miércoles, 14 de agosto de 2013

DESEO Y FELICIDAD






 DESEO Y FELICIDAD

(Hojas de ensayo)

“Todo deseo estancado es un veneno”.
André Maurois

        DESEO: Palabra dinámica, que, para el bien de quien lo posea, tiene que evolucionar hasta su consecución… Sugiere movimiento, y, a veces, hay sensación de proximidad si vemos lo deseado fácil de conseguir, o sensación de alejamiento, si por el contrario, vemos no factible nuestro deseo.
        El diccionario de María Moliner, lo define como “acción de desear” y a desear lo define como: “tender con el pensamiento al logro de la posesión o realización de algo que proporcionaría alegría o pondría fin a un padecimiento o malestar”.
        Como sinónimos, la palabra deseo tiene: aspiración, ansia, afán, anhelo, pretensión, empeño…; como antónimos: inapetencia, displicencia.
        El logro de nuestros deseos es un fin, pero si los conseguimos, a un deseo le sucede otro y a éste otro,  - los seres humanos, somos insaciables-,  por lo que no hay un fin final…
         Hay en cada persona deseos que requieren una ejecución inmediata, y también hay deseos más a largo plazo. Cuando el deseo no se cumple nunca, deja en quien lo ha sentido, una frustración que será mayor o menor, según haya sido la intensidad o importancia del deseo.
        Asociado a nuestros sentimientos íntimos, el deseo nos hace evolucionar en nuestra vida afectiva, ya que nos mueve a cambiar un estatus por otro. Nos incita a poseer el objeto del deseo, a conquistarlo, a promover que nosotros seamos también objeto de deseo para el otro, y se hagan realidad dos deseos: el suyo y el nuestro, siendo nuestro logro, el alcanzarlo y también, una consecuente correspondencia.
        ¿Hallamos la felicidad, cuando hemos alcanzado y realizado nuestros deseos más preciados?
        La felicidad creo que podría consistir, en llenar todos los estadios o compartimentos de nuestro espíritu, pero sería una tarea casi imposible llenarlos todos, para que se originara una total felicidad…, siempre habría alguno que se nos escapara o que no dependiera directamente de nosotros, y que, por lo tanto,  no sería factible llenar, por lo que siempre notamos un vacio, la sensación de plenitud y bienestar total, nos llega pocas veces.
        La teoría hedonista de buscar la felicidad en el placer, me parece respetable, pero no la comparto, porque parece estar hecha solo para quienes tienen sensibilidad física, no espiritual y parecen no distinguir y no apreciar todo lo que nos rodea. Solo se ven y contemplan a sí mismos, ignorando lo que sucede a su alrededor. Es más fácil ser feliz, pero no es una felicidad real, es una felicidad auto-contemplativa, que tiene al individuo como su centro, descartando  todo lo que no sea él mismo. Solo ve en todo lo demás, el complemento para la consecución de su satisfacción y placer, individual y personal.
        La conducta de los ascetas, tanto los cristianos, como los orientales (no teístas), como el budismo, el jainismo, el taoísmo y el confucionismo, tiende a ignorar, lo que también forma parte del ser, para la consecución de su realización como personas tendentes a una felicidad lo más completa posible, que se podría encontrar cuando  el vínculo de nuestro cuerpo y mente, materia y espíritu, logren y vivan en una armonía (casi) perfecta, que les permita una paz interior, capaz de ser transmitida y compartida en su hábitat.
        El lograr la felicidad, es muy complejo, ya que estamos condicionados, de un modo natural, a no olvidar quiénes somos y en donde estamos…, siendo nuestro entorno además de condicionante, muy influyente y aunque queramos “pasar…” nuestra sensibilidad, no nos permite cerrar los ojos o mirar para otro lado, cuando a alguien, en nuestra cercanía, conocido o no, las cosas no le van bien, o nos paramos a analizar el desorden e injusticias en nuestro minúsculo, pero conflictivo, planeta.
        Cito de nuevo a André Maurois, ahora como colofón, quizás en algo que puede hacer referencia tanto al deseo como a la felicidad, ya que puede traer dificultades a las dos:
“Nuestros destinos y nuestras voluntades se manifiestan casi siempre a destiempo”.

Alicante 13/07/2013
Mª Jesús Ortega Torres



       
        

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