TIEMPO
REAL, TIEMPO IRREAL
(Hojas de Ensayo)
Cuando observamos, personas, animales
irracionales, cosas, o, situaciones, en exceso, las deformamos. Si miramos muy
fijamente y por más tiempo de lo habitual, todo lo anteriormente dicho, lo
podemos ver, más largo, más corto, más ancho, más estrecho, mejor o peor…, cambiando
su forma como si hubiéramos cambiado el objeto. Éste, la persona o el animal,
se transforman en otros diferentes. Sucede con situaciones especiales,
igualmente.
Estas
apreciaciones, las he notado en mi propia piel, bien comprobando como los demás
me transformaban, en otra persona, o bien determinando, como era yo misma,
quien transformaba a los demás en otros y a las cosas, cuando era el caso, también,
por un excesivo tiempo de observación.
A estas
conclusiones, se llega por un estudio muy sutil, y, preferentemente, se estudia
mejor cuando la observación está concienciada por quien la ejecuta y no de modo
inconsciente, ya que pasaría la mayoría de las veces desapercibida, aunque a
veces, es la casualidad, con una reflexión posterior, quien nos pone al
corriente de la realidad nuestra y de la de los otros y de su duración y paso a
lo irreal, por un exceso de tiempo dedicado.
Creo que quien nota que se le está deformando, ha
de ser persona perspicaz. No estoy hablando de “arte adivinatorio”, creo que no
existe; pienso en una intuición, levemente superior, que viene dada por la
observación de un distinto comportamiento en el otro y que llama la atención,
siendo para su perspicacia, claro y evidente.
Los
cambios de conducta en el otro, con respecto, a otras, actitudes anteriores,
con nosotros, es la clave para darnos cuenta que se nos está valorando de distinto
modo que hasta entonces, pudiéndose dar el caso que es una nueva estimación que nos evalúa mejor y engrandeciéndonos, ante nuestro observador, nos
sitúa en una posición óptima.
Por el contrario, sucede, a veces, que la nueva
valoración, sin que hayamos cambiado de conducta, nos denigra, nos injuria y
sin explicarte por qué, nos deja una sensación de desamparo. No sabemos cómo se
ha producido esa nueva valoración, pero queda latiendo en nuestro sentimiento y
pensamiento, inquietándonos y trastornándonos…, ya que lo malo, nunca es
bienvenido, siendo los juicios de los demás, muy determinantes, tanto en sus
respuestas, aduladoras como en las inquisidoras,
si es que consciente o inconscientemente, nos dejamos influenciar o guiar por
ellas.
Es muy
difícil ser objetivo. Para serlo, tenemos que retirar mucho de nosotros, a
veces todo, y dar paso a la realidad del otro, de las cosas o situaciones a
juzgar. Se requiere un entrenamiento que nos enseñe a despojarnos de todo lo
que pueda contaminar nuestra opinión. La opinión o juicios de los demás, su
influencia, suele ser muy condicionante y contaminante…, por lo que nos aleja
de la realidad y, por tanto, de la verdad.
En la valoración negativa que se da a personas,
entra en acción un factor llamado morbo.
En su definición el diccionario nos dice que morbo
es: “interés o atracción malsanos por lo desagradable, lo prohibido o lo
inmoral”, y es cierto, que solemos escuchar, con mayor interés, lo desagradable
de alguien de quien se está hablando, que lo que lo valora positivamente…, es
como si nos gustara más escuchar lo malo que lo bueno.
Estas
valoraciones negativas, unen a las personas que las comentan, es lo que yo
llamo “el amiguismo”, porque parece que las hace más amigas en una complicidad
a unos comentarios que, en presencia del aludido, no se harían…, y que colman
el tiempo real de observación y estando en un tiempo irreal, son de veracidad
dudosa.
El tiempo está en nosotros. Nosotros en el
tiempo…, y la unión es tan intima que no se concibe el uno sin el otro y
viceversa.
De cómo
gestionemos nuestro tiempo, somos personalmente responsables, y ya desde los
primeros años de nuestra educación, nuestros padres deberían observar nuestras
aptitudes para potenciarlas, y no permitir que el aburrimiento entrara nunca en
nuestras vidas, haciéndonos vulnerables a opiniones ajenas y propias, con
detrimento de la verdad. El tiempo sería entonces provechoso, productivo y real,
no irreal y destructivo.
Alicante
6/07/2013
Mª Jesús
Ortega Torres
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