede sentir.
        La persona o personas que provocan el morbo, no suelen ser conscientes de que lo están provocando…
Para el observador hay una fase de sorpresa, que da paso rápidamente a una mayor atención y posteriormente se puede pasar al olvido o al morbo.
        Da mucho morbo el compañero de trabajo que tiene un mal día y no da “pié con bola” en lo que está haciendo, y es su compañero de toda la vida, quien le denuncia a sus otros colegas, y ríen todo el tiempo, a sus espaldas, en vez de ayudarle.
Si de los tropiezos en el trabajo se pasa a los “tropezones” de la calle, hay situaciones morbosas, en los que las personas que están cayéndose, no terminan de caer, y se forma un grupo rápidamente, que, en vez de ayudarle a que no caiga, parece que aplauden la gracia, lo que causa mucha consternación en la víctima.
        Como sabemos, hay muchas clases de enfermedades mentales y en algunas de ellas, cuando no se está en crisis aguda, el enfermo mental es una persona normal que sigue percibiendo, por parte de algún  observador, una curiosidad por todo lo que le concierne, rayando en lo patológico, y que le sigue marcando, pues no es afecto lo que se le ofrece, sino curiosidad. Una curiosidad en mayor o menor grado y que puede ser morbosa y hacer daño, cuando no se vislumbra ni un ápice de afecto.
        Los accidentes en carretera o urbanos, provocan morbo en muchas personas, que se amontonan a mirar, sin posibilidad de hacer nada para cambiar una fatal situación a mejor, ya que hay que esperar a la ambulancia y en muchos casos, por desgracia, a la funeraria. Pero ahí están…, inmóviles y como viendo  un interesante espectáculo.
        Hay anuncios en periódicos y otros medios de comunicación, en donde se especifican claramente los deseos de quienes los ponen, y que, con un lenguaje claro y desenvuelto, solicitan parejas de matrimonios, para juegos sexuales, teniendo al marido como el que mira…
        En sus preliminares, el cinematógrafo contó con que algunos científicos, filmaban sus pruebas para poderlas ofrecer a un público que quería saber y se interesaba. Thomas Alba Edison, filmó el efecto de  la corriente alterna en un paquidermo (con el resultado de la muerte del elefante), para posteriormente publicarlo y que se tuviera presente su peligro.
        Muchas son las películas cinematográficas que suscitan  el morbo en su argumento, secuencias, actores y actrices… En la película “Psicosis” (Hitchock, 1960), se originó mucho morbo, sin haberla estrenado siquiera, porque en su anuncio publicitario, se puntualizó con cierto énfasis, que no se admitiría la entrada a las personas si estaba, ya, la película empezada, puesto que el argumento debía de ser seguido desde el principio. Se terminaron las entradas, y en todos  los lugares donde se exhibió, hubo “lleno total”. Desde luego, el llamado “padre del suspense” Hitchock, supo tocar la fibra a sus seguidores y Psicosis, fue récord de ventas a empresarios cinematográficos y en ventanilla.
        De la película “El último tango en París” (Bertolucci, 1972), se recuerda la escena de “la mantequilla”, y  también que, ante la imposibilidad de verla en España, hizo pasar la frontera a muchos españoles…
        Actualmente y por otro lado, tenemos a Lars Von Trier, que con varias películas de corte erótico, todas coinciden en que producen  morbo por lo inmoral y amoral de sus imágenes de sexo y textos. Muy lejos de lo  que pensaba el director al hacerla, la última película de Trier: “Nymphomaniac” (25/12/013), que es lo que parece: sexo explícito, ha tenido y tiene dificultades de distribución y divulgación: Las pocas salas que se han atrevido a aceptarla, no se llenan. Daniel Bajo, responsable de Ventas de “Karma” desde “El Confidencial” (7/04/014) y haciendo referencia a “La vida de Adele”, opina que: “el sexo gay es más tabú que el sexo lésbico”. En la citada entrevista, se nos cuenta que pasa también con las películas de sexo gay, que los productores no recuperan lo invertido, porque son consideradas como “muy fuertes” y acude muy poca gente a las escasas salas en donde las han aceptado y se reproducen.
        Las películas sobre “samuráis”, nos cuentan las tradiciones  de estos guerreros japoneses, que cuando perdían  su honor, por un delito de asesinato, robo, corrupción etc., estaban obligados a hacerse el “Harakiri”, que consistía en usar un sable contra ellos mismos y que les provocaba la muerte. Era un rito, en donde el suicida samurái, bebía una copa de “sake” y componía un poema (yuigon) de despedida, en el dorso del abanico de guerra (tessen). Si perdían en la batalla y para no caer en manos enemigas también, opcionalmente, se hacían el harakiri, pues se creían deshonrados y ésta era la única forma de morir con honor.
        En la ópera “Madame Butterfly”, que compuso Puccini, la protagonista, en el último acto (“Con onor muore”), se quita  la vida con un puñal en cuya empuñadura se podía leer: “Con honor muere quien no puede mantener su vida con honor”. Esta ópera ubicada en Japón, está basada en un hecho real que escribió Long, a finales del siglo XIX.
        Podemos entender que lo que es motivo de honor para unas personas, llegue a ser motivo de morbo para otros, que la muerte, el sexo, el misterio, algunos experimentos…,  lleguen a desembocar en él, y que, como todo lo que gusta crea adicción y haya adeptos al morbo. Todo tiene un lado bueno a pesar de parecer malo, y su lado mejor está en la enseñanza que se deriva de una mala experiencia en otras personas y más en nosotros mismos, que si a “algunos”, les causa morbo, nos debe servir a los demás, para aceptar, como una experiencia más en nuestra vida, algo con lo que casualmente nos hemos encontrado, o que, casualmente, hemos provocado de modo inconsciente. Creo que todas las experiencias de los demás y también nuestras experiencias, son buenas si nos sirven para aprender y seguir forjándonos.

Documentación:

                   Wikipedia
                    Diario “El confidencial”
                    “Eclesiastés”
                     Deducciones personales

Alicante 10/12/2014
Mª Jesús Ortega Torres

       
       

        

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