DESEO Y FELICIDAD
(Hojas de ensayo)
“Todo deseo estancado es
un veneno”.
André Maurois
DESEO: Palabra dinámica, que, para el
bien de quien lo posea, tiene que evolucionar hasta su consecución… Sugiere
movimiento, y, a veces, hay sensación de proximidad si vemos lo deseado fácil
de conseguir, o sensación de alejamiento, si por el contrario, vemos no
factible nuestro deseo.
El diccionario de María Moliner, lo
define como “acción de desear” y a desear lo define como: “tender con el
pensamiento al logro de la posesión o realización de algo que proporcionaría
alegría o pondría fin a un padecimiento o malestar”.
Como sinónimos, la palabra deseo tiene: aspiración, ansia, afán,
anhelo, pretensión, empeño…; como antónimos: inapetencia, displicencia.
El logro de nuestros deseos es un fin,
pero si los conseguimos, a un deseo le sucede otro y a éste otro, - los seres humanos, somos insaciables-, por lo que no hay un fin final…
Hay
en cada persona deseos que requieren una ejecución inmediata, y también hay
deseos más a largo plazo. Cuando el deseo no se cumple nunca, deja en quien lo
ha sentido, una frustración que será mayor o menor, según haya sido la
intensidad o importancia del deseo.
Asociado a nuestros sentimientos íntimos, el deseo nos hace
evolucionar en nuestra vida afectiva, ya que nos mueve a cambiar un estatus por
otro. Nos incita a poseer el objeto del deseo, a conquistarlo, a promover que
nosotros seamos también objeto de deseo para el otro, y se hagan realidad dos
deseos: el suyo y el nuestro, siendo nuestro logro, el alcanzarlo y también,
una consecuente correspondencia.
¿Hallamos la felicidad, cuando hemos alcanzado y realizado
nuestros deseos más preciados?
La felicidad creo que podría consistir, en llenar todos los
estadios o compartimentos de nuestro espíritu, pero sería una tarea casi
imposible llenarlos todos, para que se originara una total felicidad…, siempre
habría alguno que se nos escapara o que no dependiera directamente de nosotros,
y que, por lo tanto, no sería factible
llenar, por lo que siempre notamos un vacio, la sensación de plenitud y
bienestar total, nos llega pocas veces.
La teoría hedonista de buscar la felicidad en el placer, me
parece respetable, pero no la comparto, porque parece estar hecha solo para
quienes tienen sensibilidad física, no espiritual y parecen no distinguir y no
apreciar todo lo que nos rodea. Solo se ven y contemplan a sí mismos, ignorando
lo que sucede a su alrededor. Es más fácil ser feliz, pero no es una felicidad
real, es una felicidad auto-contemplativa, que tiene al individuo como su
centro, descartando todo lo que no sea
él mismo. Solo ve en todo lo demás, el complemento para la consecución de su
satisfacción y placer, individual y personal.
La conducta de los ascetas, tanto los cristianos, como los
orientales (no teístas), como el budismo, el jainismo, el taoísmo y el
confucionismo, tiende a ignorar, lo que también forma parte del ser, para la
consecución de su realización como personas tendentes a una felicidad lo más
completa posible, que se podría encontrar cuando el vínculo de nuestro cuerpo y mente, materia
y espíritu, logren y vivan en una armonía (casi) perfecta, que les permita una
paz interior, capaz de ser transmitida y compartida en su hábitat.
El lograr la felicidad, es muy complejo, ya que estamos
condicionados, de un modo natural, a no olvidar quiénes somos y en donde
estamos…, siendo nuestro entorno además de condicionante, muy influyente y
aunque queramos “pasar…” nuestra sensibilidad, no nos permite cerrar los ojos o
mirar para otro lado, cuando a alguien, en nuestra cercanía, conocido o no, las
cosas no le van bien, o nos paramos a analizar el desorden e injusticias en nuestro
minúsculo, pero conflictivo, planeta.
Cito de nuevo a André Maurois, ahora como colofón, quizás en
algo que puede hacer referencia tanto al deseo como a la felicidad, ya que
puede traer dificultades a las dos:
“Nuestros destinos y
nuestras voluntades se manifiestan casi siempre a destiempo”.
Alicante 13/07/2013
Mª Jesús Ortega Torres
No hay comentarios:
Publicar un comentario